¿De qué depende el tamaño de la barriga en las embarazadas?

Ni bien comienza a crecer la barriga durante el embarazo, muchos se lanzan a adivinar no sólo el sexo del bebé, sino también el tamaño que tendrá o la fecha en la cual nacerá, y todo ello valiéndose de la forma o las dimensiones del abdomen de la futura madre. Pero lo cierto es que todo este tipo de apreciaciones carecen de validez debido a que no son más que mitos que forman parte del imaginario popular.

También es común que surjan dudas acerca del tamaño de la barriga, pues algunas en apariencia crecen más que otras. Sin embargo, los expertos sostienen que cada embarazo es único y, por lo tanto, existen múltiples factores que condicionan la apariencia del abdomen de una embarazada. Por un lado, influye la edad gestacional, por lo que el abdomen será más prominente cuanto más avanzada esté la gestación. De todos modos, el crecimiento de la barriga no depende sólo del tamaño del bebé, pues puede ocurrir que dos mujeres con el mismo tiempo de embarazo y un feto de parecidas características tengan barrigas totalmente distintas.

El perímetro abdominal, a su vez, tiene mucho que ver con el tono muscular. Así, por ejemplo, el aumento de peso se hará más notorio en aquellas mujeres que posean poco tono muscular en el abdomen, sobre todo en segundos embarazos.

La posición del feto es otro de los factores determinantes. Si el bebé está ubicado con la espalda junto a la columna de la madre y las piernas hacia adelante, el abdomen puede verse más en punta. En cambio, si el feto se encuentra en posición vertical o próximo a la cara posterior del útero, es probable que la tripa no sea muy abultada.

Además, hay que tener en cuenta la anchura de la pelvis de la futura madre. Cuanto más estrecha sea, menos se encajará el bebé y mayor será el volumen de la barriga.

Otros factores que inciden en el tamaño de la barriga son el sobrepeso o la cantidad de líquido amniótico.

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La elasticidad de los pies aumenta durante la gestación

Durante el embarazo, las mujeres suelen sufrir molestias, edemas o dolores en los pies, situación que las obliga a cambiar de calzado, en especial en la última etapa de la gestación. Por lo general, los pies vuelven a la normalidad luego del parto; sin embargo, en muchos casos tales alteraciones persisten, tal como lo demuestra una investigación de la Universidad de Iowa (EEUU), publicada recientemente en la revista ‘American Journal of Physical Medicine and Rehabilitation’. En efecto, se ha comprobado que, después del primer embarazo, hasta en el 70% de las mujeres los pies se vuelven más anchos y largos. Aunque dichos cambios pueden pasar desapercibidos para la mayoría de las madres.

Los investigadores, descubrieron que los pies pueden crecer entre 2 y 10 mm de longitud, el equivalente a medio número convencional. Esto se produce debido a que los ligamentos y las conexiones óseas de las mujeres se tornan más laxas y flexibles por acción de las hormonas propias del embarazo, las cuales también pueden provocar una disminución de la altura del arco o ‘puente’ del pie.

Para comprobar su hipótesis, los expertos efectuaron un seguimiento a 49 embarazadas, a las cuales les midieron sus pies en dos ocasiones, durante el primer trimestre de gestación y cinco meses después de que dieron a luz. Según los autores del estudio, los cambios se evidenciaron en un alto porcentaje de las mujeres, aunque sólo en las que eran primerizas.

Para los especialistas, esta alteración podría explicar por qué ciertos problemas, como por ejemplo el pie plano, se dan con mayor frecuencia en mujeres que en varones. De todos modos, es necesario continuar investigando para determinar con exactitud si el aumento de la elasticidad en el pie durante la gestación puede llegar a tener alguna trascendencia a futuro.

La obesidad en el embarazo aumenta el riesgo de enfermedad coronaria en la descendencia

La obesidad en el embarazo incrementa el riesgo de que la descendencia muera de manera prematura debido a una enfermedad coronaria. Así lo sostienen los investigadores de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), quienes a causa de los resultados obtenidos en su estudio ven la necesidad de tomar estrategias para prevenir la obesidad en las mujeres en edad fértil, así como de efectuar un seguimiento sobre la salud cardiovascular de los hijos de madres obesas.

Durante la investigación fueron analizados los datos de unas 37.709 personas nacidas a partir de 1950 en la maternidad de Aberdeen, Escocia. Al mismo tiempo, se revisó el registro del banco de datos neonatal, en especial de los casos asociados a la muerte por problemas cardiovasculares. Los resultados revelaron que la obesidad materna se hallaba vinculada con un incremento sustancial de la mortalidad temprana de los hijos en edad adulta.

Teniendo en cuenta esta información y considerando que en el Reino Unido una de cada cinco mujeres tiene problemas de obesidad, es indispensable desarrollar una estrategia para optimizar el peso corporal de las mujeres antes de que logren quedarse embarazadas. Para ello, plantean también la necesidad de una planificación del embarazo.

Estudios anteriores ya han definido a la obesidad en el embarazo o la diabetes gestacional como factores de riesgo, no sólo para la madre sino también para el feto. En efecto, una investigación llevada a cabo por el Instituto MIND de la Universidad de California estableció que la prevalencia de tales factores puede provocar en los niños serios trastornos, como autismo o retraso madurativo.

Entre las 37.709 personas estudiadas 6.551, en su mayoría varones, murieron por diferentes causas, aunque la enfermedad cardiovascular fue el principal motivo.

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El primer mes de embarazo

Durante el primer mes de gestación, si bien aún no se perciben cambios físicos, la mujer y el embrión experimentan diversas transformaciones.

En primer lugar, es importante confirmar el embarazo, ya sea realizándose alguna de las pruebas que venden en la farmacia, las cuales arrojan un resultado inmediato con un 99% de fiabilidad, o un análisis de laboratorio, que ofrece un 100% de efectividad. Luego de transcurrir cuatro semanas desde la implantación del óvulo fecundado o cigoto en la mucosa uterina, el embrión, que llega a medir entre dos y cinco milímetros, ya posee corazón y estómago. A la vez que comienzan a formarse los órganos principales y el sistema nervioso.

Con respecto a la madre, es importante que evite practicar deportes de alto impacto. Tampoco se aconseja realizar viajes largos en coche. Es necesario, además, disminuir el consumo de té y café, dejar de fumar, no beber alcohol y optar por llevar una alimentación variada y saludable, que debe complementarse con vitaminas y oligoelementos. Al mismo tiempo, al comienzo del embarazo es común que la mujer se sienta más cansada de lo normal, le sangren las encías o padezca migrañas o náuseas.

Aquellas que ya tienen hijos, es recomendable que les hablen acerca de la llegada del bebé para involucrarlos en el tema y que estén preparados para el nacimiento del nuevo miembro de la familia. Muchas mujeres, por lo general, optan por aguardar a realizarse la primera ecografía para contarles sobre el embarazo a sus niños. Lo cual no está mal, aunque es sugerible al menos expresarles el deseo de tener otro hijo, así estarán más preparados para el momento de la gran noticia.

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El tercer mes de embarazo

Al cumplir el tercer mes de embarazo, tras haber ya casi superado la etapa de las náuseas y los vómitos, el embrión se convierte en feto. Es el momento de realizar la primera ecografía, a través de la cual es posible determinar la fecha de la concepción y localizar si existen o no malformaciones en el feto.

Durante el tercer mes de gestación, el bebé triplicará su volumen, llegando a medir doce centímetros y pesar aproximadamente 65 gramos. Además, continúa formándose el esqueleto, funcionan las articulaciones y comienzan a desarrollarse las células nerviosas.

En lo que respecta a los órganos sensoriales, los ojos alcanzan su posición final y se cubren los párpados. La boca se empieza a articular, comienzan a dibujarse los labios y se forman los orificios nasales.

En cuanto a la salud de la mujer, es importante que ésta mantenga hábitos saludables, suprimiendo por completo el consumo de tabaco y alcohol. Si se trata de un embarazo complicado, con amenaza de aborto o parto prematuro, el ginecólogo realizará un seguimiento intensivo de la mujer. A la vez que recomendará guardar reposo y evitar realizar esfuerzos.

Con respecto a la alimentación durante el tercer mes de embarazo, los especialistas aconsejan comer de manera saludable y equilibrada para que el bebé no sufra carencias de nutrientes. Lo ideal es ingerir al menos una fruta y una verdura por comida, cuidando que siempre estén bien lavadas.

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Cansancio: síntoma habitual en el embarazo

Todas las mujeres viven el embarazo de manera muy distinta. Sin embargo, un síntoma que se da en todos los casos es el cansancio. En efecto, durante la gestación el organismo de la madre gasta mucha energía, lo cual hace inevitable que esta situación no repercuta en el resto del cuerpo.

El cansancio, aunque difícil de sobrellevar, es muy común en el embarazo. A tal punto que puede que la mujer se sienta fatigada a todas horas e incluso tenga pereza de levantarse de la cama. De todos modos, es bueno saber que este síntoma puede aliviarse adoptando ciertas prácticas o hábitos, tal como comer sano o realizar ejercicio físico.

Llevar una alimentación saludable no solamente es beneficioso para el bebé sino que también lo es para el cuerpo de la madre. Además, esto ayudará a que la futurá mamá posea un patrón de alimentación óptimo para cuando el bebé nazca.

Asimismo, es importante practicar ejercicio, procurando escoger el deporte que más se adapte a las necesidades de la embarazada, pues no hay que olvidar que permanecer activa durante esta etapa tan especial para las mujeres es sumamente beneficioso. Los ejercicios pueden complementarse con la práctica de algunas técnicas de relajación y respiración profunda.  Mantenerse en forma durante la gestación le permitirá a la madre aumentar su resistencia, reforzar la musculatura, mejorar su estado de ánimo.

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Cómo calcular los días fértiles

Saber la fecha de ovulación amplía las probabilidades de quedarse embarazada. Claro que, para ello, es importante conocer cómo se calcula.

Tres fases componen el ciclo menstrual, que deben comenzar a contabilizarse a partir del primer día de regla:

– La fase folicular tiene una duración de dos semanas. Es la etapa en la cual uno de los folículos que alcanza la madurez da un ovocito. Al comienzo de la fase folicular es cuando aparecen las reglas.

-La ovulación se desarrolla en 24 horas. Intervienen dos hormonas, la FSH, que posibilita la maduración de los folículos, y la LH, que produce la liberación del ovocito del folículo cuando la anterior alcanza su pico de maduración. El ovocito va a través de las trompas y, en caso de no fecundarse, es evacuado, generando así la aparición de las reglas.

– La fase lútea tiene una extensión de 14 días. Durante esas dos semanas, el óvulo secreta la progesterona, hormona que se encarga de preparar la mucosa uterina para la fecundación.

Para poder realizar un cálculo de la fecha de ovulación, es necesario restar los 14 días de la fáse lútea de la media del ciclo. De este modo, por ejemplo, si los ciclos de una mujer tienen lugar cada 24 días, entonces la ovulación se producirá el día 17.

Para aumentar las probabilidades de fecundación, también es importante calcular los días fértiles. Para ello, es necesario extender el cálculo unos días antes y después de la fecha estimada. La vida del óvulo es de 24 horas y la de los espermatozoides es de hasta 4 días, lo cual da un período de aproximadamente 6 días.

A la vez, hay ciertos signos que sirven para ayudar a reconocer cuándo se está ovulando, como la temperatura corporal, que aumenta entre 3 y 5 décimas y debe tomarse antes de levantarse por la mañana,  el moco cervical, el cual se torna más claro, abundante y fluido,  y los dolores en la zona del bajo vientre, que se dan en el lado del ovario donde se produce la liberación del óvulo.

También se puede optar por comprar alguna de las pruebas de ovulación que se venden en farmacias, las cuales permiten detectar el período fértil  al simple contacto con la orina con un 90% de seguridad.

Cómo calcular los días fértiles

Saber la fecha de ovulación amplía las probabilidades de quedarse embarazada. Claro que, para ello, es importante conocer cómo se calcula.

Tres fases componen el ciclo menstrual, que deben comenzar a contabilizarse a partir del primer día de regla:

– La fase folicular tiene una duración de dos semanas. Es la etapa en la cual uno de los folículos que alcanza la madurez da un ovocito. Al comienzo de la fase folicular es cuando aparecen las reglas.

-La ovulación se desarrolla en 24 horas. Intervienen dos hormonas, la FSH, que posibilita la maduración de los folículos, y la LH, que produce la liberación del ovocito del folículo cuando la anterior alcanza su pico de maduración. El ovocito va a través de las trompas y, en caso de no fecundarse, es evacuado, generando así la aparición de las reglas.

– La fase lútea tiene una extensión de 14 días. Durante esas dos semanas, el óvulo secreta la progesterona, hormona que se encarga de preparar la mucosa uterina para la fecundación.

Para poder realizar un cálculo de la fecha de ovulación, es necesario restar los 14 días de la fáse lútea de la media del ciclo. De este modo, por ejemplo, si los ciclos de una mujer tienen lugar cada 24 días, entonces la ovulación se producirá el día 17.

Para aumentar las probabilidades de fecundación, también es importante calcular los días fértiles. Para ello, es necesario extender el cálculo unos días antes y después de la fecha estimada. La vida del óvulo es de 24 horas y la de los espermatozoides es de hasta 4 días, lo cual da un período de aproximadamente 6 días.

A la vez, hay ciertos signos que sirven para ayudar a reconocer cuándo se está ovulando, como la temperatura corporal, que aumenta entre 3 y 5 décimas y debe tomarse antes de levantarse por la mañana,  el moco cervical, el cual se torna más claro, abundante y fluido,  y los dolores en la zona del bajo vientre, que se dan en el lado del ovario donde se produce la liberación del óvulo.

También se puede optar por comprar alguna de las pruebas de ovulación que se venden en farmacias, las cuales permiten detectar el período fértil  al simple contacto con la orina con un 90% de seguridad.

Congestión nasal y gingivitis en el embarazo

Durante el embarazo, suele producirse la inflamación de las mucosas nasales y de las encías, producto de los altos niveles de progesterona.

Congestión nasal

Hay embarazadas que, a lo largo de la gestación, perciben la nariz taponada y reseca, tal como si estuvieran acatarradas. Hasta incluso pueden experimentar una pequeña hemorragia nasal. Esto se debe a la hinchazón de la mucosa nasal cuyo origen se encuentra en los elevados niveles de progesterona, una de las hormonas del embarazo. Dicha hormona ocasiona un incremento de la circulación sanguínea en la totalidad de las mucosas del cuerpo, incluyendo las membranas mucosas de la nariz, y genera una leve inflamación.

Lo ideal en estos casos es procurar evitar los ambientes secos y polvorientos, así como cuidar de no poner la calefacción demasiado alta ni abusar del aire acondicionado, sobre todo por las noches.

Para aliviar esta molestia conviene usar un humidificador. También, se puede optar por hidratar las fosas nasales aplicándose vaselina o utilizar suero fisiológico o agua salina entre tres y cuatro veces al día. En ningún caso debe utilizarse un inhalador o medicamento, excepto que se cuente con la prescripción correspondiente del ginecólogo.

De producirse una hemorragia nasal, presionar ligeramente el tabique servirá de ayuda. Es muy importante no confundir esta molestia con un catarro. Si se trata de un resfriado, la congestión nasal  irá acompañada de otros síntomas, como dolor de cabeza, fiebre y malestar general.

No hay de qué preocuparse porque esta molestia desaparece paulatinamente tras el nacimiento del bebé.

Gingivitis en el embarazo

Durante la gestación, las encías tienden a debilitarse debido a la acción de las hormonas propias del  embarazo y es común que sangren al cepillarse los dientes. Por ese motivo, es de suma importancia mantener una buena higiene bucal.

Para prevenir la aparición de gingivitis, es importante realizar visitas periódicas al dentista, además de evitar la exposición a los rayos X.

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Molestias más comunes en el último trimestre del embarazo

En el último trimestre de embarazo es común que la mujer sienta algunas molestias, como cansancio, dolores de espalda, dificultades para dormir o insomnio.

Las hemorroides suelen darse con frecuencia en las embarazadas. Por ese motivo, los especialistas recomiendan llevar una dieta rica en fibras para evitarlas, pues ayudará a que el funcionamiento de los intestinos sea óptimo.

La lumbalgia o, en otras palabras, los dolores de espalda son otras de las molestias que aquejan a las futuras madres. Para ello, se recomienda aplicar calor en la parte baja y central de la espalda y realizar un poco de ejercicio.

Debido a que al crecimiento de la barriga, es habitual que las mujeres que transitan la última etapa de la gestación tengan dificultades para encontrar una postura cómoda en la cama y, por ende, no puedan dormir bien. A ello se le suma  el insomnio, problema que también puede deberse a la ansiedad que experimenta la mujer ante la aproximación del parto.

Por otra parte, es normal que aparezcan problemas de encías o gingivitis. Razón por la cual, es importante consultar con el dentista periódicamente, quien verificará que la embaraza siga unos hábitos correctos de higiene bucodental.

Las palpitaciones o taquicardias son frecuentes en el último trimestre del embarazo, pues en esa etapa se incrementa el volumen en sangre. Si bien este problema no reviste gravedad, sí es necesario consultar con el médico cuando las palpitaciones sean recurrentes.

También, puede sentirse dolor de costillas debido a los movimientos del feto y el aumento de tamaño del útero. Para aliviar el dolor es necesario evitar pasar mucho tiempo sentada y probar con diferentes posturas que ayuden a estirar el tórax.

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