¿Con cuchara o con la mano?

Aproximadamente a los 6 meses de edad es cuando los bebés empiezan a comer alimentos licuados, para luego comenzar a comer algunos pedacitos enteros.
Cerca de los 7 meses, el bebé va adquiriendo mas habilidades con sus manos, permitiéndole llevarse la comida a la boca, lo cual estimula su coordinación mano-ojo. Si bien no lo hará con demasiada destreza al principio, con el tiempo irá  mejorando y podrá tomar la comida con sus dedos y llevársela con facilidad a la boca.
Hay mamás que les permiten a sus hijos tomar los alimentos con las manos libremente, pero hay otras que se resisten a hacerlo. Aunque todo extremo siempre es malo, por lo que resulta más beneficioso darle de comer al bebé con la cuchara y, a la vez, permitirle que tome con las manos algunos alimentos. Para dar un ejemplo: se le puede dar papilla con la cuchara y poner en el plato trozos de vegetales para que el bebé pueda tomarlos con la mano, pues los vegetales sin dudas llamarán la atención del bebé tanto por su forma como por su color, de modo que sería muy raro que tomará el puré con las manos. No obstante, si solamente se le ofrece puré, entonces el pequeño no tendrá otra opción.
Asimismo, se les puede dar las meriendas de modo que la pueda tomar con las manos, como trozos de pan, galletas, cereales, fruta, entre otras cosas. Siempre se deben evitar los alimentos duros, como es el caso de uvas, caramelos, y demás, ya que el bebé no tiende a masticar sino más bien a tragar, por lo que este tipo de alimentos lo pueden asfixiar. En todos los casos,  por seguridad, jamás debes dejarlo al bebé solo comiendo.

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Incorporar alimentos sólidos de manera precoz al bebé aumenta los riesgos de sobrepeso

Incorporar alimentos en forma precoz al bebé aumenta los riesgos de padecer obesidad, este dato fue arrojado de una reciente investigación realizada en base a al  estudio de unos 800 niños. Por lo que recién a partir del cuarto mes de vida, y hasta el sexto, resulta conveniente empezar a darle al pequeño lácteos, frutas y cereales.
Al incorporar alimentos en forma precoz a los bebés y alimentándolos también con fórmula, con la consecuente suspensión de  la lactancia,  se expone a los pequeños a cuadruplicar las posibilidades de presentar obesidad al alcanzar los tres años de vida, en contraste con aquellos niños que durante los primeros cuatro meses de vida únicamente se alimentaron con leche materna.
Para la realización del estudio, las madres debían responder acerca de cuándo habían comenzado a darles lácteos, cereales o frutas a sus hijos. Al llegar a los 3 años, el equipo de la investigación, considerando parámetros de Indice de Masa Corporal,  midió el peso y la altura de cada niño que participó del estudio para precisar si eran obsesos.
De este modo, se concluyó que los bebés alimentados exclusivamente con leche materna durante al menos sus primeros cuatro meses de vida, la edad de introducción de sólidos en la dieta no afectó la posibilidad de sufrir obesidad para los tres años. En cambio, aquellos que desde un comienzo habían sido alimentados con fórmula o que a los cuatro meses dejaron de recibir leche materna y empezaron a ingerir sólidos presentaban cuatro veces más posibilidades de padecer problemas de sobrepeso al llegar al tercer año de vida.
De manera que resulta fundamental que los padres conozcan las consecuencias de la manera en que uno alimenta al bebé, para evitar así que en un futuro tenga posibilidades de  ser obeso.

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La transición en los bebés hacia la alimentación sólida

El paso de la lactancia a la alimentación sólida tiene que realizarse de forma gradual. Hasta el sexto mes de vida, el bebé sólo ha tomado leche, ya sea de fórmula o materna, por lo que le puede costar un poco, en un comienzo, adaptarse a los alimentos sólidos.
Hasta los seis meses el bebé sólo ingiere leche materna o de fórmula. Pero, a partir de ese entonces, se puede comenzar a ofrecerle alimentos sólidos debido a que pierde el reflejo que le hace empujar la lengua contra la cuchara o cualquier otro objeto o alimento que se lleve a la boca.
En caso que el niño llore o rechace la comida, es importante no insistir, pudiendo posponer la transición de la alimentación entre una y dos semanas.
Al principio, hay que intentar alimentar al bebé a la hora que le conviene a ambos, madre y bebé. Pero a medida que vaya creciendo, querrá comer con otros integrantes de la familia, por lo que es más conveniente adaptar al pequeño al horario  de la comida familiar.
Es importante siempre usar una cuchara para darle de comer al niño, debido a que se controla mejor lo que ingiere el bebé y se evita que engorde de manera excesiva.
Lo más probable es que el bebé expulse la comida en los primeros intentos. En caso que así sea, puede probar darle un poco de leche y luego darle cucharadas con escasa cantidad y terminar la comida dándole más leche. La proporción de alimento debe aumentarse de manera paulatina hasta que el pequeño se acostumbre a ingerir sólidos.
Vale aclarar que no se debe insistir en que el bebé se acabe el plato o el biberón, precisamente porque esto le será de ayuda para distinguir la diferencia entre hambre y saciedad, evitando así la aparición de fobias y comportamientos anormales a la hora de la comida.