La siesta infantil mejora la memoria y el aprendizaje

La siesta es muy beneficiosa para los niños, pues los ayuda a recuperar energía para afrontar el resto del día. A ello, ahora se le suma el hecho de que también permite mejorar la capacidad de aprendizaje, tal como ha sido demostrado mediante un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos).

Según dicho trabajo, los niños menores de tres años que acostumbran dormir la siesta evidencian una mejora en la memoria y el aprendizaje.  Para arribar a esta conclusión, los expertos analizaron el comportamiento de un grupo de niños que asistía una guardería, todos ellos de aproximadamente tres años de edad. Es interesante señalar que existen estudios previos realizados con jóvenes en los que se arribó a una conclusión similar, aquellos que dormían la siesta aprendían mejor en comparación con los que no tenían ese hábito.

Esta investigación es una buena manera de llamar la atención a aquellas guarderías de Estados Unidos que buscan eliminar la siesta infantil para dedicarle más tiempo a la enseñanza.  Según parece, ciertas administraciones y grupos de padres, en especial de las guarderías dependientes del estado, dudan de los beneficios de este breve descanso infantil pues argumentan que diversas investigaciones dan cuenta de los beneficios de la educación temprana, en la cual la siesta no está incluida. No obstante, este nuevo estudio ha logrado demostrar que las siestas son beneficiosas para, dado que les permiten desempeñarse con éxito en la primera etapa de la educación.

Durante la realización del trabajo, en el cual se analizó a unos 40 niños de distintas guarderías, no sólo se efectuaron pruebas para constatar la mejora de la memoria y el aprendizaje en los niños que dormían la siesta, sino que además se estudiaron las fases del sueño infantil y el procesamiento de los recuerdos. De este modo, se estableció la existencia de una relación positiva entre el sueño profundo y la memoria, ya que durante esta fase se fija la información recibida a lo largo del día.

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Los padres que trabajan todo el día son propensos a tener hijos agresivos

Un estudio realizado por expertos del Social Science Research Centre de Berlín determinó que aquellos padres que trabajan durante largas jornadas e incluso hacen horas extra tienden a tener hijos más agresivos.

Durante la investigación, fueron evaluados alrededor de 1.400 niños de Australia Occidental con entre 5 y 8 años de edad. En base a ello se concluyó que el 19% de los padres, es decir, uno de cada cinco, trabajaba más de 55 horas a la semana, lo cual afectaba el comportamiento de sus hijos, quienes eran más propensos a ser delictivos y agresivos en comparación con los niños cuyos padres desarrollaban una jornada laboral normal.

De acuerdo a este estudio, no solo en Australia los padres suelen pasar mucho tiempo fuera del hogar, sino que esta situación también se da en países como Alemania, en donde el 15% de los padres con hijos de entre 3 y 4 años superaron las 55 horas semanales de trabajo en 2011.

Los investigadores explican que cuando los padres trabajan demasiado comparten menos tiempo con sus hijos y, por ende, los controlan poco. Esta situación se agrava cuando las madres llevan a cabo una jornada laboral extensa. De este modo, al limitarse la presencia paterna, se incrementa el riesgo de que los hijos padezcan problemas de conducta por falta de control.

Los expertos señalan que si bien en los últimos años los padres tienden a pasar más tiempo con los hijos, la calidad del tiempo es cuestionable. En tal sentido, los niños esperan que sus padres les presten atención cuando retornan del trabajo. Por ese motivo, es de suma importancia que los progenitores no se encuentren cansados o estresados al volver a casa, pues estos factores condicionan la calidad del tiempo que se pasa con los hijos.

No obstante, es preciso aclarar que el estudio no contempla ciertos puntos importantes como, por ejemplo, las necesidades económicas, lo cual hace que los padres se vean obligados a extender su jornada laboral para poder satisfacer las necesidades de la familia. De lo contrario, es probable que surjan otros problemas vinculados a la situación de la economía familiar. Lo ideal, afirman los investigadores, es encontrar el equilibrio, aunque para ello es necesario que las empresas faciliten la flexibilidad laboral.

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Los hijos de madres obesas pasan más horas mirando la televisión

Las madres que padecen problemas de obesidad tienden a intentar calmar y entretener a sus hijos sentándolos frente la televisión, en especial cuando se encuentran irritados o inquietos. De esta manera, los niños se vuelven sedentarios y, por consiguiente, más propensos a ser obesos. Esta información se desprende de un estudio reciente, el cual fue realizado por expertos de la Universidad de Carolina del Norte, en los Estados Unidos.

Para la investigación fueron evaluadas unas 217 madres junto a sus bebés, todos de  raza negra y de bajos recursos económicos, residentes en el centro de Carolina del Norte. El equipo de investigadores visitó a las madres a los 3, 6, 9, 12 y a los 18 meses de haber nacido sus bebés, con el propósito de establecer la cantidad de horas que los hacían pasar frente a la televisión y el comportamiento que los niños presentaban.

Las mujeres debieron contestar preguntas acerca del uso que le daban a la televisión, cuántas horas pasaban sus bebés mirándola y si encendían el aparato en el cuarto de los pequeños o durante las comidas. Asimismo, se les preguntó sobre el ánimo, las actividades y el grado de nerviosismo de sus hijos. Así, los expertos consiguieron demostrar que las madres obesas fueron las que más horas exponían a sus hijos a la televisión cada vez que éstos se mostraban inquietos o irritables.  En concreto, el 40% de los pequeños de 1 año  pasaban en promedio unas 3 horas diarias viendo televisión. Dato preocupante, por cierto, ya que al alimentar a los niños frente al televisor puede limitar la capacidad de las madres de percibir las señales de los pequeños cuando ya no tienen hambre.

Polémica: ¿Todos los niños tienen un trastorno mental?

De acuerdo al nuevo manual de Psiquiatría DSM, todos los niños tienen un trastorno mental. Sí, has leído bien. Todo niño que durante más de un año realice al menos tres episodios semanales de irritabilidad, arrebatos y berrinches, se le diagnosticará trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo.
El DSM ya creaba polémicas por considerar patológico cualquier conducta humana que exprese emociones que no sean una grata aceptación de lo que ocurra y una sensación de bienestar imperturbable. El nuevo DSM-V se ha convertido en un posible generador de nuevos trastornos psiquiátricos infantiles pues algunos comportamientos comunes en los niños son catalogados como enfermedades mentales.
Al respecto, entre los profesionales de la salud infantil existe una profunda preocupación sobre la medicalización de los niños. La polémica surge porque el diagnóstico sólo se basa en datos acerca del comportamiento infantil, sin ningún basamento en algún análisis médico o  en pruebas científicas. En efecto, para diagnosticar el “trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo”, sólo se tomarán en cuenta las declaraciones de los adultos que se encuentran a cargo el niño.
Pero, ¿acaso no son normales las rabietas en los niños? Hasta ahora todo indicaba que sí, en muchos casos pueden deberse a su proceso natural de crecimiento o, en su defecto, a factores médicos o del entorno.
De este modo, a partir de ahora todo niño que durante un año tenga rabietas tres veces por semana podrá ser diagnosticado y medicado por esta patología, por supuesto que solo en los casos en que los padres consultem con un psiquiatra que se muestre acepta la existencia de este trastorno. Sinceramente, increíble. ¡A lo que hemos llegado!

Una hora extra de sueño mejora el rendimiento escolar

El buen descanso, en todas las etapas de la vida, es condición necesaria para un crecimiento y desarrollo óptimos, fundamentalmente durante la infancia que es un tiempo de cambios permanentes. Gracias a un estudio realizado recientemente, se logró descubrir que aquellos niños que duermen una hora extra se pueden ver ampliamente favorecidos, puesto que los torna más atentos y con mayor facilidad para aprender.

En tal sentido, con una hora extra de sueño los pequeños despertarían de mejor humor, menos irritables, más atentos y con menos posibilidades de sentirse frustrados en las actividades cotidianas. Todo lo contrario a lo que sucedería si durmieran una hora menos, ya que en ese caso puede que despierten con menos energía, malhumorados e irritables, complicándose de ese modo la jornada escolar.

La investigación, que estuvo a cargo del doctor Reut Gruber y su equipo de la Universidad McGill, de Canadá, fue realizada con el propósito de analizar el efecto que posee extender o restringir moderadamente las horas de sueño en el comportamiento de los niños en lo referido a su rendimiento escolar.  Y se llegó a la conclusión de que puede haber una mejoría o deterioro cognitivo dependiendo del tiempo que se dedica a dormir.

Para dicha investigación se han evaluado  34 niños y niñas, de edades comprendidas entre los 7 y 11 años, los cuales fueron divididos en dos grupos. Así, mientras que el primer grupo se les suprimió durante cinco días una hora de sueño diaria, al segundo se le añadió una hora extra.

De acuerdo a los resultados obtenidos, con sólo añadir 27 minutos más de sueño por noche significaba una notable mejoría para aprender en clase y portarse bien, en tanto que perder 54 minutos de sueño traía aparejado somnolencia, mala conducta y un mal desempeño en las actividades escolares.

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El consumo de azúcar no influye en el comportamiento de los niños

Siempre se dice que los niños no deben ingerir mucho azúcar porque los puede tornar hiperactivos, debido al aporte extra de energía que supone su consumo. Pero en verdad dicha creencia es errónea, tal como lo afirma una investigación desarrollada por la Escuela de Medicina de Indiana en EE.UU, que fue publicada en la revista British Medical Journal.
Según dicho estudio, la proporción de azúcar consumida por un niño no guarda relación alguna con su conducta. Para arribar a dicha afirmación, se recavaron numerosos estudios anteriores y se efectuaron diversas pruebas.
De acuerdo a lo expresado por los especialistas, lo único que se observa en aquellos pequeños que consumen grandes cantidades de golosinas o azúcar es que sus padres conservan un prejucio acerca del efecto que producen los dulces en el organismo. De modo que cuando dicen que ven a sus hijos más activos y nerviosos de lo que estaban antes de consumir golosinas, es sólo una mera impresión.
De esta forma, la mala fama de la que gozan las golosinas y los dulces no es más que una creencia infundada, puesto que carece de validación científica. Lo mismo sucede cuando, por dar un ejemplo, se dice que al tragar un chicle, éste permanecerá en el estómago unos siete años, cuando la realidad indica de que un chicle es expulsado del organismo con la materia fecal en poco más de dos días.
Si bien los dulces y las golosinas no influyen en el comportamiento infantil, es importante cuidar la higiene dental de los niños porque sí están expuestos a sufrir caries.

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