Diferencias en la personalidad de los gemelos

Si bien los gemelos son idénticos a nivel físico, no ocurre lo mismo con la personalidad.
En efecto, un equipo de investigadores alemanes procuraba encontrar las claves que pudieran responder por ejemplo, ¿qué es lo que hace que dos personas desarrollen una personalidad diferente siendo que son genéticamente iguales, crecieron en un mismo ambiente y recibieron un trato similar?, ¿la herencia genética guarda relación con la personalidad?, ¿es producto del entorno?
A raíz de estas y otras preguntas fue que se inició un estudio sobre cómo se forma el cerebro en los gemelos, considerando que la interacción entre genes y ambiente puede llegar a ser un condicionante importante en la formación de la personalidad.
En el estudio realizado por los investigadores del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas de Dresden (Alemania), se establece una relación entre esa experiencia personal, el comportamiento diferencial y los cambios en las estructuras del cerebro. Para ello, los especialistas efectuaron la investigación usando roedores de laboratorio idénticos genéticamente y analizaron distintos parámetros, como las pautas de comportamiento o la movilidad. Tales valores posibilitaron definir un perfil de comportamiento individual, vinculado con el número de nuevas células nerviosas que se generaron en el hipocampo, una estructura del cerebro que está ubicada en la parte media del lóbulo temporal. Dicha zona cerebral, según la opinión de los expertos, es clave en los procesos de memoria y aprendizaje de los roedores. De manera que se logró establecer una relación entre el comportamiento individual de cada ratón con las modificaciones producidas en la región cerebral. En efecto, los cambios de personalidad se producen a medida que se generan conexiones neuronales, el cerebro reacciona de una manera distinta ante la recepción de nueva información.
No obstante, los resultados obtenidos en la investigación no logran dar respuesta a ¿por qué el comportamiento difiere en cada gemelo, si viven en un mismo ambiente y son genéticamente idénticos? Habrá que esperar nuevos estudios para llegar a conocer cuáles son los factores que producen las diferencias en la personalidad de gemelos.

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Caída del cabello en los bebés

Que un bebé pierda el pelo o directamente no tenga no nos debe de extrañar pues es algo muy común.
Puede ocurrir que la caída del pelo con el que nació se deba a que no era verdadero cabello sino que se trataba de  restos de lanugo, que no es otra cosa más que la capa pilosa que le cubre el cuerpo a los bebés a partir del quinto mes de gestación, y el cual por lo general se pierde antes de producirse el parto. Si esto no sucede, entonces se le irá cayendo durante el tiempo posterior al nacimiento.
Por otro lado, es absolutamente normal que el pequeño pierda más pelo que un adulto ya que su cabello está en etapa telogénica, la cual se caracteriza por su débil raíz, en vez de encontrarse en fase anagénica, en la que el fortalecimiento de los cabellos es mayor.
Asimismo, el pelo se debilita por el contacto con el colchón de la cuna, lo cual hace que el pequeño vaya perdiendo cabello, sobre todo  en la parte posterior de la cabeza. Esta situación irá revirtiéndose a medida de que el niño comience a pasar más tiempo levantado.
Incluso, la falta de pelo en los bebés puede deberse a la herencia genética, que influye en el ritmo del crecimiento y la fortaleza del mismo.
Al margen de si el pequeño posea poco o mucho cabello, es necesario realizarle el lavado de la cabeza con una esponja humedecida en agua tibia y champú infantil. De ese modo, se evita que se acumule el sudor en los poros, lo cual propicia la aparición de eczemas y granitos; así como la formación de la costra láctea, muy común en los bebés menores de seis meses.
Y bajo ningún concepto se le debe echar colonia en la cabeza, pues ésta no hace más que resecar el pelo, tornándolo frágil y quebradizo.

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Cuánto medirán nuestros hijos de grandes

La edad ósea no coincide en todos los casos con la edad real del niño, de ahí que hay unos más altos que otros en relación a su edad cronológica. El crecimiento del esqueleto no posee un patrón fijo, por lo que varía de una persona a otra. Se considera que se trata de una característica que se hereda.
Para saber si la edad ósea se encuentra retrasada o adelantada, el pediatra acostumbra pedir una radiografía de la mano y de la muñeca izquierda, en la cual es posible apreciar la cantidad de cartílago que todavía  queda disponible. Cuando los cartílagos se cierran, el hueso ya no puede crecer más. De modo que para saber si hay un adelanto o retraso de la edad ósea, se calcula la calcificación de los huesos de esta zona, con el fin de determinar su maduración y, por ende, su edad aproximada.
Siempre que no haya enfermedades preexistentes que puedan llegar a influir en el crecimiento, los niños generalmente alcanzan la talla correspondiente por su herencia genética, a pesar de que esto puede suceder antes o luego de lo previsto.
Para conocer cuánto medirá de grande, hay diversas fórmulas, como es el caso de la «talla diana«, la cual resulta de la talla del padre más la talla de la madre más 13 / 2. En el caso de los varones, se agrega 13 a la suma de las tallas de los progenitores, mientras que en las mujeres se resta 13 a dicha suma.
Otro método que existe reside en calcular la «talla proyectada», teniendo en cuenta una gráfica de percentiles, hasta alcanzar los 18 años de edad. Asimismo, hay otros cálculos que tienen en cuenta la edad cronológica, así como la talla, la edad ósea, la velocidad de crecimiento en el último año y el nivel de desarrollo puberal. Con este método, es posible predecir la talla definitiva con un margen de error es de 2 a 4 cm.
Los resultados de tales fórmulas pueden variar en función a la carga genética de sus padres.

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Factores que influyen en el ritmo de crecimiento de los niños

El crecimiento de bebés y niños constituye una de las cuestiones que más nos desvelan a los padres, sobre todo durante los primeros años. Una alimentación sana y equilibrada es fundamental para el adecuado crecimiento de los niños. Incluso, el sueño es otro de los factores que ejerce su influencia, de manera notable, en el desarrollo de nuestros hijos. También, la genética y la presencia de algunas enfermedades pueden ser determinantes en cuanto al ritmo de crecimiento.
La mayoría de los padres solemos preocuparnos sobre cómo crecen nuestros hijos,  y realizándonos planteos del tipo: ¿estará creciendo correctamente?, ¿se alimenta bien?, ¿su peso es el adecuado?
Hay una serie de factores que determinan el ritmo de crecimiento de los niños, como por ejemplo la herencia genética, la alimentación y el sueño, así como las enfermedades que puedan contraer durante sus primeros años de vida.
En este orden, la cuestión genética  es importante ya que los genes inciden en nuestro peso y talla. Por lo que si los padres son altos, es muy probable que el bebé también lo sea.
Con respecto a la alimentación, ésta también posee un papel relevante en el crecimiento de los bebés. Tanto la leche materna como la de fórmula aportan todos los nutrientes necesarios para el desarrollo y crecimiento adecuado de nuestros hijos. Lo realmente importante es que se debe comprobar que el bebé aumenta de peso con regularidad.
En tanto que en los niños más grandes, una alimentación saludable y equilibrada también es fundamental para su desarrollo físico e intelectual.
Por su parte, el sueño desempeña una función reparadora en los bebés, debido a que durante el mismo el organismo segrega la hormona de crecimiento. Por lo que resulta sumamente importante respetar sus horarios de sueño.
Cabe aclarar que existen graves enfermedades, como la celiaca,  que pueden retardar el proceso de crecimiento del bebé.
Teniendo en cuenta ello, es indispensable que ante la menor duda acerca del crecimiento de nuestros niños consultemos con el pediatra, quien sabrá detectar cualquier tipo de anomalía y encarar, así, el tratamiento correspondiente.

Color de ojos del bebé

Una de las primeras cosas que solemos mirar los padres, tras el nacimiento de nuestro bebé, es su color de ojos, los cuales presentan un tono gris azulado. Aunque, probablemente, el color vaya variando hasta alcanzar su color definitivo.
Los bebés que nacen con los ojos marrones, conservarán ese color o se transformarán en negros. Mientras que los bebés que al nacer presentan un color de ojos indefinido, pudiendo parecer grises o azules oscuros, éste comenzará a definirse entre los seis meses y el año de edad.
En tal sentido, el color de los ojos del bebé no cambia, sino que se va definiendo. La melanina es la sustancia que le da color al iris, así como a la piel y al pelo. En el caso de un recién nacido, las células que producen melanina son inmaduras y comienzan a producir melanina, dándole color de manera progresiva a los ojos, a medida que el bebé crece. Por esa razón, en un bebé recién nacido los ojos puede que sean de color azul y seis meses después ser negros.
No existe una regla exacta acerca del color de ojos que tendrá el bebé en función al color con el que nacen; todo depende de la herencia genética que recibe de sus padres. Así como tampoco hay una ley genética que señale qué color de ojos tendrá el bebé de acuerdo al color que posean los progenitores.
Por otro lado, se debe tener en cuenta que el color de ojos está estrechamente ligado con el color de piel y la raza. Por lo general, hay una tendencia a que los ojos oscuros dominen sobre los claros. De todas maneras, si existe una marcada tendencia genética en la familia a los ojos claros, probablemente el bebé también los herede.
Tampoco es posible precisar cuándo el bebé adquiere color definitivo de ojos, ya que se trata de un proceso que se da de manera distinta en cada bebé. En algunos bebés, el color de ojos que poseen a los seis meses es igual al que tendrán durante el resto de su vida, mientras que en otros no sucede lo mismo. El color se define en algunos bebés a los cinco meses, en tanto que en otros esto ocurre aproximadamente al año.
En fin, todo va a depender de la herencia familiar y el color de piel del bebé. A las pieles claras, con escasa melanina, se las asocia con los ojos claros, mientras que a las pieles con mucha melanina se las vincula con los ojos oscuros.

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