Salud bucal de nuestros niños

Al tener un bebé no sólo procuramos cumplir con las visitas periódicas al pediatra, para que nos vaya orientando acerca del crecimiento de nuestro hijo y realizarle los chequeos de rutina correspondientes, sino que también comenzamos a poner especial cuidado y observación en pos de lograr detectar cualquier síntoma de enfermedad o molestia del bebé.
La higiene dental es un factor muy importante para la salud del pequeño. La misma debe comenzar desde su nacimiento y no recién cuando aparecen los primeros dientes, como muchos creen. Para ello, se deben limpiar las encías con gasas húmedas o paños humedecidos, lo que permitirá cualquier posible infección en las mismas.
Al iniciarse el proceso de dentición, que generalmente se da alrededor de los seis meses de edad, es necesario continuar con el mismo sistema de limpieza. Ya a partir del año se recomienza empezar a utilizar el cepillo de dientes, solamente con agua o con un poco de pasta de dientes. Al efectuar este procedimiento, por un lado, le inculcaremos a nuestro pequeño hábitos de higiene adecuados y,  por el otro, podremos prevenir la presencia de infecciones o caries.
Sin embargo, a pesar de todos estos cuidados, existe la posibilidad de que surja algún problema vinculado con la salud bucal que requiera consultar con un especialista, ya sean caries, mal crecimiento de los dientes, etc.
De todas maneras, es importante destacar que con buenos hábitos y, sobre todo, mucha constancia, es posible asegurarles una óptima salud dental a nuestros hijos.

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Los analgésicos bucales pueden producir efectos adversos en los bebés

Durante el proceso de dentición es probable que los bebés sientan molestias y dolores, volviéndolos muy irritables, lo que se traduce en llantos constantes en todo momento. Ese es el motivo por el cual algunos padres, para aliviarles las molestias y el dolor de las encías, les suministran a sus hijos analgésicos. ¡Cuidado con esto! En algunos casos, los resultados podrían ser negativos y hasta fatales.
Si bien la aparición de los primeros dientes es un proceso natural por el que atraviesan todos los bebés, también puede llegar a ser muy doloroso. Por ello, los padres buscan el modo de ayudarlos para transitar  esta complicada etapa procurando aliviarles el dolor, el cual les puede hacer perder el apetito, generar irritabilidad, provocar llanto y problemas para dormir.
Es muy común que los padres empleen analgésicos bucales, de venta libre en las farmacias, para aplicarlos en las encías de los bebés sin antes consultar con el pediatra, pues desconocen los efectos secundarios de dichos medicamentos.
Según un comunicado lanzado conjuntamente por la FDA y el Instituto de Salud Pública de Chile, la mayoría de estos productos contienen Lidocaína, Pricolaína y Benzocaína, que en algunos pequeños pueden provocar un trastorno en la sangre que se lo conoce bajo el nombre de Metahemoglobinemia, el cual le impide a la hemoglobina transportar el oxígeno a los tejidos del cuerpo, generando daños cerebrales graves y, en los peores casos, la muerte.
Por esta razón, resulta indispensable que los padres cuyos hijos estén atravesando el proceso de dentición y posen intenciones de utilizar alguno de estos analgésicos bucales para calmar  sus síntomas, consulten previamente a su médico.

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Mitos sobre la dentición

En esta oportunidad profundizaremos lo que ya hemos viniendo hablando en otros post anteriores acerca del proceso de dentición en los bebés, en torno al cual existen ciertos mitos que son necesarios derribar. En ocasiones, se suelen asociar ciertos  síntomas a la dentición, los cuales no todos son ciertos. 
Es común escuchar que la dentición provoca diarrea, lo cual es falso. No existe conexión alguna entre cortar los dientes y que el bebé tenga diarrea. Lo que sí es real es que, en su afán de calmar el dolor, el bebé se lleva objetos a la boca que a veces no están higienizados, generándole en algunos casos malestar estomacal.
También, es común pensar que la etapa de dentición provoca fiebre y secreción nasal, síntomas que en realidad se encuentran más ligados a una infección viral que a la dentición misma. En tal sentido, vale decir que los bebés son más susceptibles a sufrir infecciones virales durante el proceso de dentición porque las encías están rotas, volviéndolos más vulnerables a las infecciones. Al mismo tiempo, es preciso destacar que cuando comienzan a salirles los dientes la mayor parte de los bebés también empieza a gatear, lo que implica un mayor acceso a una gran variedad de cosas que de seguro se llevarán a la boca, incrementando las probabilidades de infección.
Otra de las creencias es que la dentición genera dolor de oído. En efecto, la aparición de los dientes no produce directamente dolor de oídos, sino que el tímpano y los dientes, al compartir el mismo centro neurálgico, podrían hacer que se refleje el dolor que el bebé siente. A esta edad resultan más que normales las infecciones del oído, de modo que si el bebé se encuentra irritable y se tira de la oreja no implica que le estén saliendo los dientes, sino que tan sólo puede tratarse de una infección de oído.
Algo muy común es asociar la dentición a la producción excesiva de saliva. Y, en realidad, no es que haya más saliva, sino que el bebé permanece mayor cantidad de tiempo con la boca abierta sin tragar la saliva.
Por último, se suele creer que la salida de los dientes produce pérdida de peso. En esto hay algo de cierto, ya que cuando hay sensibilidad y dolor en las encías puede que el bebé se niegue a comer y, por ende, pierda algo de peso.

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