Ictericia en el recién nacido

Absolutamente todos los recién nacidos, poseen niveles altos de bilirrubina en la primera semana de vida. Incluso, entre el 60 y el 70 por ciento de los casos derivan en ictericia, que consiste en la coloración amarillenta de la piel y en la esclera, parte del ojo, a causa de un aumento en los índices de bilirrubina en la sangre. De este modo, la bilirrubina es depositada en la piel, así como en los huesos y tejidos del cuerpo; empezando por la cara, siguiendo por la cabeza hacia los pies y al descender lo hace a la inversa.
Se trata de una característica muy común y en la mayoría de los casos es de naturaleza benigna,  solucionándose de forma espontánea o con ayuda de los profesionales médicos. Pero en algunos casos, se transforma en un problema que puede devenir en daño neurológico permanente e inclusive la muerte.
El aumento de bilirrubina en la sangre se produce por diversos motivos. Por un lado, mientras permanece en el vientre materno, el bebé precisa una gran cantidad de glóbulos rojos.  Pero al nacer, requiere menos cantidad, de modo que son destruidos y se transforman en bilirrubina, la cual ve incrementado su nivel, que por lo general se estabiliza en los primeros días de vida.
También, es posible hablar de ictericia fisiológica y de ictericia por leche materna.
La ictericia fisiológica es la que se presenta entre el segundo y quinto día de vida del bebé, aumentando los índices de bilirrubina desde el nacimiento hasta el quinto día, para luego disminuir de manera progresiva hasta alcanzar niveles normales en el lapso de unos días o semanas, mientras el hígado madura produciendo la enzima glucoronil transferasa, la cual ayuda a eliminar la bilirrubina. En este caso, es altamente recomendable la lactancia materna ya que las grasas que aporta estimulan el funcionamiento de los intestinos, favoreciendo la evacuación del meconio y evitando así que la bilirrubina sea reabsorbida. Además, la fototerapia es un tratamiento que también ayuda a reducir el alto nivel de bilirrubina.
En tanto que la ictericia por leche materna representa una prolongación de la ictericia fisiológica del bebé, y se produce por una reacción a una sustancia de la leche materna, la cual incrementa la absorción de bilirrubina en el intestino del recién nacido.

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Síntomas que ponen en riesgo la vida de un recién nacido

Según lo publicado en la revista The Lancet, la primera semana de vida del bebé es la etapa en que se producen más muertes infantiles. Dicha afirmación se desprende de una investigación que realizó esa publicación, a través de la cual se precisaron algunos síntomas que sirven para diagnosticar a tiempo enfermedades que pueden ocasionar el fallecimiento del bebé en su primera semana de vida.
Uno de los síntomas de los que hace referencia la investigación se centra en la dificultad del recién nacido para alimentarse. Por ello, si el bebé regurgita demasiado, debido a que poseen un exceso de ácido estomacal, o posee abundante moco espumoso en la boca, pueden ser un síntoma que indique la presencia de una enfermedad denominada atresia y fístula, la cual se desencadena cuando el esófago y la tráquea no se encuentran del todo desarrollados.
Por su parte, las convulsiones pueden ser síntoma de que el pequeño sufre de epilepsia así como de algún trastorno neurológico.
También, cuando el recién nacido presenta letargo, es decir, cuando solamente se mueve al ser estimulado, puede estar indicando diversas enfermedades, como por ejemplo la hipoglucemia, la cual se desata cuando la cantidad de glucosa en la sangre se encuentra por debajo de lo normal.
En cuanto a la temperatura corporal, si ésta es igual o mayor a 37,5 grados puede suponer alguna enfermedad o infecciones; mientras que si se sitúa por debajo de los 35,5 grados también es peligroso en especial si se trata de bebés prematuros.
Si la respiración es igual o mayor a 60 alientos por minuto, no es un buen indicador. La tasa de respiración de un bebé es de 40 alientos por minuto, por lo que se si el bebé mantiene una respiración agitada gran parte del tiempo es un síntoma que necesita ser estudiado por un profesional médico ya que el pequeño podría padecer algún problema respiratorio.
Por último, la investigación publicada por The Lancet señala que en caso que el pequeño posea una retracción grave del esternón da cuenta de la existencia de una dificultad en la inhalación del oxígeno, por la cual se retrae el tórax hacia las costillas por debajo del esternón o por encima de la clavícula.