Aumento de mamas, embarazo y lactancia. Resuelve tus dudas.

¿Estás embarazada y llevas prótesis mamarias? Entonces es muy probable que te hayas preguntado sobre la posibilidad de dar o no el pecho a tu hijo y que te asalten mil dudas sobre la calidad de la leche, el aspecto del pecho… y un sinfín de preguntas relacionadas con los implantes de mama y la lactancia. Por eso, en este artículo queremos ayudarte a aclarar algunas dudas habituales sobre este tema.

¿Vamos allá?

-. ¿Las prótesis de mama son perjudiciales para la lactancia?

No, al contrario de lo que muchas personas piensan, los implantes mamarios no tienen una repercusión negativa sobre la lactancia. Es muy probable que los implantes ni siquiera estén en contacto con la glándula mamaria, puesto que la gran mayoría de ellos (alrededor de un 90%) se colocan por debajo del músculo.

Por lo tanto, una madre operada puede dar perfectamente el pecho a su bebé si así lo desea y no tiene ningún otro problema que lo impida (siempre que se haya utilizado el surco submamario o la axila como vía de acceso para la operación).

-. ¿Puedo dar el pecho si me he operado hace menos de un año?

Sí, en principio el tiempo pasado desde la operación no debería influir en la lactancia (a menos que se trate de un periodo muy breve). En este caso, lo más importante a tener en cuenta es el tipo de operación realizada (la vía de acceso para la colocación de la prótesis).

-. ¿Si decido amamantar a mi hijo se me caerá más el pecho?

No, en principio no debería ser así. Los pechos tienden a caerse después de los embarazos, pero no por efecto de la lactancia, sino de los cambios hormonales y por el aumento de tamaño de las mamas experimentado durante la gestación. El número de embarazos también influye de forma considerable.

-. ¿Tendré que revisar o cambiar mis prótesis después de la lactancia?

No, la lactancia no influye en las prótesis, ya que éstas se encuentran colocada por debajo del músculo. Así pues, el hecho de dar el pecho no tiene ninguna incidencia en los implantes y no será necesario revisarlos ni mucho menos cambiarlos después de amamantar a un hijo. A no ser, claro, que exista otro problema.

-. ¿Puede variar la cantidad o calidad de la leche debido a los implantes?

No debería ser así. Los implantes no se encuentran en contacto con la glándula mamaria, por lo que no tienen ninguna afectación en la producción de la leche.

-. ¿Puedo operarme después del parto? ¿Cuánto tiempo debería esperar?

En general, tras un embarazo se recomienda esperar medio año para realizarse una operación de aumento de mamas, ya que los cambios hormonales producidos durante la gestación podrían alterar el resultado de la intervención. También hay que tener en cuenta que se si está dando el pecho este plazo podría aumentarse para garantizar un óptimo resultado de la cirugía.

Lactancia o no lactancia en época de fiestas navideñas

En muchas guías y libros sobre maternidad y premamás habremos leído en más de una y más de dos ocasiones que no está recomendado el consumo de alcohol cuando estamos embarazadas o dando el pecho a nuestro bebé pero, ¿podemos tomar una copa de vino o champagne estas Navidades?

La realidad es que estas fiestas, que se viven de forma prioritaria acompañados de nuestros mejores amigos y familiares, alteran por completo nuestros hábitos alimenticios, y eso puede perjudicar al pequeño, pero ¿es tan drástico? Vamos a averiguarlo.

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La leche materna: el mejor refuerzo para nuestro bebé

A pesar de que muchas madres no quieran dar el pecho a sus bebes, la gran mayoría sabe que se trata de la mejor forma de prevenirlos contra gran parte de organismos externos que amenacen su salud durante los primeros meses de vida. Y es que, la leche materna es rica en vitaminas esenciales.

Hablamos de vitaminas como la A, B12, C y E, además de llevar consigo sustancias únicas como la proteína leptina, encargada de regular al organismo. De esta forma podemos darle un buen soporte inmunológico, aportarle los nutrientes necesarios para su correcto desarrollo y prevenir a nuestro pequeño contra enfermedades alérgicas, además de reducir predisposición a la obesidad.

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La necesidad de usar pezoneras

Cuando somos madres, los primeros momentos a la hora de alimentar al pequeño son críticos. A veces nos desesperamos porque no conseguimos que se enganche bien al pecho, otras no sale leche y supone dolor para la madre y otras, a pesar de que el niño consigue mamar, no lo hace lo suficiente. Son algunas de las situaciones en las que se recomendará el uso de pezoneras.

Se trata de un sistema que pretende ayudar al pequeño a alimentarse, aunque no suele ser el primer recurso de las madres. Y es que, si son primerizas, los dolores y la escasez de leche irá pasando según el bebé se consiga colocar bien en el pecho a la hora de succionar.

Recien nacido mamando
© Angel Simon – Fotolia.com

¿Por qué podría ser necesario que la utilizase?

Con las pezoneras el niño se agarra mejor al pecho de la madre. Es por eso que se comienza a recomendar su uso, cuando se dan las citadas situaciones. Esto evitará que tengamos que recurrir a otros métodos. Además, ofrece al recién nacido un estímulo muy satisfactorio a la hora de alimentarse.

La razón es que ofrecen un estímulo claro en el velo del paladar, y eso invita al pequeño a succionar de forma más efectiva y segura. Además, la pezonera predispone al bebé para luego ser alimentado con biberón, así que, aunque nos parezca un fastidio en los primeros momentos, como todo, también tiene sus ventajas.

Si comenzamos a utilizarla lo que tenemos que vigilar es la producción de leche y la ganancia o no de peso por parte del pequeño. ¿Cómo hacerlo? Primero llevando la cuenta de los pañales que moja el bebé y después revisando la pezonera una vez que termine de comer el niño.

En ocasiones, los expertos pueden recomendarle también que se extraiga leche después de amamantar a su hijo. Se trata de asegurarse un complemento o suplemento, por si no fuese suficiente lo que succiona el pequeño directamente del pecho.

Tipos de pezoneras

Normalmente las pezoneras son de silicona, mucho más delgadas y suaves que las que se utilizaban hace años de caucho. La idea es que se acople al pezón de la madre de la forma más cómoda posible para ambos, pero sobre todo para el lactante.

Para escoger la más adecuada, deberá tener en cuenta el largo y el ancho de la punta que tiene la pezonera, que es lo que se acoplará al pezón. El largo, deberá acoplarse a la boca del bebé, pero no se pase, porque podría producirle nauseas.

Factores que limitan la producción de leche materna

La hipogalactia es un problema glandular que ocasiona la baja producción de leche materna y que puede originarse por diferentes razones.

La baja producción de leche materna puede producirse por una alteración de la glándula tiroides. Motivo por el cual las madres que han tenido problemas de tiroides, tanto antes como durante la gestación, deben someterse a un control de los niveles hormonales, pues ellos podrían ser la causa de la reducción en la producción de leche. De comprobarse la existencia de una alteración hormonal, la misma puede normalizarse con medicación.

Por su parte, también pueden ver limitada la producción de leche aquellas mujeres con síndrome de ovario poliquístico, problema que es tratado con fármacos durante el embarazo y al comienzo de la etapa de lactancia.

En general, la mayor parte de las mujeres pueden amamantar a sus hijos, excepto las que sufren agalactia, que básicamente consiste en una ausencia total de producción de leche materna vinculada al síndrome de Sheehan o infarto de la glándula pituitaria ocasionado por una hemorragia previa o posterior al parto. En esos casos, el tratamiento es un tanto complejo.

Otro de los problemas que afectan a la producción de leche materna es el peso, ya se trate por exceso o por delgadez extrema. Por ejemplo, la anorexia limita la producción dado a que puede llegar a reducir de manera significativa el volumen de tejido mamario. En el caso de las mujeres con obesidad mórbida, éstas suelen tener un retraso en la producción de leche superior a las 24-48 horas habituales.

Otros de los factores que pueden paralizar la producción de leche materna son la retención de la placenta, que se soluciona al eliminar los restos que hayan quedado en el útero, o la hipoplasia mamaria, que se da cuando los pechos no se han desarrollado.

Semana Mundial de la Lactancia Materna: Revaloricemos la cultura de amamantar

Aprovechando la celebración de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que tiene lugar entre el 1 y el 8 de agosto, es importante subrayar que esta práctica tan natural no sólo es beneficiosa para la salud del bebé y la mamá, independientemente del tiempo por el que se pueda prolongar, sino que además es una excelente manera para afianzar el vínculo entre las madres y sus pequeños.

Amamantar es un acto muy íntimo. Siglos atrás, dicha práctica se “heredaba” pues, como no había otra manera de alimentar a los niños, ninguna mujer necesitaba aprender a dar el pecho ya que todas crecían viendo cómo se hacía. Incluso, al convertirse en madres, recibían el apoyo de las mujeres mayores de su familia o comunidad. Sin embargo, la situación actual es muy diferente. En las ciudades, las madres deben enfrentar retos mayores. Es bastante factible que un buen númmero de las mujeres que hoy se encuentran en edad reproductiva, no hayan visto más que en contadas ocasiones a otra mujer dándole el pecho a su bebé, puesto que muchas de ellas son hijas de la generación en la que amamantar no era la norma.

En las últimas décadas, hemos visto como ha crecido la oferta de leche de fórmula y mamaderas, entre otros accesorios, lo cual contribuyó en gran medida a que se fuera perdiendo cada vez más la cultura del amamantamiento.

Debido a la falta de referentes, la existencia de mitos como “mi leche no lo alimenta” o “hay que amamantar al bebé cada tres horas” y hasta el hecho de contar con información errónea, las madres de hoy suelen encontrar diveras dificultades al poner a sus bebés al pecho. Las dudas, la angustia o el dolor físico, pueden llegar a interferir e incluso llevar a renunciar al acto de amamantar.

Por todo esto, es fundamental revalorizar la cultura de la lactancia, tal como lo hacen los grupos de apoyo que son promovidos por distintas organizaciones en todo el mundo, para que el amamantamiento vuelva a convertirse en norma. No hay que olvidar que la leche materna es el mejor alimento para los bebés.

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La lactancia materna ayuda a que el cerebro de los bebés se desarrolle mejor

Es sabido que no existe mejor alimento para el bebé que la leche materna. Además de los beneficios a nivel nutricional y emocional de la lactancia, se ha comprobado que también favorece el desarrollo del cerebro de los bebés.

La leche materna contiene anticuerpos que protegen al bebé contra diversas infecciones, bacterias y virus. El que la mamá haya contraído un virus leve no es motivo para dejar de amamantar por temor a contagiar al pequeño sino que, por el contrario,  es necesario que siga dándole el pecho porque, de ese modo, le transmite las defensas creadas por su cuerpo para combatir dicho virus.

Aparte de ser natural, la leche materna le proporciona al bebé las vitaminas, proteínas y grasas necesarias. Es bueno saber que la composición de la misma va cambiando conforme va creciendo el bebé, ajustándose a las necesidades nutricionales en sus distintas etapas de desarrollo.

Al margen de contribuir a que los bebés sean más saludables, prevenir la obesidad e incrementar su coeficiente intelectual, un estudio desarrollado por expertos de la Universidad Brown ha demostrado que la leche materna colabora con el desarrollo cerebral de los pequeños.

Para arribar a esta conclusión, los realizadores de la investigación estudiaron el desarrollo del cerebro de unos 133 bebés y niños, con edades comprendidas entre los 10 meses y los 4 años, mediante resonancias magnéticas (IRM). De este modo, pudieron observar que aquellos niños que ya habían cumplido los dos años y que habían sido alimentados exclusivamente con leche materna, como mínimo hasta los tres meses de vida, evidenciaban un mayor desarrollo en las zonas del cerebro vinculadas con las emociones, el lenguaje y la capacidad de pensamiento, en contraste con aquellos que fueron alimentados con leche materna y leche de fórmula a la vez o sólo con esta última. En concreto, se hallaron diferencias de entre un 20 y un 30 por ciento en el crecimiento de la materia blanca del cerebro.

Asimismo, una vez que los niños fueron mayores, los expertos comprobaron que quienes habían sido amamantados evidenciaban un mejor desempeño en el lenguaje, así como un control motor y una percepción visual mayores.

Y como si esto fuera poco, también se descubrió que los bebés que fueron amamantados hasta después de cumplir su primer año de vida mostraban un mayor desarrollo cerebral en aquellas áreas que controlan las habilidades motoras, en comparación con aquellos que fueron alimentados con leche materna por menos de un año.

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La actitud de las embarazadas ante la lactancia

La actitud que manifiesta una embarazada frente a la lactancia puede revelar si la madre amamantará o no a su bebé. Por ese motivo, resulta de suma importancia que reciban todo el apoyo necesario, ya sea de la propia familia, de especialistas o instituciones públicas; para ayudarles a superar las dudas y preocupaciones que que posean en torno a la lactancia materna. Así lo han determinado en un estudio un grupo de  investigadores de la Universidad de Alberta (Canadá), según el cual  ayudar a disipar temores y dudas servirá para que la madre alimente a su hijo con leche materna durante más tiempo.

Mediante dicha investigación se concluyó que las madres primerizas abandonan progresivamente la lactancia antes de cumplir los primeros seis meses, en contra de lo que recomienda la OMS (Organización Mundial de la Salud). Para realizar esta afirmación, los expertos encuestaron en dos oportunidades a unas 402 mujeres, la primera cuando estaban cursando un embarazo de 12 semanas y la segunda tras el parto. Los resultados revelaron que a pesar de que aproximadamente el 99% de las mujeres encuestadas amamantaba a sus bebés, solamente el 54% de ellas continuaron dándoles el pecho tres meses después del parto. Mientras que a los seis meses de haber dado a luz, tan solo el 15% de las mujeres que participaron del relevamiento reconoció que continuaba amamantado.

Al mismo tiempo, se determinó que el 54% de las madres mostraban una actitud neutral frente a la lactancia, es decir, que no tenían especial interés en amamantar a los bebés. La misma postura expresó el 53% de madres que alimentaban a sus pequeños con leche de fórmula a lo largo de los primeros seis meses de vida. Pero tal vez lo más llamativo de todo fue que poco más de la mitad de las mujeres que participaron del estudio optó por interrumpir la lactancia antes de cumplir con el periodo recomendado porque consideraban que no producían leche suficiente para alimentar a sus bebés.

Por otro lado, el estudio determinó que las madres que no eran primerizas eran más propensas a amamantar a sus hijos durante más tiempo. Lo cierto es que lo más recomendable es prolongar la lactancia materna el máximo de tiempo posible. Para eso, es necesario promover la lactancia entre las embarazadas, para modificar su actitud sobre la alimentación del bebé.

La insulina provocaría baja producción de leche materna

Un estudio realizado en forma conjunta por expertos de la Universidad de California y del Hospital Médico Infantil de Cincinnati relaciona la resistencia a la insulina con la baja producción de leche materna. Hasta el momento, la insulina no era considerada como un factor que influyera en la producción y regulación de la leche materna pues las células de las glándulas mamarias no la necesitan para funcionar. Sin embargo, a partir de esta investigación se ha establecido que la insulina produce un aumento de la susceptibilidad de la glándula mamaria durante la lactancia, lo cual puede hacer que la madre no tenga la posibilidad de amamantar de manera correcta al bebé debido a la falta de leche.

Este estudio se basó en los resultados de un trabajo anterior en el cual se verificó que las mujeres que fueron madres a una edad avanzada, así como aquellas que padecían sobrepeso o tenían bebés con exceso de peso, necesitaban más tiempo para producir leche, situación que evidencia la probabilidad de que la insulina tenga un efecto negativo en la producción de leche.

En la nueva investigación que se ha publicado se determinó que la glándula mamaria es más susceptible a la insulina de lo que hasta ahora se pensaba. En efecto, los especialistas plantean que el 20% de las mujeres de entre 20 y 44 años son prediabéticas, es decir, cuando se cumplen algunos de los criterios asociados al diagnóstico de la diabetes. Según el estudio, alrededor del 20% de las madres estadounidenses corren riesgo de no poder ofrecerles a sus bebés la cantidad de leche materna que ellos precisan por acción de la insulina. Claro que tales datos pueden ser aplicados a madres de todo el mundo.

En el trabajo de investigación, los expertos lograron descubrir que diversos genes se activaban o desactivaban para ayudar a que las glándulas mamarias segreguen calostro en pequeñas cantidades en los días posteriores al parto, para luego producir de manera abundante leche materna y, de ese modo, lograr satisfacer las necesidades de los bebés. En el caso particular del gen PTPRF, descubrieron que puede actuar como una especie de biomarcador que asocia la resistencia a la insulina y una producción de leche insuficiente.

Ahora resta que los investigadores continuen trabajando para encontrar un fármaco que pueda mejorar la acción de la insulina y, al mismo tiempo, fomentar la producción de leche materna.

Las obligaciones laborales son el principal motivo de abandono de la lactancia materna

Considerando los resultados de una encuesta desarrollada por Iniciativa Global para la Lactancia (The Global Breastfeeding Initiative), el tiempo de lactancia materna se ve reducido por las obligaciones laborales. En tal sentido, a pesar de que las madres sostienen que lo mejor es que sus hijos dejen el pecho a los 17 meses, cuestiones como la vuelta al trabajo y los problemas sociales hacen la lactancia se vea interrumpida a los 6 meses de edad. De acuerdo a los datos de la encuesta, un 89% de las madres dejan de amamantar a sus bebés antes del primer año de vida, aunque la media del abandono se produce a los 6 meses. Además, la información que se desprende de dicho sondeo da cuenta de la existencia de una progresión entre el abandono y la edad del bebé, pues el 69% de las madres amamantan a sus hijos durante los tres meses iniciales, pero luego el porcentaje se reduce de manera gradual mes a mes, al punto de que solamente un 18% de las madres continúan con la lactancia hasta que sus hijos cumplen dos años. Con respecto a la tasa de abandono de la lactancia, los especialistas en el tema sostienen que la sociedad puede ser catalogada como responsable de haber modificado el hábito de lactancia a largo plazo. En efecto, muchas madres no pueden mantener la lactancia, por más que así lo deseen, sobre todo debido a la actividad laboral que llevan a cabo, aunque a ello se le suman las dificultades para amamantar en espacios públicos. La inexistencia de conciliación laboral y familiar, así como la imposibilidad de gozar de un permiso de maternidad semejante al de  otros países del mundo, haciendo hincapié en la alimentación y el bienestar del bebé, los prejuicios sociales que surgen al ver al ver cómo una madre amamanta a su bebé en un lugar público, son cuestiones en las que se está trabajando para poder cambiar la situación, aunque para ello parece quedar un largo trecho.

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