Los niños concebidos por reproducción asistida poseen un mayor riesgo cardiovascular

fecundacion-in-vitro[2]Se dio a conocer los resultados de un estudio realizado en forma conjunta por expertos de la Universidad Pompeu Fabra y la Universidad de Barcelona. En concreto, a través de dicho trabajo se determinó la existencia de un mayor riesgo cardiovascular en los niños que son concebidos por reproducción asistida.
Dicha investigación se baso en dos estudios recientes, en los cuales se sugería que los niños de 10 años de edad que fueron concebidos mediante  Fecundación In Vitro tenían la presión arterial más alta en comparación con aquellos que habían sido concebidos normalmente. A raíz de este dato, los expertos formularon la hipótesis de que la reproducción asistida podría ocasionar alteraciones en el corazón del bebé durante la gestación. Para dar respuesta a ese planteo, realizaron un seguimiento durante el lapso de un año a un grupo de 200 embarazadas, la mitad por concepción natural y el resto por Fecundación in Vitro, controlando además el desarrollo de los bebés hasta que cumplieron 6 meses de vida.
De este modo, los investigadores constataron que los fetos presentaban cambios en la función y estructura del corazón, los cuales perduraban luego del nacimiento, asociados a hipertensión y a un mayor grosor de las arterias. Tales cambios se asemejan a los que presentan los niños que padecen obesidad y diabetes, problemas que acarrean un mayor riesgo cardiovascular al llegar a la adultez. Al respecto, los especialistas verificaron que los niños concebidos por Fecundación In Vitro poseen un riesgo cardiovascular hasta diez veces mayor que los pequeños concebidos de forma natural.
A pesar de estos resultados, lo bueno es que estos cambios pueden revertirse en la mayoría de los casos, reduciendo o eliminando ese factor de riesgo con una dieta equilibrada y rica en Omega 3.

¿Qué hacer para que los niños duerman siesta en verano?

Durante las vacaciones de verano es muy común que los niños se resistan a dormir la siesta, sobre todo porque en este periodo los hábitos y rutinas son modificados, por lo que en general suelen comer y dormir a deshoras. Sin embargo, lo más recomendable es que los pequeños duerman la siesta en verano, en especial los menores de tres años, porque ello hará que estén menos nerviosos e inquietos, y que cuenten con la energía para afrontar la tarde.

Para lograr que los niños duerman la siesta es sugerible acostarlos en un sitio fresco y ventilado para que no los afecte tanto el calor dificulta. Asimismo, es  importante que el ambiente tranquilo para ayudarlos a conciliar el sueño.

También, los padres pueden optar por leerles un cuento, poner un poco de música que propicie un clima de relajación o permanecer junto a ellos hasta que se duerman, por dar un ejemplo. A su vez, resulta indispensable que se sientan cómodos, para lo cual es necesario vestirlos con ropa ligera y holgada, evitando taparles con ropa de cama en caso que la la temperatura sea confortable.

La siesta puede ser definida como una práctica beneficiosa, cuya duración debe oscilar entre los 20 minutos y las 2 horas. Generalmente, los más pequeños son más propensos a  tener un sueño más largo. Según la opinión de los expertos, la siesta es indispensable para los menores de cinco años, porque les ayuda en su crecimiento y desarrollo.

En normas generales, los menores de tres años son quienes poseen mayor facilidad para poder dormirse. Pero a partir de esa edad los niños desean continuar jugando, sin importar cuán cansados estén.  Por supuesto que todo depende de cada niño en particular. Algunos se quedan dormidos automáticamente después de almorzar, mientras que otros precisan algo de ayuda para poder conciliar el sueño. Por ese motivo, cada padre seguramente cuenta con las herramientas necesarias para lograr que su hijo desista de continuar despierto.

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Los bebés son capaces de saber cuando la madre va a abrazarlos

Gracias a una investigación reciente llevada a cabo por expertos de la Universidad de Portsmouth, en Reino Unido, hoy podemos conocer que los bebés de apenas dos o tres meses de vida saben cuando su madre va a recogerlo de la cuna y abrazarlo, motivo por el cual adoptan cierta rigidez para prepararse para ello. En efecto, este comportamiento evidencia dicho mecanismo que contrarresta el efecto desestabilizador de ser recogido.
La primera etapa de la investigación fue realizada con 18 bebés de tres meses, mientras que la segunda se hizo con 10 bebés de entre 2 y 4 meses de edad. Los resultados reflejaron que el mecanismo ya estaba desarrollado a los dos meses de vida, sobre todo cuando el bebé miraba a la madre y, al mismo tiempo, observaban sus manos al estirarse hacia ellos.
Si bien la prueba fue realizada con bebés de dos meses, los investigadores consideran que es probable que este mecanismo se desarrolle en los pequeños pocos días después de su nacimiento. Por eso, los expertos no descartan la posibilidad de repetir la prueba pero con bebés de solamente unas semanas de vida.
Según los especialistas, estos resultados dan cuenta de la necesidad de replantear la manera en la que es estudiado el desarrollo infantil, en especial tras descubrir que los bebés pueden comprender las acciones de otras personas que van dirigidas hacia ellos.
Además, dicho mecanismo, por el cual los bebés saben cuando sus madres están por abrazarlos y adoptan cierta rigidez, podría utilizarse como un método de diagnóstico para la detección de determinados problemas de desarrollo, como puede ser el autismo.
Por otro lado, se logró detectar la existencia de una evolución, pues los bebés van mejorando la coordinación de sus movimientos, tornándolos más suaves y menos rígidos, a medida que transcurre el tiempo.

Desaconsejan el uso de insecticidas en el embarazo

A través de una investigación que se enmarca en el Proyecto INMA, que analiza los efectos que puede provocar para la salud y el desarrollo de los niños españoles la exposición a ciertos productos y contaminantes ambientales, se dio a conocer que los insecticidas pueden afectar de manera negativa al crecimiento del bebé y causarles problemas neurológicos. Incluso, estos productos podrían aumentar el riesgo de leucemia en los niños.  
La investigación se basó en un seguimiento de 2.456 madres e hijos de diferentes ciudades españolas, teniendo en cuenta, aparte de los insectidas que se usaban,  el estilo de vida de cada grupo familiar en particular y las características socio demográficas. Las madres fueron evaluadas desde el embarazo por un lapso de cinco años. Así, los investigadores lograron determinar que el 54% de las embarazadas emplearon algún producto para exterminar los insectos en sus viviendas, e incluso un 15% usó hasta dos insecticidas distintos para tal fin.
En concreto, el 45% de las mujeres utilizó insecticida en su habitación, en especial el que se usa con un dispositivo eléctrico. Para especificar un poco más los datos, se estableció que sólo un 5% lo usó todo el año, mientras que un 20% solamente lo hizo en ocasiones y el 75% restante lo empleó en aquellas estaciones en las que la acción de los insectos fue mayor. Al mismo tiempo, se estableció que otro de los métodos que más se empleó fue el insecticida en spray.
También, se comprobó el uso de insecticida en polvo, repelente, dispositivos de ondas y trampas para cucarachas, aunque en menor medida.
De este modo, es posible afirmar que más de la mitad de las embarazadas emplean insecticidas, uso que se prolonga hasta los primeros años de vida de los niños inclusive.
La exposición de las mujeres a estas sustancias suele ser por inhalación, contacto directo o por ingesta no intencionada. El problema reside en que los futuros bebés y niños son muy vulnerables a la exposición a los insecticidas porque sus organismos no se encuentran completamente desarrollados, razón por la cual el sistema inmunológico no está preparado para actuar como el de un adulto.

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La anemia infantil no siempre es detectada a tiempo

Hay determinados síntomas que se manifiestan en niños y adolescentes a los cuales es necesario estar atentos, porque es muy común que se presenten casos de anemia sin que sean detectados por los adultos, lo que constituye un peligro para su salud pues la deficiencia de hierro incide en el desarrollo.
La anemia es un problema nutricional que se presenta con frecuencia en niños y adolescentes dado a que crecen de manera muy acelerada y su alimentación suele ser mediocre, de modo que no aporta el porcentaje de hierro necesario para el desarrollo. Por ese motivo, los profesionales de la salud les recomiendan a los padres asistir con sus hijos a los controles periódicos para poder conocer cuál es su estado de salud.
Con frecuencia, los síntomas de la anemia pueden pasar inadvertidos, es por esa razón que los especialistas aconsejan estar atentos a diferentes indicios, como la palidez del rostro y cuerpo, la falta de apetito, somnolencia permanente y a un estado de ánimo de absoluta apatía.
Aquellos que desde la infancia padecen anemia sin saberlo, corren un riesgo mayor de sufrir toda clase de enfermedades que pueden conllevar un retraso en el crecimiento, así como problemas de aprendizaje y en el desarrollo psicomotor. De ahí que es de suma importancia detectar la enfermedad y tratarla a tiempo para evitar futuras complicaciones.
El motivo por el cual muchos padres no perciben que sus hijos poseen anemia radica en que los síntomas, por lo general, no son tan evidentes como se cree. Lo primero que suele evidenciarse es la fatiga y la somnolencia constante, sumado a la falta de concentración, desinterés y el bajo rendimiento escolar.
En aquellos casos de cuadros graves de anemia pueden presentarse problemas cardiovasculares y neurológicos, así como de conducta. Por consiguiente, es indispensable que los niños y adolescentes se alimenten de manera adecuada para evitar cualquier tipo de complicaciones.

Efectos del estrés en los niños

El estrés no sólo es un problema que afecta a los adultos sino que incluso los niños pueden padecer esta enfermedad anímica, la cual puede afectar el normal desarrollo de los mismos.
En tal sentido, el estrés puede afectar negativamente el desarrollo saludable de los niños producto de la activación en exceso o muy prolongada de los sistemas de respuesta al estrés en la totalidad de su organismo, ocasionando inmediatamente problemas e incluso a largo plazo, pues sus efectos se pueden evidenciar en la adultez debido a que se tornan más propensos a padecer cáncer, depresión crónica o asma.
Esta información fue dada a conocer por el estudio realizado por la Academia Estadunidense de Pediatría, según el cual se ha comprobado que hay una respuesta tóxica en el cuerpo de los pequeños causada por el estrés, viéndose perjudicados su conducta, sus habilidades de aprendizaje y salud en general.
Los niños sanos aprenden naturalmente a lidiar con los niveles de estrés, pero en numerosos casos el problema puede tornarse grave, constituyendo una amenaza para el cuerpo de esos pequeños, el cual responde al estrés incrementando las hormonas de la presión arterial, el cortisol y la frecuencia cardíaca, generando un desgaste en su organismo.
Por lo general, un niño puede superar la crisis rápida y efectivamente cuando se produce la activación de los conos de respuesta, pero en algunos casos esa respuesta puede ser excesiva y extenderse por más tiempo, algo que puede dejarle marcas para toda su vida.
De acuerdo a lo que indican los expertos, hay un estrés positivo, que es completamente normal y previsible en la vida de todo niño, el cual produce el aumento de la frecuencia cardíaca. Aunque además existe un estrés negativo, que se presenta cuando el niño debe afrontar solo una situación adversa, sin contar con el respaldo de las personas adultas.

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Jugar es mucho más que un pasatiempo

Más allá de la edad que se tenga, jugar es una actividad positiva y beneficios tanto para la mente como para el cuerpo. Pero básicamente se trata de algo fundamental durante la infancia.
Para evitar que se aburran, es importante que los niños se mantengan entretenidos jugando, pues esto es indispensable en el día a día de los pequeños, pues a través de los juegos puede activarse distintas partes de su cerebro y su cuerpo. Ese es el motivo por el cual es necesario que los niños jueguen tranquilos, ya que es una de las mejores formas para aprender a interpretar el mundo que los rodea.
No se trata únicamente de un pasatiempo sino que es una actividad a la que el pequeño le dedica mucha atención y entendimiento. De modo que los juegos de mesa, los juegos de ingenio o cualquier otro que involucre el cuerpo, son una valiosa herramienta para la conducta y el aprendizaje de los niños.
Al jugar se completa la construcción del aparato psíquico de las personas, razón por la cual sirve mucho también como herramienta terapéutica en aquellos niños que sufran alguna enfermedad, se encuentran tristes o estresados. De todas maneras, los extremos nunca son buenos, por lo que si un pequeño no siente ganas de jugar o posee mucha energía para lograr concentrarse en sus juegos, entonces habrá que analizar lo que está pasando por su mente.
Mediante el juego, el niño puede experimentar lo que es ganar, perder, sentirse ansioso o poderoso. A la vez que puede experimentar el esfuerzo, la espera, la resistencia o la renuncia. Por eso, para un mejor desarrollo, resulta sumamente importante incentivar a los niños para que jueguen.

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Sólo el 4% de los niños posee completo el calendario de vacunas

A pesar de las numerosas campañas que dan cuenta de la importancia que tiene respetar el calendario de vacunas durante la infancia, a nivel mundial sólo el 4% de los niños se hallan actualmente totalmente inmunizados por haber recibido las 11 vacunas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Lamentablemente, esta cifra alarmante revela que pocos son los adultos y responsables de la salud que consideran lo importante que es respetar el cronograma de vacunas para la protección de los niños. Dicho plan vacunatorio tiene que ser seguido al pie de la letra en lo que respecta a tiempos y desarrollo, motivo por el cual la Alianza Mundial para la Inmunización y la Vacunación (GAVI) lucha por conseguir una cobertura universal.
Si bien se desconoce cuál es promedio de niños que reciben las 11 vacunas, pues no hay forma de saberlo ya que hasta ahora sólo se miden tres de ellas, se estima que oscila el 4% en todo el mundo. Pero con las labores denodadas que viene desarrollando GAVI desde hace diez años, se espera poder llegar a una cobertura del 10% en el 2015.
El problema pareciera residir en que hasta el momento la comunidad sanitaria mundial tan solo mide la cobertura del DPT3, que estipula vacunar a los niños tres veces contra el tétanos, la difteria y la tos ferina, en tanto que el plan que recomienda la OMS engloba las vacunas contra la hepatitis B, el neumococo, la tuberculosis, la ingluencia hemofílica tipo B, la polio, y la totalidad de las eruptivas, como las paperas, el sarampión, la rubéola y la varicela.
Lo cierto es que la cifra de niños que recibieron todas las vacunas es baja, aunque se espera que la situación mejore por el bien de la salud y el desarrollo infantil.

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Mirar TV por las noches reduce las horas de sueño en los niños

Es sabido que los niños no deben permanecer mucho tiempo mirando TV, pues lo que ellos precisan es concentrarse en otras actividades que contemplen el ejercicio físico o el empleo de sus habilidades mentales. Pero ahora se dio a conocer un estudio, según el cual la excesiva exposición frente a la televisión antes de irse a dormir puede generarle a los niños trastornos del sueño e incluso insomnio.
La investigación realizada por la Academia Estadounidense de Pediatría, con sede en Chicago, concluyó que ver la TV por las noches puede ocasionarle al niño dificultades para conciliar el sueño, reduciéndose las horas de sueño y perjudicando el desarrollo del pequeño. 
El estudio, titulado “Actividades previas y tiempo de inicio del sueño en los niños”, ha comprobado la existencia de una relación entre la exposición al televisor por parte de niños y adolescentes y menos horas de descanso por la noche.
Para arribar a dicha conclusión, fueron estudiados unos 17 mil niños y adolescentes, con edades comprendidas entre los 5 y los 18 años. Concretamente, los investigadores llevaron a cabo un seguimiento de las rutinas que desarrollaban los participantes durante los 90 minutos previos a irse a la cama, incluyendo lo que comían y las actividades que realizaban antes de irse a dormir, como leer, escuchar música, mirar televisión, entre otras. En función a ello, se dividieron las actividades en tres grupos: el tiempo sedentario que estaban mirando TV, el tiempo sedentario en el que se mantenían alejados de la pantalla y los preparativos de cuidado personal. Una vez hecho esto, se estableció una vinculación del comportamiento con la aparición posterior del sueño, fijándose cuatro categorías: muy temprano, temprano, tarde o muy tarde.
La mayor parte de los niños que participaron del estudio miraban la TV  durante 30 y 90 minutos antes de irse a dormir, descubriéndose que estos demoraban más en dormirse, en comparación con aquellos que no miraban televisión, quienes se dormían más temprano.
Por ello, los expertos recomiendan acotar el tiempo que pasan los niños frente al televisor, ya que ello puede ser la clave para tener un mejor descanso y, por ende, más energía al día siguiente.

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Cantarle al bebé estimula su capacidad auditiva

Los especialistas en salud aseveran que cantarle al bebé desde que nace es muy beneficioso para el desarrollo infantil . No interesa si los padres piensan que cantan mal o que les resulta difícil seguir el ritmo, lo importante es que al hacerlo se contribuye con el pequeño para que pueda desarrollar su sistema auditivo.
Tal apreciación se desprende de un estudio realizado recientemente por científicos pertenecientes a la Universidad de Helsinki, a través del cual se ha demostrado que al cantarle a los niños desde que son muy pequeños puede ayudarlos a que tengan un oído bien desarrollado.
Según los autores de la investigación, en los últimos tiempos han quedado demostrados los efectos que produce la formación musical formal en lo relativo a la plasticidad de las neuronas. Pero para un alto porcentaje de niños, la experiencia musical procede de actividades informales, como las canciones que se cantan en casa, y no así del entrenamiento con un instrumento.
Del estudio participaron unas 25 familias, todas ellas con niños de entre dos y tres años de edad que concurrían a la misma guardería, las cuales se sometieron a diversas pruebas con el propósito de medir las capacidades auditivas de los pequeños. Una de las pruebas que se les realizaron fue un electroencefalograma, mediante el cual pudo evaluarse la habilidad de los niños para identificar los sonidos. Al tiempo que se tuvieron en cuenta los hábitos musicales que prevalecían en cada hogar, como cantar o escuchar música.
De ese modo, los resultados dieron cuenta de la existencia de una relación entre un óptimo desarrollo auditivo en aquellos niños que poseían gran sensibilidad acústica o habilidad para reconocer sonidos, en cuyos hogares era común la actividad musical, que incluía canciones, bailes y juegos improvisados.

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