Si los pediatras defienden la lactancia a demanda, también deberían hacerlo con la lactancia artificial, la cual debería estar menos regulada. En efecto, si el bebé no desea tomar toda la leche que se le ha preparado en el biberón, no se debe forzarlo a hacerlo.
Las medidas del biberón están calculadas para que los niños no se queden con hambre. Así, los de mayor apetito toman toda o casi toda la leche, y los de menor apetito suelen dejar un poco.
En tal sentido, la lactancia artificial tiene que ser a demanda al igual que lo que sucede con el pecho. Pues lo cierto es que el niño sabe cuánto necesita comer y en qué momento, de modo que es necesario darle lo que pide y no necesariamente lo que se aconseja.
De este modo, se debe ofrecer el biberón cuando el pequeño tenga ganas, sin importar si es “antes de la hora”, puesto que como dijimos las necesidades de los niños no entienden de horas y relojes.
Puede ocurrir que algunos niños prefieran tomar, por dar un ejemplo, diez biberones pequeños y no cinco más grandes, mientras que otros pueden preferirlo al revés. Si el pequeño comió hace poco y demuestra tener hambre, lo aconsejable es preparar poca cantidad ya que lo más probable es que no tenga mucha hambre.
En el caso de que al prepararle el biberón varias veces seguidas y lo termine todo, lo mejor es probar con preparar una medida más de leche. Con un poco de sentido común, es posible encontrar el ritmo de biberón del niño, el cual no es necesariamente el mismo que el de otros bebés.
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