¿Por qué llora mi bebé con extraños?

Cuando tenemos a nuestro bebé en brazos o a nuestro pequeño, ya con algunos meses, se siente seguro y confortable, pero ¿os ha pasado que al cogerle otras personas se pone a llorar? ¿Por qué sucede esto? Al final los niños perciben sensaciones y en ocasiones les desconciertan esos rostros que no les son tan conocidos.

Esa reacción se suele producir con unos 8 meses de edad y, lejos de lo que nos pueda parecer, se trata de una etapa más que deberán atravesar. Parte del hecho de que comienzan a reconocer mejor a las personas que aparecen en su vida, están desarrollando sus habilidades perceptivas y eso les hace a veces tener este tipo de reacción.

Niño llorando en una cocina.
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Alarma y temor ¿qué hacer nosotros?

Muchas veces pensamos que enfrentarle al hecho de que no se trata de nada alarmante, es la mejor decisión. Sin embargo, no debemos perder la perspectiva de que nos encontramos delante de una persona que aún no razona, por eso lo primero a tener en cuenta es que no podemos obligarles a enfrentarse a ese temor.

La sensación de protección y seguridad que nosotros les ofrecemos es clave, y no debemos perderla de vista. Hay que mantener la calma en todo lo que está sucediendo, porque si nos ponemos nosotros en alerta o nerviosos, el pequeño también lo percibirá y será totalmente contraproducente.

Es por eso que lo mejor que debemos fomentar en estos casos es la sociabilidad. Hay que favorecer que el pequeño se relacione con más gente, que nos vea interactuar con ellos y cambiarle de escenarios: la casa, el parque, el restaurante, el bar… todas esas situaciones con amigos y familia que les acerquen a esa realidad que por un momento les ha despertado la señal de alarma.

Pasajero o ¿puede ser algo más?

Se trata de una etapa, como decimos. Por eso no debemos preocuparnos. Es algo pasajero que a los dos años irá dando paso a otra forma de relacionarse con el entorno. Hasta entonces nuestra labor es ir adaptándole a ese momento.

Al final todo se trata de que vean a otras personas y se habitúen a la interacción de sus padres y de ellos mismos con los demás. La sensación de pertenencia y seguridad que sienten, poco a poco se irá diluyendo y ya no habrá este tipo de rabietas, así que, paciencia.