Durante sus primeros años de vida, el cuerpo del niño atraviesa todo tipo de procesos de crecimiento pues su organismo se halla en continuo desarrollo tanto de sus habilidades como cualidades. Es por esa razón que los padres tienen que prestar mucha atención a su evolución natural, ya que pueden presentarse complicaciones auditivas que pueden incidir en el lenguaje del niño.
En el caso de que el niño posea algún problema auditivo, es importante que reciba tratamiento cuanto antes para así poder evitar complicaciones en el plano personal, social, emocional y cognitivo.
El desarrollo de la audición se puede seguir desde la primera semana de vida del bebé puesto que existen equipos especiales que ofrecen la posibilidad de conocer la capacidad que tiene el bebé para oír, sin necesidad de que el mismo responda. Tales estudios no son para nada molestos para el niño que solo debe permanecer inmóvil en los brazos de su mamá para que éste pueda escuchar ciertos sonidos durante la extensión de la prueba.
Diferentes causas son las que pueden generar una reducción en la capacidad auditiva de un niño, como por ejemplo malformaciones congénitas, alguna breve exposición a sonidos de impacto repentino, infecciones en los oídos o la exposición constante a sonidos muy fuertes que pueden producir daños en el canal auditivo.
De todos modos, identificar la existencia de algún problema auditivo en los hijos puede resultar bastante complejo para los padres, dado que los pequeños con este tipo de problemas suelen a aprender por sí mismos a compensar su dificultad auditiva, volviéndose más receptivos y sensibles a las señales informativas y demás mecanismos de lenguaje. Un diagnóstico tardío puede dejar secuelas serias, entre las que se incluye la sordomudez o el retraso psicomotor.