Los niños que van a la guardería están más expuestos a las infecciones

Los niños menores de dos años que concurren a la guardería corren más riesgo de contraer infecciones, tales como neumonía, otitis, etc. Al menos así lo demuestra un estudio de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), el cual fue publicado el pasado mes de julio.

La investigación demuestra que los niños que van a la guardería no sólo consumen más medicamentos sino que incluso comienzan a necesitarlos más frecuentemente. En el caso de los pequeños menores de un año de vida, tienen 2,5 más posibilidades de necesitar recibir corticoides inhalados.

De todos modos, esto no significa que los niños menores de 2 años no deban asistir a la guardería, ya que los especialistas aseveran que la exposición a determinados gérmenes puede resultar positiva, en especial para la estimulación del el sistema inmunológico pues lo vuelve capaz de reaccionar ante el ataque de los mismos microorganismos patógenos a futuro. Además, es necesario tener en cuenta que las condiciones higiénicas son de suma importancia, sin embargo la higiene excesiva es tan o más contraproducente que la deficiencia de la misma.

Vale recordar que este tema fue tratado hace un tiempo en el XXXVII Congreso de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergia y Asma Pediátrica (SEICAP). Durante dicho encuentro, se hizo especial hincapié en que la sobreprotección de los bebés para evitar que contraigan virus y bacterias afecta negativamente el desarrollo del sistema inmunológico, a la vez que aumenta el riesgo de que los pequeños sufran alergias.

Imagen:

gsslatino.com.mx

La ansiedad de los padres durante el embarazo repercute en el futuro bebé

Uno de los problemas que afrontan las parejas actualmente es el de la ansiedad durante el embarazo, situación que influirá en la vida del futuro bebé. Al menos así lo revela un estudio que fue publicado en Pediatrics, el cual analiza la existencia de una relación entre los síntomas de los trastornos psicológicos de los padres y el comportamiento de sus bebés cuando alcanzan los 36 meses de vida.

El objeto de análisis en el cual se centraron los investigadores fueron los datos referentes al desarrollo socioemocional y conductual que resultaron de una muestra de 31.663 niños noruegos. Además, recopilaron información sobre la salud mental de los futuros padres en las semanas 17 y 18 de gestación, así como datos acerca de la salud mental de las madres antes y después del parto. De este modo, se logró demostrar que un 3% de los padres presentaban alguna clase de trastorno vinculado con la ansiedad, a la vez que se comprobó que dicho problema se trasladaba de algún modo a los bebés, quienes a los 36 meses de edad tenían problemas de tipo social y emocional, además de problemas de conducta. Al mismo tiempo, se constató la existencia de un paralelismo entre el nivel de ansiedad o trastorno psicológico de los futuros padres y los problemas ya mencionados en sus bebés.

Los investigadores tomaron en cuenta otros factores que podían alterar los resultados del estudio, como el entorno de los padres, su nivel socioeconómico, su estilo de vida, entre otros. Sin embargo, los resultados no se vieron alterados por estos factores, ya que en todos los casos la ansiedad de los padres durante el embarazo repercutió de manera negativa en los niños.

A partir de este descubrimiento, los profesionales médicos podrán diagnosticar la salud mental de los padres para que reciban la asistencia necesaria durante el periodo perinatal, para prevenir por ende los efectos negativos en la salud de los niños.

Infecciones respiratorias en lactantes

Si hay algo que suele preocupar a los padres es que sus pequeños se enfermen. No obstante, es imposible evitar que los bebés contraigan algún tipo de infección respiratoria por lo menos una vez antes de cumplir dos años. Las infecciones respiratorias, que son ocasionadas por virus o bacterias, pueden ser leves o severas.

 Las infecciones respiratorias en los lactantes se transmiten por medio del aire que contiene gotas de tamaño imperceptible con secreciones y virus que son expulsadas por otros niños enfermos tanto al toser como al estornudar.

Los niños menores de dos años conforman un grupo vulnerable porque su sistema inmunológico aún no ha madurado, volviéndolos propensos al contagio. Por ese motivo, los expertos recomiendan amamantar a los bebés durante el mayor tiempo posible ya que a través de la leche materna reciben los anticuerpos necesarios, que los protegen contra las infecciones respiratorias y gastrointestinales.

Las infecciones provocadas por virus, como el de la influenza, el rinovirus, el de la parainfluenza, el adenovirus o el sincital respiratorio, son las más comunes aunque pueden ser graves si no se toman los recaudos necesarios.  Tal como ocurre con la bronquiolitis, enfermedad causada por el virus sincital respiratorio, que presenta gravedad desde el comienzo porque obstruye las vías respiratorias inferiores y, por ende, dificulta la respiración. Los virus también pueden causar neumonía, gripe, bronquitis y pulmonía.

Por su parte, entre las infecciones respiratorias originadas por bacterias tales como el neumococo, el estafilococo aureus, el estafilococo y el estreptococo pyogenes, están la sinusitis, amigdalitis, bronconeumonía y la meningitis bacteriana. Se necesitan antibióticos para su tratamiento.

Los padres suelen confundir los síntomas de las infecciones respiratorias con los de la gripe o resfriado, ya que son bastante similares. Entre ellos, podemos mencionar los estornudos, fiebre, tos, congestión nasal y dolor de garganta. Si el bebé tiene mucha fiebre, presenta dificultades para respirar, le duele el oído o si tiene mucosidad amarilla o verde, es importante consultar inmediatamente con el pediatra.

Imagen:

bebesymas.com

Crean analizador del llanto capaz de detectar problemas de salud en los bebés

Especialistas del Hospital de Mujeres y Niños, de manera conjunta con investigadores de la Universidad de Brown, crearon un analizador del llanto del bebé para poder detectar problemas de salud. Dicho dispositivo, es capaz de identificar variaciones mínimas en el lloro de los pequeños, las cuales son casi  imperceptibles para el oído de las personas, permitiendo de ese modo el tratamiento precoz ante la existencia de problemas del desarrollo o salud.

Los lloros del bebé, que poseen características acústicas prácticamente inaudibles, pueden dar cuenta de la presencia de trastornos neurológicos o del desarrollo.  Es por esa razón que los expertos crearon este nuevo sistema de diagnóstico no invasivo, a través del cual podrían detectarse problemas en un bebé que haya nacido con una lesión cerebral producto de alguna complicación durante el embarazo.

El dispositivo, en el cual se trabajó durante dos años, funciona en dos etapas. En la primera, la grabación del llanto es dividida en fracciones de 12’5 milisegundos, que son analizadas cada una en detalle para poder conocer cuál es la frecuencia del sonido y el volumen. En tanto que en la segunda fase se evalúan los datos obtenidos, poniendo especial atención en aquellos parámetros que pueden aportar información.

El analizador del llanto puede llegar a analizar hasta 80 parámetros distintos en total. En tal sentido, los especialistas señalan que el llanto puede revelar mucha información sobre la salud del bebé.

Para la realización de este trabajo los investigadores se basaron en un estudio llevado a cabo en la década del 60 sobre el Síndrome del maullido de gato, una extraña enfermedad genética resultante de la pérdida de un fragmento del cromosoma 5, lo cual hace que el llanto del bebé sea semejante a un maullido de gato.

Vale destacar que las diferencias sutiles de los llantos pueden ser provocadas por un déficit neurológico, problema que puede modificar el modo en el que los bebés controlan las cuerdas vocales.

Imagen:

lugarcito.com.ar

Desaconsejan el uso de insecticidas en el embarazo

A través de una investigación que se enmarca en el Proyecto INMA, que analiza los efectos que puede provocar para la salud y el desarrollo de los niños españoles la exposición a ciertos productos y contaminantes ambientales, se dio a conocer que los insecticidas pueden afectar de manera negativa al crecimiento del bebé y causarles problemas neurológicos. Incluso, estos productos podrían aumentar el riesgo de leucemia en los niños.  
La investigación se basó en un seguimiento de 2.456 madres e hijos de diferentes ciudades españolas, teniendo en cuenta, aparte de los insectidas que se usaban,  el estilo de vida de cada grupo familiar en particular y las características socio demográficas. Las madres fueron evaluadas desde el embarazo por un lapso de cinco años. Así, los investigadores lograron determinar que el 54% de las embarazadas emplearon algún producto para exterminar los insectos en sus viviendas, e incluso un 15% usó hasta dos insecticidas distintos para tal fin.
En concreto, el 45% de las mujeres utilizó insecticida en su habitación, en especial el que se usa con un dispositivo eléctrico. Para especificar un poco más los datos, se estableció que sólo un 5% lo usó todo el año, mientras que un 20% solamente lo hizo en ocasiones y el 75% restante lo empleó en aquellas estaciones en las que la acción de los insectos fue mayor. Al mismo tiempo, se estableció que otro de los métodos que más se empleó fue el insecticida en spray.
También, se comprobó el uso de insecticida en polvo, repelente, dispositivos de ondas y trampas para cucarachas, aunque en menor medida.
De este modo, es posible afirmar que más de la mitad de las embarazadas emplean insecticidas, uso que se prolonga hasta los primeros años de vida de los niños inclusive.
La exposición de las mujeres a estas sustancias suele ser por inhalación, contacto directo o por ingesta no intencionada. El problema reside en que los futuros bebés y niños son muy vulnerables a la exposición a los insecticidas porque sus organismos no se encuentran completamente desarrollados, razón por la cual el sistema inmunológico no está preparado para actuar como el de un adulto.

Imagen:

pequelia.es

Los envases de bebidas y alimentos con ftalatos pueden elevar la presión arterial en los niños

Los envases alimentarios que contienen ftalatos pueden producir un aumento en la presión arterial de los niños. Así lo demuestra un nuevo estudio desarrollado de manera conjunta por expertos de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos), Escuela de Medicina de la Universidad del Estado, la Universidad de Cincinnati y la Universidad de Washington.
Este compuesto químico, que es usado para plastificar el interior de los envases, se integra en los alimentos a consumir mediante un proceso de lixiviación. Para ser más claros, los alimentos al actuar como disolventes hacen que este compuesto se transfiera al alimento.
Para establecer la relación que existe entre ftalatos y el aumento de la presión arterial infantil, se estudiaron los datos de unos 3.000 niños y adolescentes que fueron otorgados por los Centros Nacionales de Salud Estadística del país. En base a ello, los investigadores lograron asociar la elevación de la presión arterial con el consumo de la sustancia química en cuestión, un plastificante que comúnmente suele estar presente en la mayoría de los envases plásticos que contienen bebidas o alimentos.
Según parece, las muestras de orina recogidas, cuyo nivel de ftalatos era tres veces mayor a lo normal, eran de niños y adolescentes que tenían una presión arterial más alta. Si bien la hipertensión es muy común en los mayores de 50 años, desafortunadamente cada vez este problema se presenta con más frecuencia en los niños.
En otro estudio, se realizó un análisis de los niveles de ftalatos que hay en las botellas de agua de plástico con el fin de establecer la cantidad de esta sustancia química que se integraba en el agua, centrándose para ello en tres marcas de agua embotellada que es comercializada en Hungría. Al parecer, cuanto más era el tiempo que el agua pasaba almacenada, mayores eran los niveles de dicho compuesto que se disolvía en ella. Al tiempo que se determinó que la concentración de ftalatos era mayor en los envases más pequeños.
Los especialistas esperan que este compuesto sea prohibido para la fabricación de envases de alimentos, tal como sucedió con el bisfenol A.

Asistir a los controles médicos de rutina reduce el riesgo de hospitalización

Los padres deben ser conscientes de lo importante que es cumplir con los controles médicos infantiles rutinarios, de lo contrario se duplica el riesgo de que los niños acaben hospitalizados, tal como lo señala el centro de investigación para la salud Kaiser Permanente (Estados Unidos) en un estudio. El hecho de que los pequeños se encuentren bien de salud no los exime de los controles pediátricos, pues a través de ellos es posible prevenir o detectar problemas futuros, reduciéndose de ese modo el riesgo de hospitalización y mejorando la calidad de vida de los niños.
Para arribar a dicha conclusión, los especialistas se encargaron de analizar los datos de unos 20.000 niños inscritos en Group Health Cooperative, una organización sin fines de lucro que brinda asistencia y cobertura médica a aproximadamente 700.000 personas. El seguimiento se realizó desde su nacimiento hasta que cumplieron los 42 meses de vida o hasta su primer ingreso al hospital.
En los niños que padecían ciertas enfermedades crónicas, como asma o algún problema cardíaco, se triplicaban las probabilidades de acabar hospitalizados si no concurrían a los controles pediátricos de rutina, mientras que en el caso de otras enfermedades el riesgo se multiplicaba por dos.
Así, los investigadores lograron determinar que el 76% de los niños concurrieron por lo menos unas 7 veces a las visitas con el pediatra.
A grandes rasgos, el 4% de los niños que formaron parte de la investigación y el 9% de los que padecían enfermedades crónicas terminaron hospitalizados, sobre todo por un ataque de asma o neumonía.
El riesgo aumentaba a medida que el número de visitas era menor. De este modo, aquellos que no asistieron a más del 50% de las visitas médicas de rutina  poseían 1,4 veces más posibilidades de ser hospitalizados, en contraste con los que concurrieron a la mayoría de los controles. Los niños con enfermedades crónicas y que no visitaron al médico, tenían entre 1,9 y 3,2 veces de probabilidades de ser hospitalizados.
Cabe aclarar que el estudio mencionado no puede ser usado como prueba para determinar la relación que existe entre el riesgo de hospitalización y el no asistir a las visitas rutinarias, aunque sí muestra que hay una clara asociación entre ambos factores.

Imagen:

bebesymas.com

Polémica: ¿Todos los niños tienen un trastorno mental?

De acuerdo al nuevo manual de Psiquiatría DSM, todos los niños tienen un trastorno mental. Sí, has leído bien. Todo niño que durante más de un año realice al menos tres episodios semanales de irritabilidad, arrebatos y berrinches, se le diagnosticará trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo.
El DSM ya creaba polémicas por considerar patológico cualquier conducta humana que exprese emociones que no sean una grata aceptación de lo que ocurra y una sensación de bienestar imperturbable. El nuevo DSM-V se ha convertido en un posible generador de nuevos trastornos psiquiátricos infantiles pues algunos comportamientos comunes en los niños son catalogados como enfermedades mentales.
Al respecto, entre los profesionales de la salud infantil existe una profunda preocupación sobre la medicalización de los niños. La polémica surge porque el diagnóstico sólo se basa en datos acerca del comportamiento infantil, sin ningún basamento en algún análisis médico o  en pruebas científicas. En efecto, para diagnosticar el “trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo”, sólo se tomarán en cuenta las declaraciones de los adultos que se encuentran a cargo el niño.
Pero, ¿acaso no son normales las rabietas en los niños? Hasta ahora todo indicaba que sí, en muchos casos pueden deberse a su proceso natural de crecimiento o, en su defecto, a factores médicos o del entorno.
De este modo, a partir de ahora todo niño que durante un año tenga rabietas tres veces por semana podrá ser diagnosticado y medicado por esta patología, por supuesto que solo en los casos en que los padres consultem con un psiquiatra que se muestre acepta la existencia de este trastorno. Sinceramente, increíble. ¡A lo que hemos llegado!

La higiene infantil extrema aumenta el riesgo de sufrir alergias

La higiene infantil extrema, es decir, cuando los padres cuidan de manera desmedida que todos los objetos que están en contacto con sus niños se encuentren bien limpios, no es recomendada porque al crear un ambiente aséptico puede acarrear ciertas consecuencias, como por ejemplo un menor desarrollo del sistema inmunológico o mayores posibilidades de padecer distintos tipos de alergias.
Los expertos en salud infantil indican que hay que evitar la higiene infantil excesiva, pues esta es una de las causas que hace que el índice de niños con alergias aumente cada  año. En el caso del asma infantil, los especialistas sostienen que se ha duplicado el número de casos en las últimas tres décadas.
La higiene extrema, al igual que las medidas preventivas como la vacunación y la inexistencia del riesgo de infecciones, entre otras cosas, hace que el sistema inmunológico no active las defensas y aumente el riesgo de sufrir alergias.
Hay algunos estudios que revelan que la exposición de los niños a ciertos gérmenes del ambiente ayuda al desarrollo del sistema inmune, fortaleciendo al organismo para que esté más preparado y reduciendo las posibilidades de padecer alergias.
Según los especialistas, los niños de los países en vías de desarrollo, que viven en un ambiente repleto de gérmenes y con carencias sanitarias, nacen con la respuesta inmunológica TH2, células que propician la aparición de infecciones virales o cuadros de alergias. No obstante, las mismas se transforman en TH1, un tipo de células que ayudan al sistema inmunológico a combatir infecciones y disminuir los riesgos de alergias. En cambio, en los bebés que son concebidos en ambientes extremadamente higiénicos, su sistema inmune se desarrolla con menos capacidades.
Algunos datos estadísticos reflejan que los casos de alergia infantil prevalecen un 18,3% en las familias que poseen mayores ingresos, en tanto que sólo el 14,9%  de los niños de familias que se encuentran por debajo del umbral de pobreza padecen menos alergias.

 

Recomiendan controlar la presión arterial desde los cinco años

Las familias, según las recomendaciones de los profesionales de la salud, deben comenzar a controlar la presión arterial de sus hijos desde los 5 años de edad, pues de ese modo podrán detectarse a tiempo casos de hipertensión arterial, en especial en los  pequeños que tengan tendencia al sobrepeso.
Es una realidad que la hipertensión infantil toma por sorpresa tanto a las familias como a los pediatras, dado que no se acostumbra tomar la presión de los niños durante las consultas. Esto hace que se vea retrasada la realización del tratamiento apropiado. Sin embargo, para medir la presión arterial infantil es preciso usar un aparato especial, lo que dificulta en general el diagnóstico acertado porque no todas las instituciones de salud disponen de un equipo de estas características.
Cabe señalar que durante la infancia uno de cada tres niños posee la presión más elevada de lo normal, lo cual es propiciado por la propensión al aumento de peso producto del sedentarismo y una mala nutrición.
Todavía, resulta un tanto complicado que tanto los adultos como algunos médicos entiendan es necesario tomarle la presión a los pequeños puesto que la hipertensión no afecta solamente a los adultos, sino que cada día hay más casos entre los niños. Y si este problema no es tratado a tiempo, puede que se vea perjudicada la calidad de vida del niño.
Según los especialistas, un niño es hipertenso cuando supera la perceptila de 95, calculada en base a la edad. De este modo, quien esté por encima de los parámetros saludables se dice que posee la presión alta, estando este problema muy vinculado a la diabetes u obesidad. Por tal motivo, es muy importante tomar medidas preventivas desde edades muy tempranas, como limitar el consumo de azúcar, así como de frituras, sal, comida chatarra y bebidas azucaradas, pues de ello dependerá el bienestar de los niños.

Imagen:

vidanutrida.com