En el mundo hay 800 millones de personas que pasan hambre. Una realidad dramática que todavía resulta sorprendente en la sociedad actual puesto que a pesar del desarrollo que impera en algunos países, todavía son palpableslas diferencias que existen entre diferentes partes del mundo y entre distintas clases sociales. El hambre es un mal que debe de solucionarse como una primera necesidad en tanto que mientras que una persona no tiene sus necesidades básicas cubiertas, tiene un gran sufrimiento puesto que cualquier persona necesita comer, tener un abrigo y techo firme para poder vivir y llevar una vida digna.
De estos 800 millones de personas que pasan hambre en el mundo, también hay un alto porcentaje de niños que no tienen la suerte de poder disfrutar de una infancia como la de otros niños de su edad. Por suerte, merece la pena destacar el excelente trabajo de tantas organizaciones que colaboran con los más desfavorecidos con el deseo de poder crear un mundo mejor, con más esperanza y más felicidad. Una octava parte de la población mundial ha padecido desnutrición en el año 2011-2012 según un informe elaborado por el Estado de la Inseguridad Alimentaria.
Sin embargo, este informe tiene un punto positivo y es que de seguir esta evolución, para el año 2015, el hambre en el mundo podría reducirse de una forma muy considerable. Un objetivo que requiere de la colaboración por parte de todos en la lucha por la igualdad de oportunidades. Existen muchas formas diferentes de colaborar con una causa de este tipo. Por ejemplo, es posible apadrinar a un niño del tercer mundo.
Una iniciativa muy bonita que crea un vínculo especial entre la familia que apadrina y el niño apadrinado. A su vez, también puedes colaborar como voluntario con diferentes entidades. El hambre puede darse en diferentes grados, es decir, las necesidades básicas pueden no estar bien cubiertas en diferente medida. Por ejemplo, en plena crisis económica, las necesidades también están en nuestro entorno más cercano ante la difícil situación laboral que atraviesan tantas familias.
Merece la pena dar voz a aquellos que viven en el silencio del hambre, de la pobreza y del sufrimiento.
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