La elección del nombre de tu bebé

Cuando nos enteramos de que estamos embarazadas, una de las primeras cosas que hacemos es empezar a planificar. Planificamos el ambiente en torno al nuevo miembro de la familia, nos informamos de cómo debemos comportarnos en los próximos meses, qué alimentos podemos y no podemos tomar y también síntomas que podemos vivir.

Sin embargo, cuando todo eso pasa, muchos padres se sientan a pensar en qué nombre pueden ponerle al pequeño de la casa. Si nos encontramos en los primeros momentos, y aún desconocemos el sexo del pequeño, lo más habitual es que hagamos una lista para ir descartando nombres que no queremos.

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¿Por qué lloran los bebés?

Existen muchas razones por las que lloran los bebés, pero no tiene por qué ser algo malo. Lloran, es algo inevitable, como lo que sucede cuando somos mayores a veces y no es posible controlarlo. Por eso, no debe ser motivo de preocupación extrema para las madres.

Además, hay que tener en cuenta que, no sólo existen causas de alerta por las que lloran, aunque hoy será especialmente en las que nos vamos a centrar. El caso más habitual que nos vamos a encontrar es que está cansado y necesita dormir, pero ¿cómo identificar cuando el llanto se refiere a uno u otro motivo?

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Combatir el estrés después de un parto múltiple

Enfrentarse a un parto múltiple supone un mayor riesgo para los padres, en especial para la madre, de sufrir estrés post parto. Primero, por el aumento de hormonas, y segundo porque cuidar y enfrentarse a los cambios que supone un bebé pero por duplicado, genera un gran estrés.

Sin embargo, lo primero que debemos hacer para enfrentar este problema, pasa por reconocer sus síntomas. De esta forma se reduce el riesgo. Es por eso que vamos a detallaros esas señales, con el fin de que estéis lo más prevenidas posible.

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El sueño para los bebés

Sabemos que el descanso para los pequeños es muy importante. Recuperan energías y sirve para ajustar biorritmos. Es por eso que un recién nacido duerme entre 16 y 18 horas al día. Eso sí, lo hace en seis o siete periodos, con una duración variable dependiendo de muchos factores.

Importante por ello ayudarle a distinguir entre la noche y el día e ir, poco a poco acomodándole a nuestros ritmos de vida, con el objetivo de que no nos descuadre del todo tampoco a nosotros, pero ¿cómo hacerlo?

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Niños de dos años: comportamiento y crianza

rabieta[2]En general, los padres no tienen la costumbre de consultar sobre las diversas dficultades que implica la crianza de un niño de dos años. No por nada esta etapa es conocida como “los terribles dos”.

Para una mejor comprensión del comportamiento de los niños de esta edad, es necesario conocer cuáles son las principales características que definen a esta etapa.

Con respecto al desarrollo motriz, normalmente un niño de 2 años ya camina de manera correcta, independientemente de que aún se puede caer o tropezar con frecuencia. Adquiere cada vez más habilidad para subir, trepar y escalar, de modo que será capaz de llegar a los lugares altos que antes no alcanzaba valiéndose de diversos objetos. Asimismo, tendrá mayor destreza para correr y saltar, algo que necesita hacerlo durante buena parte del día dado que dispone de mucha energía, lo cual reduce irremediablemente sus horas de descanso y sueño.

En cuanto al lenguaje, a pesar que un niño de dos años ya maneja un vocabulario más amplio, aún es más lo que puede “comprender” que lo que puede decir. Es decir, comprende todo lo que se le dice pero es común que no pueda expresar sus pensamientos en palabras, situación que le produce frustración e incluso enojo por sentirse incomprendido. Lo mismo sucede cuando juega con sus pares, ya que como no puede manifestar sus necesidades con palabras lo acaba haciendo por medio de la agresión, de ahí que es habitual que le arrebaten con fuerza un juguete al otro, o bien le pegue o tire del pelo.

En el plano emocional, los niños de esta edad están descubriendo el mundo. Y es en ese descubrir que empiezan de a poco a comprender que no siempre son el centro de todo, algo que les genera diversas emociones que aún no son capaces de controlar. La angustia, el enojo, la tristeza y la ansiedad suelen expresarse mediante gritos, berrinches, agresiones o llanto.

Por otro lado, el desarrollo intelectual de los niños de dos años se encuentra en una etapa de comprensión y conocimiento del mundo exterior. Son por demás observadores y tienden a imitar las conductas de sus padres y familiares. Así, aprenden y ganan habilidades propias.

Es por todo ello que, a pesar que su comprensión es mayor, todavía no entienden el porqué de lo que se les dice o prohíbe, así como tampoco son capaces de medir el peligro. Son niños que se encuentran en la búsqueda de su independencia y es por eso que pretenden hacer muchas cosas por sí solos, como empezar a vestirse o comer. No obstante, en esta etapa aún precisan la contención de sus padres, buscando permanentemente atención ya sea reclamando cariño, mimos o compañía en los juegos.

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Los bebés se estresan cuando son ignorados por sus padres o cuidadores

estrés-del-bebéDurante la primera infancia, el desarrollo del cerebro está condicionado por las vivencias y experiencias de esa etapa. Y en ella, la relación con los padres o cuidadores es fundamental.

De acuerdo a estudios realizados por investigadores de la Universidad de Toronto, en Canadá,  ignorar a un bebé de seis meses durante tan solo dos minutos puede causarle estrés. Del estudio participaron 31 madres junto con sus bebés de 6 meses de vida y se los separó en dos grupos. Mientras los bebés permanecían sentados en sillitas, las madres debían hablar y jugar con ellos.  A uno de los grupos se le pidió que intercalaran los juegos con periodos de dos minutos, durante los cuales tenían que mirar por sobre la cabeza del bebé sin realizar gesto alguno. En tanto que las madres del segundo grupo solo debían jugar con normalidad con sus hijos.

Para medir los niveles de cortisol, hormona secretada por el organismo en situaciones de estrés, se tomaron muestras de saliva de los pequeños, incluso cuando éstos eran ignorados por sus madres. De este modo, se comprobó que los bebés que eran ignorados presentaban un aumento del cortisol, mientras que dicha hormona se mantuvo en sus niveles en aquellos bebés con los cuales sus madres solo jugaron. Tales pruebas fueron repetidas al día siguiente, arrojando los mismos resultados. También se verificó que los bebés se estresaban de antemano al pensar que sus madres los iban a ignorar nuevamente, lo cual hace pensar que la salud de los pequeños podría verse afectada ante episodios repetidos de estrés.

En definitiva, los bebés se estresan cuando son ignorados por sus padres o cuidadores aún cuando pudieran asistirlos. Por esa razón, es importante reforzar el vínculo con los hijos desde su nacimiento, pues de ese modo se fortalecerá su autoestima y se forjará su personalidad.

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Aseguran que calzar a niños no deambuladores afecta el desarrollo de su inteligencia

bebe_pie[1]Hoy en día, es muy común que los niños que aún no han comenzado a caminar usen calzado. En cuanto a esto, es bueno preguntarse si, más allá de cualquier moda, es conveniente o no calzar a los niños no deambuladores. En efecto, recientemente se publicó un estudio que señala que el uso de calzado en niños que todavía no caminan puede ser contraproducente para su desarrollo.
Durante los primeros meses de vida, etapa en la que el cerebro se desarrolla a más velocidad, los pies son muy sensibles y a través de ellos los bebés procesan información.
Según el artículo al que hacemos mención, titulado “Niños descalzos igual a niños más inteligentes”, es necesario que los niños no deambuladores permanezcan descalzos. En él, su autora, Isabel Gentil García, Profesora de la Escuela Universitaria de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid, señala que los pies descalzos constituyen un factor de aceleración de la maduración, así como del desarrollo intelectual y propioceptivo del niño.
Desde la perspectiva de la sensibilidad sensorial y del desarrollo neurológico, hasta los 8 o 9 meses de vida los pies de los pequeños tienen una sensibilidad mayor que las manos.  Por eso se sostiene que cumplen una función muy importante, que reside básicamente en informar al bebé sobre el mundo exterior, pues a través de ellos toca todo cuanto posee a su alcance.  Esta sensibilidad va disminuyendo a medida que va creciendo, que es justamente cuando comienza a manipular los objetos con sus manos para llevárselos a la boca, que es la zona donde hay más terminaciones nerviosas sensitivas.
Por ello, es que se dice que el uso de calzado en bebés que no caminan les impide acceder a la información táctil y perceptiva, tan importante para el desarrollo del sistema nervioso central y, por consiguiente, de la inteligencia.

Los ciclos de sueño de los bebés

bebe-duerme[1]Los recién nacidos suelen dormir buena parte del día, entre 16 y 17 horas diarias. Aunque es extraño que lo hagan de forma corrida, pues en general no duermen  más de 3 o 4 hs seguidas. Esto hace que los horarios de las madres se vean alterados, lo cual resulta muy agotador sobre todo teniendo en cuenta que sus horas de sueño se ven interrumpidas por las noches.
La explicación a esto reside en que los ciclos de sueño de los bebés son bastante más cortos en comparación con los de los adultos porque pasan más tiempo en sueño REM. Este tipo de sueño, tan importante para el desarrollo cerebral de los pequeños, tiende a ser más liviano y, por consiguiente, se interrumpe facilmente.
Recién a partir de aproximadamente las 6 semanas de vida, la mayor parte de los bebés comienzan a dormir menos durante el día y descansan durante periodos más largos por la noche. Pero en general no duermen de corrido. Además, los ciclos de sueño REM se acortan, extendiéndose los periodos de sueño profundo.
¿Cuándo empiezan a dormir entre 8 y 12 horas de corrido por las noches? Por lo general, esto se da entre los 4 y los 6 meses de edad. Pero no siempre es así, ya que algunos bebés continúan despertándose por la noche incluso hasta después de haber cumplido el año.
Es sugerible enseñarles a los pequeños hábitos de sueño saludables para que duerman toda la noche desde un comienzo. Por ejemplo, las primeras seis a ocho semanas, el bebé no puede estar despierto más de dos horas de corrido. De modo que si la madre demora en acostarlo, estará por demás cansado y le costará más conciliar el sueño.
Es importante observar al bebé para reconocer las señales que indiquen que tiene sueño, como cuando se frotan los ojos o se irritan. Si se identifican dichas señales, entonces hay que llevarlo de inmediato a la cuna. De a poco, la madre aprenderá a reconocer cuándo su bebé está listo para dormir.
También, una vez que cumplan sus primeras dos semanas, sirve de ayuda enseñarles la diferencia entre el día y la noche, lo cual se logra jugando con ellos todo el tiempo que sea posible, así como manteniendo su habitación iluminada. Mientras que por las noches, es necesario cuidar el nivel de ruido y mantener las luces bajas. Así, poco a poco comenzará a distinguir el día y la noche.
Aproximadamente a partir de las 6 semanas, lo ideal es dejar que  se duerman por sí solo, acostándolos en la cuna cuando muestren señales de que tienen sueño y evitando mecerlos o alimentarlos hasta que se duerman.

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Los niños que van a la guardería están más expuestos a las infecciones

Los niños menores de dos años que concurren a la guardería corren más riesgo de contraer infecciones, tales como neumonía, otitis, etc. Al menos así lo demuestra un estudio de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), el cual fue publicado el pasado mes de julio.

La investigación demuestra que los niños que van a la guardería no sólo consumen más medicamentos sino que incluso comienzan a necesitarlos más frecuentemente. En el caso de los pequeños menores de un año de vida, tienen 2,5 más posibilidades de necesitar recibir corticoides inhalados.

De todos modos, esto no significa que los niños menores de 2 años no deban asistir a la guardería, ya que los especialistas aseveran que la exposición a determinados gérmenes puede resultar positiva, en especial para la estimulación del el sistema inmunológico pues lo vuelve capaz de reaccionar ante el ataque de los mismos microorganismos patógenos a futuro. Además, es necesario tener en cuenta que las condiciones higiénicas son de suma importancia, sin embargo la higiene excesiva es tan o más contraproducente que la deficiencia de la misma.

Vale recordar que este tema fue tratado hace un tiempo en el XXXVII Congreso de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergia y Asma Pediátrica (SEICAP). Durante dicho encuentro, se hizo especial hincapié en que la sobreprotección de los bebés para evitar que contraigan virus y bacterias afecta negativamente el desarrollo del sistema inmunológico, a la vez que aumenta el riesgo de que los pequeños sufran alergias.

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La leche de fórmula aumenta el riesgo de obesidad

Investigadores de la Universidad de Brigham Young dieron a conocer que darles leche de fórmula en demasía a los bebés aumenta el riesgo de que sufran obesidad a futuro, pues este hábito puede hacer que se acostumbren a comer alimentos en exceso a lo largo de su vida.

Según sostienen los expertos, las madres cometen el error de procurar que sus bebés tomen todo el biberón, porque a pesar que el incremento calórico que aporta la leche de fórmula suele quemarse, se acaba alterando la auto-regulación alimentaria.

Otras acciones que vuelven propensos a los pequeños a sufrir obesidad son: incorporar los alimentos sólidos antes del tiempo recomendado por los médicos o ponerlos a dormir con un biberón. Por todo esto, los expertos recomiendan cuidar la alimentación infantil, respetando las pautas para prevenir el exceso de peso.

Es importante tener en cuenta que un niño de dos años con sobrepeso u obesidad es más proclive a desarrollar dicha enfermedad durante la niñez, la adolescencia e incluso en la etapa adulta.

Durante el estudio, los expertos se dedicaron a analizar los datos de aproximadamente 8.000 familias, gracias a lo cual establecieron que los bebés alimentados con leche de fórmula tenían hasta 2,5 veces más de probabilidades de ser obesos en un futuro, en comparación con los bebés que toman exclusivamente leche materna durante los primeros seis meses de vida.

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