Al comienzo del embarazo, algunas mujeres pueden tener secreciones en los pezones, que no es otra cosa más que el calostro. Tales secreciones pueden producirse de manera espontánea, al masajear los senos o por el endurecimiento de los mismos debido a la excitación sexual. Antes de que comience la producción de leche, las glándulas mamarias segregan calostro, un líquido amarillento y espeso cuya importancia reside en que le aporta al recién nacido anticuerpos, calorías, proteinas y vitaminas. La aparición de esta sustancia puede darse en los días previos a dar a luz o tras el nacimiento del bebé.
Aunque la flamante mamá sólo segregue unas gotas de calostro durante las primeras 48 horas de vida del bebé, éstas alcanzan para aportarle lo que necesita. Cabe destacar que el calostro ayuda al niño para que prepare su primera caca, denominada meconio. Por esa razón, los especialistas recomiendan amamantar al bebé durante su primera hora de vida.
De a poco, el calostro se volverá menos amarillento y será más líquido, lo cual indica que la bajada de la leche es inminente. Durante el primer mes, lo habitual es que el niño demande leche cada un periodo de dos o tres horas, espaciándose las tomas cada alrededor de cuatro horas hacia el final del segundo mes.