Aprovechando la celebración de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que tiene lugar entre el 1 y el 8 de agosto, es importante subrayar que esta práctica tan natural no sólo es beneficiosa para la salud del bebé y la mamá, independientemente del tiempo por el que se pueda prolongar, sino que además es una excelente manera para afianzar el vínculo entre las madres y sus pequeños.
Amamantar es un acto muy íntimo. Siglos atrás, dicha práctica se “heredaba” pues, como no había otra manera de alimentar a los niños, ninguna mujer necesitaba aprender a dar el pecho ya que todas crecían viendo cómo se hacía. Incluso, al convertirse en madres, recibían el apoyo de las mujeres mayores de su familia o comunidad. Sin embargo, la situación actual es muy diferente. En las ciudades, las madres deben enfrentar retos mayores. Es bastante factible que un buen númmero de las mujeres que hoy se encuentran en edad reproductiva, no hayan visto más que en contadas ocasiones a otra mujer dándole el pecho a su bebé, puesto que muchas de ellas son hijas de la generación en la que amamantar no era la norma.
En las últimas décadas, hemos visto como ha crecido la oferta de leche de fórmula y mamaderas, entre otros accesorios, lo cual contribuyó en gran medida a que se fuera perdiendo cada vez más la cultura del amamantamiento.
Debido a la falta de referentes, la existencia de mitos como “mi leche no lo alimenta” o “hay que amamantar al bebé cada tres horas” y hasta el hecho de contar con información errónea, las madres de hoy suelen encontrar diveras dificultades al poner a sus bebés al pecho. Las dudas, la angustia o el dolor físico, pueden llegar a interferir e incluso llevar a renunciar al acto de amamantar.
Por todo esto, es fundamental revalorizar la cultura de la lactancia, tal como lo hacen los grupos de apoyo que son promovidos por distintas organizaciones en todo el mundo, para que el amamantamiento vuelva a convertirse en norma. No hay que olvidar que la leche materna es el mejor alimento para los bebés.
Imagen: