No hay que obligar a los niños a dormir la siesta

Así como los bebés precisan realizar varios descansos al día, a medida que van creciendo dichos descandos van reduciéndose, pues el sueño es en sí mismo un proceso evolutivo. Como cada vez poseen un mayor interés por el mundo que les rodea, los niños no quieren perder tiempo durmiendo y es por ese motivo que a partir de los dos o tres años de edad, muchos dejan de dormir la siesta.

En tal sentido, los descansos diurnos resultan beneficiosos para el crecimiento de los niños, ya que les son de ayuda para asimilar lo aprendido y, a la vez, para disminuir la hiperactividad y ansiedad. No obstante, muchos niños siempre hallan algo más divertido  que dormir la siesta. Es importante no obligar al pequeño a dormir la siesta si no quiere hacerlo, incluso cuando se los ve cansados no hay que forzarlos a ello. En estos casos, lo ideal es crear un ambiente que propicie el sueño. Buscar un lugar tranquilo, sin mucha luz ni ruidos, poner un poco de música y, más allá de que no se acueste, es bueno buscar alguna actividad para realizar juntos, como por ejemplo leer un cuento. A veces, los niños terminan vencidos por el sueño mientras están realizando otra actividad.

Para solucionar el desajuste de horarios, lo mejor es observar el comportamiento del pequeño para, de ese modo, lograr comprender cuáles son sus necesidades. En ocasiones, les forzamos a que duerman una siesta de dos horas cuando en realidad el niño sólo necesita 30 o 40 minutos para recuperar energías.

También, hace falta aclarar que no es necesario dormir la siesta todos los días pues, al igual que los adultos, los niños pueden sentirse más cansados unos días que otros. Restringiendo de esa forma la siesta a algunos días de la semana o incluso sólo a los fines de semana. Todo depende de cada niño.

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