No hay que obligar a los niños a dormir la siesta

Así como los bebés precisan realizar varios descansos al día, a medida que van creciendo dichos descandos van reduciéndose, pues el sueño es en sí mismo un proceso evolutivo. Como cada vez poseen un mayor interés por el mundo que les rodea, los niños no quieren perder tiempo durmiendo y es por ese motivo que a partir de los dos o tres años de edad, muchos dejan de dormir la siesta.

En tal sentido, los descansos diurnos resultan beneficiosos para el crecimiento de los niños, ya que les son de ayuda para asimilar lo aprendido y, a la vez, para disminuir la hiperactividad y ansiedad. No obstante, muchos niños siempre hallan algo más divertido  que dormir la siesta. Es importante no obligar al pequeño a dormir la siesta si no quiere hacerlo, incluso cuando se los ve cansados no hay que forzarlos a ello. En estos casos, lo ideal es crear un ambiente que propicie el sueño. Buscar un lugar tranquilo, sin mucha luz ni ruidos, poner un poco de música y, más allá de que no se acueste, es bueno buscar alguna actividad para realizar juntos, como por ejemplo leer un cuento. A veces, los niños terminan vencidos por el sueño mientras están realizando otra actividad.

Para solucionar el desajuste de horarios, lo mejor es observar el comportamiento del pequeño para, de ese modo, lograr comprender cuáles son sus necesidades. En ocasiones, les forzamos a que duerman una siesta de dos horas cuando en realidad el niño sólo necesita 30 o 40 minutos para recuperar energías.

También, hace falta aclarar que no es necesario dormir la siesta todos los días pues, al igual que los adultos, los niños pueden sentirse más cansados unos días que otros. Restringiendo de esa forma la siesta a algunos días de la semana o incluso sólo a los fines de semana. Todo depende de cada niño.

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Posturas para dormir bien en el embarazo

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El embarazo suele cambiar bastante la rutina de las mujeres. En efecto, el sueño representa uno de los cambios que resultan más complicados de sobrellevar, debido a que cada persona acostumbra a dormir de una manera distinta.
Cada cual adopta una postura distinta al momento de ir a la cama. Por ese motivo, aquellas mujeres que desde siempre se acostumbraron, por ejemplo, a dormir boca abajo ya no lo podrán hacer, no sólo porque resultaría incómodo sino porque también podrían dañar al bebé.
Por otra parte, a pesar de que podría parecer que dormir boca arriba es la mejor opción, lo cierto es que muy lejos está de serlo ya que también podría ser peligrosa, debido a que de esa manera aumenta en exceso el peso hacia la espalda. Por lo cual, lo más conveniente es dormir de costado en la cama, preferiblemente, sobre el lado izquierdo.
Una buena alternativa es colocarse entre las piernas una almohada o un cojín para evitar de esa forma la hinchazón.
Verdaderamente estos cambios no resultan muy fáciles de asumir, pues no es sencillo cambiar una costumbre en apenas cuestión de días. Lo mejor es tener paciencia y tratar de pensar que se trata de algo momentáneo.
Para que resulten más llevaderos los cambios de postura al dormir, es recomendable no aguardar a cambiar de posición al final del embarazo sino hacerlo desde el principio. De ese modo, será más fácil acostumbrarse y descansar mejor.

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Factores que influyen en el ritmo de crecimiento de los niños

El crecimiento de bebés y niños constituye una de las cuestiones que más nos desvelan a los padres, sobre todo durante los primeros años. Una alimentación sana y equilibrada es fundamental para el adecuado crecimiento de los niños. Incluso, el sueño es otro de los factores que ejerce su influencia, de manera notable, en el desarrollo de nuestros hijos. También, la genética y la presencia de algunas enfermedades pueden ser determinantes en cuanto al ritmo de crecimiento.
La mayoría de los padres solemos preocuparnos sobre cómo crecen nuestros hijos,  y realizándonos planteos del tipo: ¿estará creciendo correctamente?, ¿se alimenta bien?, ¿su peso es el adecuado?
Hay una serie de factores que determinan el ritmo de crecimiento de los niños, como por ejemplo la herencia genética, la alimentación y el sueño, así como las enfermedades que puedan contraer durante sus primeros años de vida.
En este orden, la cuestión genética  es importante ya que los genes inciden en nuestro peso y talla. Por lo que si los padres son altos, es muy probable que el bebé también lo sea.
Con respecto a la alimentación, ésta también posee un papel relevante en el crecimiento de los bebés. Tanto la leche materna como la de fórmula aportan todos los nutrientes necesarios para el desarrollo y crecimiento adecuado de nuestros hijos. Lo realmente importante es que se debe comprobar que el bebé aumenta de peso con regularidad.
En tanto que en los niños más grandes, una alimentación saludable y equilibrada también es fundamental para su desarrollo físico e intelectual.
Por su parte, el sueño desempeña una función reparadora en los bebés, debido a que durante el mismo el organismo segrega la hormona de crecimiento. Por lo que resulta sumamente importante respetar sus horarios de sueño.
Cabe aclarar que existen graves enfermedades, como la celiaca,  que pueden retardar el proceso de crecimiento del bebé.
Teniendo en cuenta ello, es indispensable que ante la menor duda acerca del crecimiento de nuestros niños consultemos con el pediatra, quien sabrá detectar cualquier tipo de anomalía y encarar, así, el tratamiento correspondiente.