Es muy común que las mujeres, a pesar de la felicidad que sienten tras el nacimiento de su bebé, suelan extrañar la panza.
La maternidad impacta a nivel emocional en todas las mujeres, lo que implica asumir un nuevo rol, marcando una etapa de hallazgos y aprendizaje. Pero el cuerpo también sufre los cambios, a los cuales hay que ir adaptándose porque ya no luce como en los últimos 9 meses.
La panza que tanto acariciamos y hablamos ya no está. El bebé ya es una realidad, ahora la madre lo puede ver, acunar y besar, y debe comenzar a conocerlo y comprenderlo para poder interpretar cuáles son sus necesidades.
El contexto en el que se producen estos cambios no es simple. Para poder comprenderlo es necesario tener en cuenta que todo esto tiene lugar en medio de una revolución hormonal, dolores corporales, pocas horas de sueño, escaso descanso y una preocupación constante, que lleva a cada madre a plantearse a cada momento si lo que todo lo que hace es lo mejor para su hijo.
Contemplando la situación de manera integral, es posible afirmar que resulta completamente normal que algunas veces las madres añoren la tranquilidad de cuando se conectaban con sus bebés durante el embarazo. De manera que si estás pasando por esto, no tienes de qué preocuparte porque es normal. La añoranza por la panza irá desapareciendo gradualmente y de a poco sentirás la satisfacción de ser mamá.