Es muy común que las mujeres, a pesar de la felicidad que sienten tras el nacimiento de su bebé, suelan extrañar la panza.
La maternidad impacta a nivel emocional en todas las mujeres, lo que implica asumir un nuevo rol, marcando una etapa de hallazgos y aprendizaje. Pero el cuerpo también sufre los cambios, a los cuales hay que ir adaptándose porque ya no luce como en los últimos 9 meses.
La panza que tanto acariciamos y hablamos ya no está. El bebé ya es una realidad, ahora la madre lo puede ver, acunar y besar, y debe comenzar a conocerlo y comprenderlo para poder interpretar cuáles son sus necesidades.
El contexto en el que se producen estos cambios no es simple. Para poder comprenderlo es necesario tener en cuenta que todo esto tiene lugar en medio de una revolución hormonal, dolores corporales, pocas horas de sueño, escaso descanso y una preocupación constante, que lleva a cada madre a plantearse a cada momento si lo que todo lo que hace es lo mejor para su hijo.
Contemplando la situación de manera integral, es posible afirmar que resulta completamente normal que algunas veces las madres añoren la tranquilidad de cuando se conectaban con sus bebés durante el embarazo. De manera que si estás pasando por esto, no tienes de qué preocuparte porque es normal. La añoranza por la panza irá desapareciendo gradualmente y de a poco sentirás la satisfacción de ser mamá.
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La duración del embarazo estaría limitada por el metabolismo de las embarazadas
Según una investigación realizada por la Universidad de Rhode Island, el ancho de las caderas de las mujeres no incide para nada, como se pensaba hasta entonces, en la duración del embarazo. En realidad, lo que determina dicha duración es el propio metabolismo de la embarazada.
De hecho, los bebés nacen cuando la madre no puede continuar aportándole más energía al desarrollo fetal. Por lo que la energía de la gestante es la que, en definitiva, limita dicho crecimiento y no así sus caderas.
Existe un límite en la cantidad de calorías que el organismo puede quemar a diario. De modo que la investigación sugiere que, durante el embarazo, aquellas mujeres que están cerca a su límite de energía tienen a su bebé antes que ello ocurra. Por consiguiente, las limitaciones del metabolismo constituyen aquellas que provocan el nacimiento de un bebé antes de que el tamaño de su cabeza llegue a ser muy grande como para salir a través del canal de parto, en contraposición con lo que sucede con otros primates. Esta es la razón por la cual las personas nacen tan indefensas, situación que difiere bastante en otras especies, como por ejemplo los chimpancés. Estos animales, comparados con los seres humanos, poseen un desarrollo de supervivencia marcadamente más eficaz y veloz. De este modo, los especialistas no dudan en afirmar que para que los humanos pueden parir a un bebé con igual desarrollo que un chimpancé, el embarazo debería tener una duración de aproximadamente unos 16 meses de gestación, lo cual por supuesto es realmente imposible.
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La etapa melancólica postparto
Si bien el nacimiento de un hijo es el momento de mayor felicidad en la vida de cualquier mujer, lo real es que no se suele hablar acerca de lo que afecta a entre el 50 y el 80 por ciento de las madres: la etapa melancólica posparto, denominada baby blues en inglés.
En efecto, esta etapa de melancolía por lo general aparece en el tercer o cuarto día posterior a dar a luz y de igual modo desaparece pasadas aproximadamente unas dos semanas. En esta etapa, la mujer experimenta cierto malestar emocional, aunque no es considerada un trastorno a causa de lo común de la afección y a que desaparece por sí sola.
Los sentimientos de tristeza son producidos por los cambios hormonales que tienen lugar en esos días, que de perdurar por un tiempo mayor son diagnosticadas como depresión posparto.
Los síntomas incluyen llanto, cambios de humor, impaciencia, irritabilidad, ansiedad, sensación de desasosiego y sensación de soledad. Estos sentimientos se ven potenciados por el estrés emocional y físico que produce la llegada de un nuevo bebé. A lo cual se le suma el dormir poco y mal atender al bebé, que no ayuda para nada.
Para sentirse mejor es bueno ejercitarse a diario, comer de forma saludable, dedicar un momento del día para hacer algo que guste, fomentando el diálogo con la pareja y amigos, y compartiendo las tareas del hogar y del cuidado del bebé con la pareja.
En caso de que el malestar sea muy severo o si los síntomas persisten pasadas dos semanas luego del parto, lo mejor es consultar con el médico especialista ya que se podría tratar de depresión posparto. Caso contrario, habrá que tener un poco de paciencia y aguardar que todo pase.
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Perder el miedo al parto
Muchos factores influyen para que las embarazadas, y las mujeres en general, sientan temor a los dolores del parto. Lo que solemos ver en las telenovelas y en las películas, así como lo que escuchamos de los relatos exagerados de nuestras amigas, nos suelen dar una idea equivocada del parto, bastante alejada de la realidad. Pero es bueno saber que no todo es como nos quieren hacer creer.
Saber si el parto será o no doloroso es algo imposible de determinar, ya que cada parto es diferente, inclusive en una madre que ha dado a luz repetidas veces. El dolor siempre irá a depender de quién lo califique, porque hay personas para las cuales el dolor de las contracciones es soportable y para otras no. Por lo general, el primer parto suele más difícil y demora más tiempo en nacer el bebé, aunque no en todos los casos es así.
A medida que se va aproximando la fecha de parto, aumenta la ansiedad y hasta es posible experimentar sentimientos encontrados entre el desear que tu hijo nazca y el temor al parto. De modo que es sumamente importante que la madre se encuentre bien informada sobre el parto, para poder sentirse más segura y liberarse de de tensiones, lo cual es útil para poder manejar mejor el dolor. Para ello, puedes realizar un curso psicoprofiláctico, evacuar todas tus inquietudes con tu médico y visitar el hospital o clínica donde vas a dar a luz, para recorrer las instalaciones y la sala de partos. Todo esto, te dará mayor confianza y seguridad para cuando llegue el día tan esperado.
Las contracciones hacen que el cuello del útero se dilate para que el bebé pueda nacer. Al principio, se siente una mínima incomodidad, y luego se puede sentir dolor en la espalda, el abdomen y, por último, en el útero y bajo el vientre. Las contracciones son más intensas conforme avanza la dilatación, la cual debe llegar a 10 centímetros para que poder expulsar el bebé. En este punto, es cuando las contracciones se vuelven más frecuentes y poseen mayor duración.
Gracias a los avances de la medicina, actualmente existen modernos equipos de diagnóstico prenatal. Incluso, una alternativa para el dolor es la anestesia epidural, permitiendo que la madre se concentre en pujar y no así en el dolor.
Por supuesto, que resulta casi imposible que las madres primerizas lleguen casi sin temor al momento del parto. Lo importante es conservar la calma y la concentración, y pensar que luego de ese dolor, tolerable para muchas y no tanto para otras, llegará lo mejor que le puede ocurrir a toda mujer: un hijo. Les aseguro que al oír el llanto de su bebé y verle su carita, el dolor desaparecerá casi de inmediato.
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Los celos comunes ante la llegada de un hermanito
Ante la llegada de un hermano son muy normales los celos, sobre todo en niños de dos años en adelante ya que son sumamente sensibles a los cambios. Para ayudarles a superar dichos celos, los padres tenemos que hablar previamente con nuestro hijo y dejarle que toque el vientre de mamá. Y, lo más importante, cuando nazca el bebé, es necesario dedicarle más tiempo al hermano mayor para evitar que se sienta desplazado.
Los celos, una combinación de amor y odio muy complicada de tolerar, representan un sentimiento natural. Los cuales pueden expresarse de diferentes maneras, a través de berrinches, llanto, irritabilidad, o mediante otro tipo de acciones, como hacerse pis encima.
Por eso, sin importar la edad que tenga su hijo, los padres deben explicarle a él que va a tener un hermano. No es bueno esconder aspectos tan evidentes como el embarazo, ya que resulta contraproducente.
Hay que dejar al niño que toque el vientre de su mamá. También, pueden mostrarle fotos suyas de cuando él era pequeño o mostrarle otros bebés para que se vaya haciendo una idea de lo que va a suceder.
En sí, lo que el niño espera es que llegue un compañero de juego y no un bebé. De ahí que resulta indispensable explicarle la diferencia y que tendrá que pasar un tiempo hasta que puedan jugar juntos.
Para el hermano mayor, el bebé, a quien ve como un invasor de su territorio, demanda mayor atención y el tiempo de sus padres. En estos casos, es conveniente reservar un espacio para el juego para el hermano mayor, dándole al pequeño un espacio amplio con sus juguetes y enseñándole que hay zonas que deben ser respetadas. Y siempre hay que dejar bien claro que no se permite ningún tipo de agresión.
Al mismo tiempo, los padres deben intentar repartirse el tiempo dedicado a los hijos. De ese modo, mientras uno se dedica al bebé, el otro puede dedicarse a los hermanos mayores acompañándoles en sus actividades diarias.
Si bien al comienzo la llegada de un hermanito es una situación un tanto difícil para el o los hijos mayores, con el tiempo se vuelve una experiencia maravillosa. Lo fundamental es demostrarles mucho cariño, ya que eso les da seguridad y les ayuda a crecer y a ser independientes.
La ingesta de vitaminas podría reducir los casos de partos prematuros y de bebés de bajo peso
Según un estudio, que fue publicado recientemente en el American Journal of Clinical Nutrition, tomar vitaminas antes y durante las primeras semanas de gestación podría servir de ayuda para reducir las posibilidades de parto prematuro y los nacimientos de bebés con bajo peso. De todas maneras, a pesar de los resultados, los investigadores aún no recomiendan su consumo en este periodo, debido a que es necesario llevar a cabo más estudios para estudiar de qué manera afectan las vitaminas a los bebés.
La toma de ácido fólico, previo a quedar embarazada y en los primeros tres meses de gestación, ayuda a prevenir defectos del tubo neural en el feto. A esto, ahora se le agrega que tomar complejos multivitamínicos antes de la gestación puede ayudar a reducir los partos prematuros y nacimientos de bebés de bajo peso.
El estudio, que fue llevado a cabo de manera conjunta por las universidades de Pittsburgh (EE.UU) y de Aarhus (Dinamarca), ha sido realizado a aproximadamente 36.000 embarazadas danesas. De acuerdo a lo arrojado por dicha investigación, se logró comprobar los efectos del consumo de vitaminas cuatro semanas antes y ocho semanas después de haberse producido la concepción.
No obstante, los investigadores coinciden en que es necesario proseguir con los estudios de los efectos de los suplementos multivitamínicos previo al embarazo, por lo que aún no se arriesgan a recomendar su consumo sin previa prescripción médica.
De acuerdo a los resultados obtenidos, la cantidad de partos prematuros, producidos antes de la semana 37, fue de un 4,3% en el grupo de mujeres que tomaba suplementos vitamínicos en contraste con el 5,35% del grupo que no tomaba ninguna clase de vitaminas. Tales diferencias, fueron observadas además en el peso y la talla del bebé. Es decir, que el grupo de madres que tomó multivitaminas fue menos proclive a tener un bebé pequeño conforme a su edad gestacional.
Según lo señalado por los científicos, existían ciertas diferencias entre ambos grupos asociadas especialmente al estilo de vida, como por ejemplo una alimentación inapropiada o el consumo de tabaco. Conforme a ello, el grupo que tuvo peores resultados llevaba una vida menos saludable, lo cual podría dificultar la absorción de alimentos así como favorecer los casos de partos prematuros y el bajo peso al nacer.
De todos modos, a pesar de los resultados positivos que arrojó el estudio, los investigadores todavía no recomiendan tomar complejos multivitamínicos sin prescripción médica debido a que aún se desconocen los efectos que éstos podrían causar en el bebé.
Parto en el agua
El parto en el agua, encuentra defensores y detractores por igual. Quienes defienden esta práctica, manifiestan que el sufrimiento del feto en el parto es mínimo. En cambio, sus detractores, sostienen que puede ser contraproducente ya que el bebé demora en aprender a respirar por sí solo. En cualquiera de los casos, debe efectuarse en condiciones específicas y siempre bajo la supervisión de un médico especialista, para evitar cualquier tipo de riesgos.
A diferencia de lo que sucede en el parto convencional, cuando comienzan las contracciones, la mujer se sumerge en una bañera, donde el agua, que debe encontrarse a una temperatura de 37 grados centígrados, facilita la dilatación.
En estos casos, la madre logra una mayor relajación gracias al contacto de su cuerpo con el agua. De este modo, el organismo segrega un mayor número de endorfinas, que constituyen las hormonas que atenúan el dolor.
Llegado el momento del nacimiento, hay algunas mujeres que deciden salir de la bañera para parir a su hijo en una cama o, incluso, sentadas en una silla. No obstante, por lo general, el nacimiento del bebé se produce en el agua.
La cuestión de que la cabeza del bebé, al asomarse, se encuentre unos minutos boca abajo dentro del agua, no supone ningún riesgo para su salud debido a que aún respira por medio del cordón umbilical.
Luego de que el cuerpo del recién nacido ha salido, a veces con ayuda de una episiotomía, el médico saca al bebé del agua, momento en que empieza a respirar por sí mismo.
Hay quienes consideran que en esta clase de partos, cuando los bebés se hallan en el exterior y establecen su primer contacto en el agua, casi no sufren porque el nacimiento se produce en un ambiente bastante parecido al que tuvo durante los nueve meses de gestación, mientras se encontraba en el interior de la bolsa de líquido amniótico.
Hay que tener en cuenta que estos nacimientos sólo son posibles en aquellos casos en que el embarazo haya transcurrido con absoluta normalidad, sin que hayan surgido ningún tipo de problemas durante la gestación.
De todos modos, algunos expertos se animan a sostener que los bebés que nacen mediante este tipo de práctica pueden presentar dificultades para respirar por sí solos porque vienen al mundo adormilados.
Preeclampsia: síntomas y tratamiento
La preeclampsia, también conocida como toxemia gravídica, es una enfermedad propia del embarazo que afecta entre al 5% y al 8% de las mujeres embarazadas. Dicha enfermedad es diagnosticada cuando aparecen cuadros hipertensión arterial, edemas y proteínas en la orina después de las 20 semanas de gestación, en el parto o inclusive luego del nacimiento. Con menor frecuencia, la preeclampsia puede aparecer antes de las 20 semanas de embarazo, en los casos de enfermedad trofoblástica gestacional o síndrome antifosfolipídico.
La enfermedad puede ser leve, moderada o severa, según las cifras de presión arterial y pérdida de proteínas en la orina, en tanto que su progresión puede ser muy lenta o aparecer repentinamente en la etapa final del embarazo. La preeclampsia se soluciona con el nacimiento, el cual deberá ser programado en base a la edad gestacional y el estado de salud tanto de la madre como del bebé.
Por lo general, la preeclampsia aparece en las últimas semanas de gestación y con un correcto control médico obstétrico, reposo, dieta equilibrada y la supervisión de la salud del bebé, no existen grandes riesgos para la salud de la madre y el bebé.
En los casos de preeclampsia severa, existe el peligro de afectación en órganos importantes maternos y alteraciones placentarias, que pueden ocasionar serias complicaciones tanto en la madre como en la salud del bebé, llegando a correr riesgo la vida de ambos. Por tal motivo, ante un caso de preeclampsia severa lo más conveniente es que se produzca el nacimiento lo antes posible, aún corriendo riesgos de prematurez importante en el bebé.
La preeclampsia está vinculada a una vasoconstricción arterial, lo que produce una disminución en la llegada de sangre a órganos maternos como los riñones, hígado, e, incluso, la placenta. Producto de ello, hay un disminución de la llegada de alimentos y oxígeno al bebé que impide un desarrollo intrauterino normal, además de una disminución en el volumen de líquido amniótico, y, en los casos más extremos, puede provocar un desprendimiento prematuro de placenta, pudiendo ser letal para el bebé.
Alrededor del 15 al 20 por ciento de los casos, la preeclampsia se complica con el Síndrome HELLP, el cual altera el proceso de coagulación sanguínea.
En un comienzo, los síntomas de la preeclampsia pueden llegar a confundirse con los síntomas propios del embarazo, como son el aumento de peso y la retención de líquidos. De ahí que la mejor forma de detectarla es a través del control de la presión arterial en cada una de las consultas prenatales y un estudio en orina para detectar proteínas. Por ello, es de suma importancia un buen control obstétrico.
Los síntomas iniciales de la preeclampsia son: aumento de peso de más de 2 kg. en una semana, hinchazón de cara, párpados, manos, pies o tobillos, alteraciones en la visión, dolores abdominales agudos, vómitos o náuseas, y cefaleas fuertes y persistentes.
Se especula que el origen de la enfermedad está vinculado a la existencia una predisposición genética hereditaria acerca de una intolerancia inmunológica al embarazo, aunque esto no es posible afirmarlo con certeza.
Lo que sí se sabe es que la preeclampsia es más frecuente en mujeres que sufren hipertensión arterial, diabetes, enfermedades de la coagulación previas, enfermedades autoinmunes y embarazos múltiples, así como también puede suceder en madres primerizas o en los extremos de la vida fértil.
En cuanto al tratamiento, el mismo va a depender del grado de severidad de la preeclampsia y de la edad gestacional. Generalmente, se indica la internación para realizar un estudio completo materno-fetal.
Si la enfermedad es leve y te encuentras en la semana 37 o más, lo más seguro es que se realice, según el caso, una inducción del parto o una cesárea, para prevenir complicaciones más severas.
En caso que no hayas llegado a la semana 37 y la enfermedad sea leve, sin afectación del bebé, seguramente se te indicará reposo, acompañado de una dieta, medicación anti-hipertensiva y un control exhaustivo de la salud fetal.
Al desconocerse la causa final de dicha enfermedad, no es posible realizar un tratamiento preventivo completo.
Algunos estudios señalan que bajas dosis de aspirina y la suplementación con calcio podrían ser útiles para prevenir e inclusive tratar la enfermedad.
La mejor forma de prevenir la enfermedad es realizar un adecuado control prenatal y permanecer alerta ante cualquier síntoma, para consultar inmediatamente a tu médico e iniciar el tratamiento adecuado.
El parto, un momento especial para la pareja
Sin duda, el momento del parto es uno de los más especiales para cualquier pareja. Las últimas semanas de embarazo pueden ser un tanto agotadoras en tanto que la mujer se siente menos ágil, cansada y tiene dificultades para dormir. De hecho, ahora que es verano, la realidad es que cualquier embarazada tiene más dificultades para sobrellevar el calor y el efecto propio de las altas temperaturas. Sin duda, un abanico puede ser de gran utilidad en tu día a día.
Pues bien, cada persona vive el momento del parto de una forma diferente, sencillamente, porque cada alumbramiento también lo es. Esto es algo que puede constatar cualquier madre que ha experimentado diferentes vivencias con cada uno de sus hijos. Existen partos más rápidos que otros, más o menos dolorosos… Más allá de esta cuestión, lo cierto es que el momento del parto es único e irrepetible pero también, es íntimo. Es decir, es algo que la pareja va a recordar toda la vida con especial ilusión y cariño.
Un hijo puede unir todavía más a una pareja. Esto sucede cuando los cimientos del amor están fundamentados de la forma adecuada. Es decir, cuando existe un proyecto de futuro y la inquietud de crear un hogar. Sin embargo, los hijos también pueden llegar a alejar todavía más a la pareja. Esto sucede en el caso de que ya estuviese rota y no existía comunicación. Conviene tener en cuenta que la vida cambia mucho después de ampliar la familia y la pareja ya no tiene todo el tiempo del mundo para estar juntos sino que deben dar una atención prioritaria a los niños.
Sin embargo, más allá de esta cuestión una pareja también debe de tener tiempo para disfrutar de su intimidad, cultivar sus planes de ocio, poder tener espacio para el romanticismo, hacer viajes en solitario, disfrutar de los mismos planes que antes. ¿Por qué? Sencillamente, porque además de ser padres, una pareja sigue siendo una pareja, es decir, ambos deben implicarse en la relación para que la chispa del amor no muera como consecuencia del peso de la rutina y de la monotonía.
Imagen: Nutrición pro
Datos curiosos de los bebés (II)
Cuando tu bebe nazca no te preocupes por el tamaño de la cabeza. La razón es que la cabeza del bebé es mucho más grande que el resto del cuerpo -para hacernos una idea, la cabeza por sí solo equivale a un cuarto del peso total del recién nacido-.
También, durante los primeros días es común que pierda parte del cabello, por el contacto con las sábanas y, si por causa del estrechamiento del canal del parto, sufre algunas deformaciones. No debemos obsesionarnos; pues, volverá a su estado “normal” en unos días. El cerebro de nuestro pequeño será el 10% del peso total de su cuerpo -en un humano adulto sólo es un 2%-.
Y, no es una leyenda: los niños nacen con la capacidad de nadar y lograr mantener la respiración bajo el agua. La causa es que mantienen su sistema de adaptación al medio acuático hasta que cumplen 6 o 7 meses. Esta capacidad les ayuda a la hora de tomar el pecho, son capaces de respirar y de tragar leche, todo al mismo tiempo.
Un dato que sorprende es que no es extraño ver bebés que nacen con los ojos azules. No debemos pensar nada raro; puede suceder aunque en la familia no haya antecedentes de niños con ojos claros- es a causa de una falta de pigmentación, que se desarrollará poco después del parto.