Durante el primer mes de gestación, si bien aún no se perciben cambios físicos, la mujer y el embrión experimentan diversas transformaciones.
En primer lugar, es importante confirmar el embarazo, ya sea realizándose alguna de las pruebas que venden en la farmacia, las cuales arrojan un resultado inmediato con un 99% de fiabilidad, o un análisis de laboratorio, que ofrece un 100% de efectividad. Luego de transcurrir cuatro semanas desde la implantación del óvulo fecundado o cigoto en la mucosa uterina, el embrión, que llega a medir entre dos y cinco milímetros, ya posee corazón y estómago. A la vez que comienzan a formarse los órganos principales y el sistema nervioso.
Con respecto a la madre, es importante que evite practicar deportes de alto impacto. Tampoco se aconseja realizar viajes largos en coche. Es necesario, además, disminuir el consumo de té y café, dejar de fumar, no beber alcohol y optar por llevar una alimentación variada y saludable, que debe complementarse con vitaminas y oligoelementos. Al mismo tiempo, al comienzo del embarazo es común que la mujer se sienta más cansada de lo normal, le sangren las encías o padezca migrañas o náuseas.
Aquellas que ya tienen hijos, es recomendable que les hablen acerca de la llegada del bebé para involucrarlos en el tema y que estén preparados para el nacimiento del nuevo miembro de la familia. Muchas mujeres, por lo general, optan por aguardar a realizarse la primera ecografía para contarles sobre el embarazo a sus niños. Lo cual no está mal, aunque es sugerible al menos expresarles el deseo de tener otro hijo, así estarán más preparados para el momento de la gran noticia.
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