Los especialistas aconsejan dejar que los niños duerman la siesta, ya que hay padres que al ver que a sus hijos les cuesta dormir por las noches piensan que es por haber dormido la siesta, por lo que intentan eliminarla de la rutina infantil. Al contrario de lo que algunos padres creen, el hábito de la siesta es realmente beneficioso pues favorece que los niños estén más tranquilos, sean más sociables y menos irritables, además de mejorar la concentración y el aprendizaje de los pequeños.
Según los expertos, durante los primeros cuatro años de vida el hábito de la siesta resulta muy beneficioso, aunque hay niños que a partir de los tres años se resisten a dormir. El hábito de la siesta luego del almuerzo es muy útil para que los pequeños recuperen energía, eliminen los signos de cansancio y reduzcan la tensión.
Obligar a los niños a dormir puede generarles rabietas, por lo que en estos casos lo mejor es inducir a que duerman, ya sea contándoles un cuento, escuchando música relajante o realizando alguna actividad que contribuya a relajarse.
Entonces, si a un niño no se le deja dormir, cualquiera sea el motivo, se le está reduciendo directamente la cantidad de horas de sueño que necesita, de modo que es necesario desterrar la creencia de que la siesta impide conciliar el sueño por las noches. La pérdida de sueño, por mínima que sea, deviene en la posibilidad de tener problemas en el rendimiento escolar y hasta puede incrementar el riesgo de desarrollar el lenguaje de una manera más lenta. En efecto, diversos estudios comprobaron que durante la primera etapa de la vida el sueño ayuda a mejorar la capacidad cerebral.
Incluso, durante el sueño, se segregan distintas sustancias que conforman el sistema defensivo de los pequeños ante las enfermedades, por lo que el hecho de no dejarles dormir la siesta disminuye la fortaleza del sistema inmunológico.
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