Hoy en día, es muy común que los niños que aún no han comenzado a caminar usen calzado. En cuanto a esto, es bueno preguntarse si, más allá de cualquier moda, es conveniente o no calzar a los niños no deambuladores. En efecto, recientemente se publicó un estudio que señala que el uso de calzado en niños que todavía no caminan puede ser contraproducente para su desarrollo.
Durante los primeros meses de vida, etapa en la que el cerebro se desarrolla a más velocidad, los pies son muy sensibles y a través de ellos los bebés procesan información.
Según el artículo al que hacemos mención, titulado “Niños descalzos igual a niños más inteligentes”, es necesario que los niños no deambuladores permanezcan descalzos. En él, su autora, Isabel Gentil García, Profesora de la Escuela Universitaria de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid, señala que los pies descalzos constituyen un factor de aceleración de la maduración, así como del desarrollo intelectual y propioceptivo del niño.
Desde la perspectiva de la sensibilidad sensorial y del desarrollo neurológico, hasta los 8 o 9 meses de vida los pies de los pequeños tienen una sensibilidad mayor que las manos. Por eso se sostiene que cumplen una función muy importante, que reside básicamente en informar al bebé sobre el mundo exterior, pues a través de ellos toca todo cuanto posee a su alcance. Esta sensibilidad va disminuyendo a medida que va creciendo, que es justamente cuando comienza a manipular los objetos con sus manos para llevárselos a la boca, que es la zona donde hay más terminaciones nerviosas sensitivas.
Por ello, es que se dice que el uso de calzado en bebés que no caminan les impide acceder a la información táctil y perceptiva, tan importante para el desarrollo del sistema nervioso central y, por consiguiente, de la inteligencia.