Todas las mujeres, cuando estamos embarazadas, solemos decir que lo importante es que el bebé nazca sano. Uno de los riesgos más temidos por nosotras es el de las malformaciones congénitas, las cuales tienen lugar por efecto de alguna sustancia o agente que cambia la estructura de un órgano o parte del cuerpo del feto. Tan sólo se conoce el origen de la mitad de las malformaciones congénitas, lo cual, aunque no parezca, no es poco pero no permite que puedan prevenirse todas ellas. Lo que sí se puede es tomar una serie de precauciones a lo largo del embarazo para reducir, de alguna manera, el riesgo de que se produzcan.
Sólo en España, 15 de cada 1000 recién nacidos nace con una malformación congénita. Y, únicamente, en el 50% de los casos se desconocen las causas que producen los defectos congénitos.
El bebé puede nacer con alguna enfermedad seria, como por ejemplo, espina bífida, que constituye la falta de cierre de algún lugar de la columna vertebral que genera que la médula espinal quede sin protección.
Existen distintos tipos de defectos congénitos: los morfológicos, que afectan a la forma física, es decir, al aspecto externo del bebé; los funcionales, que afectan al funcionamiento de los diferentes órganos del cuerpo; y los estructurales, originados por alteraciones de los genes o de las células.
Algunos defectos o enfermedades congénitas pueden transmitirse genéticamente dentro de una misma familia, por lo que son considerados hereditarios o genéticos. En tanto que otras veces, aparecen en un niño aislado sin que existan otros casos en la familia, entonces se está en presencia de un caso esporádico.
Puede suceder que el bebé posea un único defecto congénito como, por ejemplo, labio leporino, o puede pasar que presente varios a la vez, como labio leporino además de hendidura del paladar y una cardiopatía.
Para evitar el riesgo de malformaciones, debes evitar el consumo de alcohol, tabaco o cualquier tipo de drogas, así como medicamentos no recetados por un médico o ginecólogo, ya que pueden producir severos daños en la formación del feto.
La exposición a sustancias tales como el plomo, el mercurio o las radiaciones también implican un riesgo para el embarazo. De modo que si trabajas con alguno de estos elementos, es conveniente que lo comuniques a tu empresa para que cambie las condiciones laborales.
Por otro lado, también es importante evitar comer carne cruda o poco cocida para evitar el riesgo de contraer toxoplasmosis, una infección que es causada por el parásito toxoplasma de Gondii que vive en algunos mamíferos, sobre todo en los gatos.
Si bien tales precauciones son esenciales especialmente durante los primeros tres meses de embarazo, que es cuando se está formando el embrión, sería bueno que mantengas tales cuidados durante todo el embarazo.