Los niños conforme van creciendo pueden tomar la manía de morderse las uñas. Una manía molesta e incómoda que puede llegar a producir incluso heridas y rozaduras en los dedos. Sin embargo, los padres no siempre adoptan la actitud adecuada ante esta situación. Es decir, no entienden que detrás de este tipo de comportamiento existe una causa concreta que merece la pena descubrir para poder corregir este hábito.
Por ejemplo, muchos niños se muerden las uñas cuando están nerviosos por alguna causa, irritados o irascibles. Ante este hecho, los padres pueden generar más ansiedad al pequeño si en vez de actuar con paciencia le hacen sentir mal consigo mismo por morderse las uñas. Es mejor pensar que con información, tiempo y calma todo volverá a su cauce.
Además, no sólo algunos niños se muerden las uñas sino que también lo hacen algunos adultos. ¿Cuál es la forma correcta de actuar? Está claro que existen muchos modos diferentes pero merece la pena apostar por la calma como un medio excelente de motivación. Es decir, cuando el niño no se muerda las uñas a lo largo de un día, el padre y la madre deben premiar su logro, apoyarle y valorarle de forma explícita.
Del mismo modo, no hay que hacer un drama cuando el niño cae en la tentación de morderse las uñas. Teniendo en cuenta que a veces, este mal hábito procede de un nerviosismo interior, es mejor pensar en que el niño debe llevar una vida ordenada, con unos horarios marcados y evitar la tensión para que esté seguro y tranquilo. Lo cierto es que hoy día, al igual que muchos adultos sufren estrés, otros niños también lo sienten como consecuencia de la presión laboral y del cansancio.
Morderse las uñas es un gesto que está vinculado de forma directa con el nivel anímico de un ser humano. En cierto modo, se trata de un tipo de dependencia al igual que cualquier otra. Se debe de corregir por una cuestión de bienestar y también de estética. Algunos niños se muerden las uñas pero generalmente, este hábito se corrige con el paso del tiempo.