Niños de dos años: comportamiento y crianza

rabieta[2]En general, los padres no tienen la costumbre de consultar sobre las diversas dficultades que implica la crianza de un niño de dos años. No por nada esta etapa es conocida como “los terribles dos”.

Para una mejor comprensión del comportamiento de los niños de esta edad, es necesario conocer cuáles son las principales características que definen a esta etapa.

Con respecto al desarrollo motriz, normalmente un niño de 2 años ya camina de manera correcta, independientemente de que aún se puede caer o tropezar con frecuencia. Adquiere cada vez más habilidad para subir, trepar y escalar, de modo que será capaz de llegar a los lugares altos que antes no alcanzaba valiéndose de diversos objetos. Asimismo, tendrá mayor destreza para correr y saltar, algo que necesita hacerlo durante buena parte del día dado que dispone de mucha energía, lo cual reduce irremediablemente sus horas de descanso y sueño.

En cuanto al lenguaje, a pesar que un niño de dos años ya maneja un vocabulario más amplio, aún es más lo que puede “comprender” que lo que puede decir. Es decir, comprende todo lo que se le dice pero es común que no pueda expresar sus pensamientos en palabras, situación que le produce frustración e incluso enojo por sentirse incomprendido. Lo mismo sucede cuando juega con sus pares, ya que como no puede manifestar sus necesidades con palabras lo acaba haciendo por medio de la agresión, de ahí que es habitual que le arrebaten con fuerza un juguete al otro, o bien le pegue o tire del pelo.

En el plano emocional, los niños de esta edad están descubriendo el mundo. Y es en ese descubrir que empiezan de a poco a comprender que no siempre son el centro de todo, algo que les genera diversas emociones que aún no son capaces de controlar. La angustia, el enojo, la tristeza y la ansiedad suelen expresarse mediante gritos, berrinches, agresiones o llanto.

Por otro lado, el desarrollo intelectual de los niños de dos años se encuentra en una etapa de comprensión y conocimiento del mundo exterior. Son por demás observadores y tienden a imitar las conductas de sus padres y familiares. Así, aprenden y ganan habilidades propias.

Es por todo ello que, a pesar que su comprensión es mayor, todavía no entienden el porqué de lo que se les dice o prohíbe, así como tampoco son capaces de medir el peligro. Son niños que se encuentran en la búsqueda de su independencia y es por eso que pretenden hacer muchas cosas por sí solos, como empezar a vestirse o comer. No obstante, en esta etapa aún precisan la contención de sus padres, buscando permanentemente atención ya sea reclamando cariño, mimos o compañía en los juegos.

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Los hijos de madres obesas pasan más horas mirando la televisión

Las madres que padecen problemas de obesidad tienden a intentar calmar y entretener a sus hijos sentándolos frente la televisión, en especial cuando se encuentran irritados o inquietos. De esta manera, los niños se vuelven sedentarios y, por consiguiente, más propensos a ser obesos. Esta información se desprende de un estudio reciente, el cual fue realizado por expertos de la Universidad de Carolina del Norte, en los Estados Unidos.

Para la investigación fueron evaluadas unas 217 madres junto a sus bebés, todos de  raza negra y de bajos recursos económicos, residentes en el centro de Carolina del Norte. El equipo de investigadores visitó a las madres a los 3, 6, 9, 12 y a los 18 meses de haber nacido sus bebés, con el propósito de establecer la cantidad de horas que los hacían pasar frente a la televisión y el comportamiento que los niños presentaban.

Las mujeres debieron contestar preguntas acerca del uso que le daban a la televisión, cuántas horas pasaban sus bebés mirándola y si encendían el aparato en el cuarto de los pequeños o durante las comidas. Asimismo, se les preguntó sobre el ánimo, las actividades y el grado de nerviosismo de sus hijos. Así, los expertos consiguieron demostrar que las madres obesas fueron las que más horas exponían a sus hijos a la televisión cada vez que éstos se mostraban inquietos o irritables.  En concreto, el 40% de los pequeños de 1 año  pasaban en promedio unas 3 horas diarias viendo televisión. Dato preocupante, por cierto, ya que al alimentar a los niños frente al televisor puede limitar la capacidad de las madres de percibir las señales de los pequeños cuando ya no tienen hambre.

La tasa de mortalidad es más alta en las personas sin hijos

A pesar de que el común de la gente cree que el estrés que produce la crianza de los hijos conlleva un acortamiento en la vida de las personas adultas, la realidad indica que ocurre todo lo contrario, pues un estudio desarrollado recientemente demostró que tener hijos alarga la vida. En efecto, la tasa de mortalidad es entre dos y hasta cuatro veces mayor entre aquellas personas que no tuvieron hijos.

De la investigación, que fue publicada en el ‘Journal of Epidemiology and Community Health’, participaron 21.276 parejas, las cuales habían comenzado el proceso respectivo para un tratamiento de fertilidad en Dinamarca en el periodo comprendido entre 1994 y 2005.

Mientras se realizó el estudio nacieron unos 15.210 bebés, mientras que 1.564 fueron adoptados por familias a las cuales no les dio resultado el tratamiento. De los adultos que participaron del estudio fallecieron 200 hombres y 96 mujeres. Por otra parte, a 710.553 mujeres y hombres se les diagnosticó problemas de salud mental.

Al verificar la información, los investigadores comprobaron que tener un hijo implicaría un riesgo notablemente inferior de morir a edades tempranas, en especial en el caso de las mujeres. Entre las mujeres que no concibieron, las muertes por enfermedades o accidentes eran cuatro veces mayor en comparación con aquellas que tuvieron al menos un hijo. Mientras que entre aquellas que habían adoptado un niño se constató que era un 50% menor.

Al mismo tiempo, la tasa de mortalidad entre los hombres fue dos veces superior en aquellos que no fueron padres, tanto de forma biológica como por adopción, de modo que los resultados indican que tener niños resulta muy positivo.

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