Una de las complicaciones más peligrosas del parto es la inversión uterina, que se da en uno de cada 2.000 nacimientos.
Normalmente, en los 30 minutos siguientes a un parto natural, las contracciones permiten la separación de la placenta de la pared del útero. Luego, la placenta sale por la vagina, ya sea por sí sola o con la ayuda del médico.
En ocasiones, puede ocurrir que la placenta no se separe normalmente. Y, rara vez, los intentos de expulsarla provocan que el útero se invierta ligeramente, haciendo que la parte superior descienda por el cuello del útero o salga por completo de la vagina. Esto es lo que se llama inversión uterina y es una complicación muy grave porque puede ocasionar una gran hemorragia y acabar en shock, por lo que necesita tratamiento con suma urgencia.
De darse esta situación, el médico o, en su defecto, la partera procurará que el útero vuelva a la posición normal, haciendo retroceder el fondo uterino por el cuello del útero. Y, en caso de no conseguir buenos resultados, se devolverá el útero a su posición original mediante una cirugía abdominal.
Aquellas mujeres que tengan antecedentes de una inversión uterina, poseen más probabilidades de que les vuelva a suceder. Por ese motivo, es importante que el médico esté al tanto de la historia clínica de la paciente, como sucede con cualquier otro problema médico o complicación del embarazo. De ese modo, el profesional de la salud estará preparado ante el riesgo de otra inversión, contando con el material y los profesionales necesarios para atender el parto.
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