En general, las mujeres que tuvieron hijos por cesárea pueden dar a luz por parto vaginal. Si bien posee una alta tasa de éxito, para algunas embarazadas esta puede ser una mala elección, por eso es importante consultar con el médico acerca de la posibilidad de elegir esta alternativa.
El parto vaginal conlleva diversos beneficios, puesto que elimina las posibles complicaciones vinculadas a la cesárea, se pierde menos sangre, las lesiones y los riesgos de infección son menores y la recuperación es más rápida.
Un parto normal después de una cesárea puede acarrear ciertos riesgos. Además, dado a la cicactriz que deja una cesárea en la pared del útero, es común que los médicos recomienden una segunda cesárea en vez de un parto natural. No obstante, un parto vaginal es una opción segura para gran parte de las mujeres, excepto que hayan tenido dos o más cesáreas con anterioridad ya que aumentan las posibilidades de que se presenten complicaciones.
La cicatriz dejada por una cesárea es una zona débil y se puede romper en el parto. De darse esta situación, sería necesario realizar una cesárea de urgencia, e incluso una transfusión de sangre o una histerectomía, pudiendo llegar a perjudicar al bebé.
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El parto de nalgas es cuando el bebé en lugar de estar con la cabeza en la parte de abajo, que es la posición natural para nacer, se encuentra al revés. Aunque en raras ocasiones se produce un parto de estas características, según las estadísticas se da en el 3% de los casos, puede ser total, cuando el bebé se halla ubicado de nalgas y con las caderas y rodillas flexionadas, o puede ser parto de nalgas natural, cuando las caderas se hallan flexionadas pero las piernas están estiradas hacia el pecho. También, se considera parto de nalgas cuando los pies o las rodillas son lo primero en salir.


