Por lo general, cuando el bebé cumple los 8 meses, y en algunos casos después del quinto mes de vida, ocurre que sin motivo alguno, el bebé empieza a llorar de manera desconsolada mientras está con algún familiar, a lo largo de la noche o mientras juega con otros integrantes de la familia.
Nada tiene que ver con que le estén saliendo los dientes, ni con que le haya dado un ataque de mimos, sino que está transitando por el primer desprendimiento de su vida, y eso le genera angustia, tanto a él como a sus padres.
Suele pasar que lloran mucho en el día y se despiertan más veces de lo habitual durante la noche, desean estar en brazos más de lo común y no quieren estar más que con la propia madre.
Ahora, bien, ¿a qué se debe esto? La principal causa de dicha angustia es que al empezar a independizarse, el bebé se siente separado de su mamá, a quien hasta entonces vio como una parte indivisible de sí. El pequeño comienza a aprender nuevas formas de movilización y, a la vez, coincide con la independencia alimenticia debido a que se complementa el hecho de tomar el pecho con comida sólida.
Tales cambios son naturales, aunque resultan conflictivos al pequeño, porque este proceso de independencia por el que transita lo hace sentir de alguna manera desprotegido. El temor lo lleva a que desee estar más apegado a su mamá y, en ocasiones, hasta llega a rechazar a otros miembros de la familia o amigos. Puede verse bastante alterado cuando lo quieren tomar en brazos o le irrita absolutamente todo, ocultando su cabecita en el regazo de su mamá.
Esta conducta si bien puede asustar a más de una mamá, no supone que el bebé haya tenido un retroceso, ya que se trata de una etapa normal en el desarrollo psicológico de todo ser humano.
Llegado este momento, el bebé te necesitará mucho, ya que para él la mamá es la única persona que le puede brindar seguridad y confianza, por eso es importante tomarlo en tus brazos y consolarlo cada vez que el pequeño lo necesite. Al mismo tiempo, puede desarrollar cierto apego por algún objeto, como ser un peluche, una mantita, el chupete o chuparse el dedo, algo que le dará seguridad cuando no esté en tus brazos.
Este estado anímico, dependiendo de cada niño, puede durar varios días, semanas o incluso meses, por lo que se debe tener mucha paciencia.
Es importante tener en cuenta que el bebé está viviendo muchos cambios juntos, por lo que no resulta conveniente sumarle otro más. De modo que, durante ese período, no debes planear un viaje, una mudanza o un nuevo trabajo.
Ármate de paciencia, pero no debes preocuparte ya que, en general, es un proceso que dura pocas semanas. Sin embargo, si la angustia persiste, lo notas deprimido o se niega a comer consulta con el médico de cabecera.