Según una investigación realizada por la Universidad de Rhode Island, el ancho de las caderas de las mujeres no incide para nada, como se pensaba hasta entonces, en la duración del embarazo. En realidad, lo que determina dicha duración es el propio metabolismo de la embarazada.
De hecho, los bebés nacen cuando la madre no puede continuar aportándole más energía al desarrollo fetal. Por lo que la energía de la gestante es la que, en definitiva, limita dicho crecimiento y no así sus caderas.
Existe un límite en la cantidad de calorías que el organismo puede quemar a diario. De modo que la investigación sugiere que, durante el embarazo, aquellas mujeres que están cerca a su límite de energía tienen a su bebé antes que ello ocurra. Por consiguiente, las limitaciones del metabolismo constituyen aquellas que provocan el nacimiento de un bebé antes de que el tamaño de su cabeza llegue a ser muy grande como para salir a través del canal de parto, en contraposición con lo que sucede con otros primates. Esta es la razón por la cual las personas nacen tan indefensas, situación que difiere bastante en otras especies, como por ejemplo los chimpancés. Estos animales, comparados con los seres humanos, poseen un desarrollo de supervivencia marcadamente más eficaz y veloz. De este modo, los especialistas no dudan en afirmar que para que los humanos pueden parir a un bebé con igual desarrollo que un chimpancé, el embarazo debería tener una duración de aproximadamente unos 16 meses de gestación, lo cual por supuesto es realmente imposible.
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