Parto en cuclillas

Para nacer, el bebé debe atravesar el canal de la pelvis que posee un diámetro interior irregular, siendo más ancho en las partes que ingresa y sale del mismo.  Para acomodarse y adoptar la posición correcta, es decir, darse vuelta, precisa de la mayor fuerza posible del útero, así como de la ayuda del pujo de la madre.
Pero cuando la mujer se encuentra acostada, el bebé se tiene que desplazar de abajo hacia arriba para poder salir, pues la forma de los huesos le supondrán una suerte de obstáculo, debiendo vencer la ley de gravedad.
Al estar acostada, la mujer debe realizar un enorme esfuerzo con el abdomen para poder pujar. Y todo esto sin que cuente con ningún punto de apoyo ya que debe colocar sus manos en unos barrotes verticales, mientras que sus pies tampoco tienen dónde apoyarse porque penden de las mismas pierneras.
En el caso del bebé, el panorama no es más alentador, puesto que su propio peso hace que se compriman las arterias que le aportan oxígeno.
Por ello, es que los médicos deben permitirles a sus pacientes que elijan cómo quieren que sea el parto, quienes para eso necesitarán estar al corriente de las opciones válidas a las que tienen derecho.
Beneficios del parto en cuclillas
A diferencia de cuando se está acostada, en un parto en cuclillas la mujer puede respirar más facilmente, debido a que el diafragma no es comprimido por el abdomen. Al tiempo que el peso del bebe se orienta hacia la salida, de modo que la fuerza del pujo se ve potenciada por efecto de la fuerza de la gravedad.
Por otro lado, como los músculos maternos ya no suponen un obstáculo para el bebé, casi no hace falta la episiotomía y el pujo de la mamá basta para dar a luz.
Al permanecer en posición vertical, el bebé deja de comprimir la aorta de la madre, lo cual hace que llegue la sangre sin dificultad.

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