La incompetencia cervical puede definirse como el debilitamiento del cuello uterino, el cual se abre antes de que el embarazo llegue a término.
Cuando una embarazada padece incompetencia cervical, los médicos deben practicarle un cerclaje cervical, una intervención quirúrgica que consiste en cerrar el cuello del útero para evitar que la mujer tenga un parto prematuro o sufra un aborto espontáneo.
De acuerdo a los datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS),
aproximadamente entre el 70 y 90 por ciento de las mujeres a las que se les practica un cerclaje cervical llegan a completar su embarazo saludablemente. Sin embargo, debido a la gravedad de que el cuello del útero se abra antes de lo que debería, no se conoce con certeza cuáles de estas mujeres necesitaban realmente un cerclaje cervical o si solamente con reposo hubiera bastado solucionar el problema. Es preciso aclarar que este tipo de intervención quirúrgica, como se trata de un método invasivo, puede hacer peligrar la continuidad del embarazo. Por ese motivo, la OMS recomienda solamente apelar a esta operación cuando existan claras evidencias de parto prematuro o de un alto riesgo de pérdida del bebé.
Algunas de las causas de incompetencia cervical son poseer antecedentes de un parto traumático, haber tenido abortos espontáneos, poseer un útero muy corto, embarazos múltiples, entre otras.
En general, el cerclaje cervical suele practicarse entre el segundo y tercer trimestre de gestación para evitar la pérdida del bebé, reforzando el cuello del útero con una sutura para impedir su dilatación. Claro que antes de comenzar el trabajo de parto, dicho cerclaje debe ser retirado pues, de lo contrario, el cuello uterino podría desgarrarse.
Las embarazadas a las que se les practica un cerclaje cervical deben cuidarse y mantener reposo, sin realizar ejercicio físico y evitando las relaciones sexuales.