Beneficios del yoga en el embarazo

Una de las disciplinas que resultan muy beneficiosas para las embarazadas es el yoga, ya que se trata de una práctica completa que consiste en la combinación del control del cuerpo y la mente.

El yoga no solamente ayuda a las mujeres a mantenernos en forma durante el embarazo, sino que además es muy buena para la mente debido a que sirve para calmar los miedos e inseguridades propias de esa maravillosa etapa.  Las diversas posturas de esta disciplina, conocidas como asanas, además de permitir ejercitarnos resultan perfectas para el control de la respiración y el equilibrio.

Es importante señalar que practicar yoga no sólo es beneficioso para el embarazo sino que, a su vez, lo es para el parto y puerperio, porque la flexibilidad que se logra alcanzar a través de esta práctica ayuda, y mucho, en el trabajo de parto.

Por otro lado, el yoga sirve para mejorar la circulación y disminuir la retención de líquidos durante el embarazo. Al tiempo que el estiramiento de los músculos ayuda a mejorar la postura y aliviar los típicos dolores de espalda, sobre todo los producidos por el nervio ciático.

Además de maximizar los flujos de oxígeno y corregir la postura, otros aspectos positivos de esta disciplina que podemos mencionar son los vinculados a la reducción de la ansiedad,  lo cual le permite a la mujer conectarse con su embarazo y, por consiguiente, con el bebé.

De todos modos, aquellas que nunca practicaron yoga y desean comenzar a hacerlo es necesario que lo hagan bajo supervisión de un instructor, al menos hasta tanto aprendan correctamente las posturas. Después del alumbramiento, es necesario aguardar unas seis semanas para retomar la actividad. Durante el post-parto esta práctica es de gran ayuda para recuperar la figura, porque permite fortalecer el suelo pélvico y los músculos del abdomen.

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Métodos para un parto sin dolor

Habitualmente, a las mujeres durante el parto se les aplica la epidural como anestesia para mitigar el dolor. Sin embargo, una nueva investigación sostiene que la anestesia espinal o raquídea, que se debe aplicar en la primera etapa del parto, puede ofrecer mejores resultados.

Del total de las mujeres que dan a luz en el hospital, se estima que el 50% piden que le apliquen la epidural para aliviar el dolor del trabajo de parto, pues esta anestesia local disminuye la sensación de dolor en la zona baja de la espina dorsal.

De acuerdo al estudio desarrollado por especialistas de San Diego, en Estados Unidos, la epidural combinada con otro tipo de analgesia, que recibe el nombre de espinal o raquídea, calma los dolores de una forma más efectiva y rápida.

Para la investigación, se analizaron dos grupos de 400 mujeres cada uno. El primer grupo recibió la anestesia epidural, mientras que al segundo se le inyectó medicamentos en la zona que rodea a la médula como paso previo a la aplicación de la anestesia epidural.

La efectividad de ambos tipos de analgesia fue constatada en distintos momentos del trabajo de parto y el nacimiento. Estableciendo como parámetro una escala de 0 a 10, en las mujeres que recibieron la terapia combinada la puntuación del dolor fue de 1.4, en tanto que aquellas a las cuales se les aplicó la epidural calificaron en 1.9 su nivel de dolor. Y si bien a simple vista uno puede llegar a pensar que los resultados fueron bastante similares, para los autores del estudio dicha diferencia resulta significativa.

De este modo, la anestesia combinada no solo fue más efectiva, sino que también su efecto fue más rápido que el de la epidural estándar. Sin embargo, vale aclarar que el método combinado puede acarrear más efectos secundarios, como por ejemplo tasas cardiacas fetales más bajas, aunque durante el experimento esto no hizo que fuera necesario practicar cesáreas de emergencia.

¿Qué es y en qué consiste el cerclaje cervical?

La incompetencia cervical puede definirse como el debilitamiento del cuello uterino, el cual se abre antes de que el embarazo llegue a término.
Cuando una embarazada padece incompetencia cervical, los médicos deben practicarle un cerclaje cervical, una intervención quirúrgica que consiste en cerrar el cuello del útero para evitar que la mujer tenga un parto prematuro o sufra un aborto espontáneo.
De acuerdo a los datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS),
aproximadamente entre el 70 y 90 por ciento de las mujeres a las que se les practica un cerclaje cervical llegan a completar su embarazo saludablemente. Sin embargo, debido a la gravedad de que el cuello del útero se abra antes de lo que debería, no se conoce con certeza cuáles de estas mujeres necesitaban realmente un cerclaje cervical o si solamente con reposo hubiera bastado solucionar el problema.  Es preciso aclarar que este tipo de intervención quirúrgica, como se trata de un método invasivo, puede hacer peligrar  la continuidad del embarazo. Por ese motivo, la OMS recomienda solamente apelar a esta operación cuando existan claras evidencias de parto prematuro o de un alto riesgo de pérdida del bebé.
Algunas de las causas de incompetencia cervical son poseer antecedentes de un parto traumático, haber tenido abortos espontáneos, poseer un útero muy corto, embarazos múltiples, entre otras.
En general, el cerclaje cervical suele practicarse entre el segundo y tercer trimestre de gestación para evitar la pérdida del bebé, reforzando el cuello del útero con una sutura para impedir su dilatación. Claro que antes de comenzar el trabajo de parto, dicho cerclaje debe ser retirado pues, de lo contrario, el cuello uterino podría desgarrarse.
Las embarazadas a las que se les practica un cerclaje cervical deben cuidarse y mantener reposo, sin realizar ejercicio físico y evitando las relaciones sexuales. 

Mantenerse de pie acorta la primera fase del parto

Permanecer de pie o caminar acorta la primera etapa del parto, mientras que mantenerse tumbada produce el efecto contrario, al menos así lo expusieron los miembros del  Instituto de Salud de Mujeres y Niños del Hospital Townsville en Queensland, Australia, que realizaron un estudio al respecto.
Los investigadores lograron descubrir que la primera fase del parto era notablemente más corta en aquellas embarazadas que permanecían de rodillas, de pie, sentadas o caminando en comparación con aquellas que se mantenían acostadas.
Para arribar a esta conclusión los investigadores se basaron en 21 estudios que fueron realizados en países desarrollados desde la década del 60 hasta la actualidad. A raíz de ello, pudieron descubrir que la primera etapa del alumbramiento se extendía hasta una hora menos en las mujeres que se mantenían erguidas con respecto a las que permanecían tumbadas.
Según los datos vertidos por quienes llevaron a cabo dicho estudio, en casi todos los países desarrollados las embarazadas pueden optar por mantenerse de pie o simplemente caminar durante las primeras fases de la labor de parto sin que ello les genere problema alguno. Por lo que los especialistas no dudan en afirmar que mantenerse en movimiento o erguidas de pie es beneficioso para las mujeres durante la primera etapa del alumbramiento.
Teniendo en cuenta estos resultados, sugieren animar a las mujeres a que adopten la posición que consideren más cómoda, evitando en cualquier caso tumbarse.
De todos modos, los investigadores sostienen la necesidad de ofrecer más información a las embarazadas para que comprendan cómo las posiciones adoptadas en el parto pueden influir en los niveles de dolor, satisfacción y control.

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¿Sirve caminar para desencadenar el parto?

Hay muchas mujeres que piensan que realizar actividad física de manera intensa, como por ejemplo andar mucho en bicicleta, puede llegar a desencadenar el parto. Sin embargo, no se han encontrado estudios científicos que avalen dicha creencia.
Realizar grandes caminatas o comer picante, son sólo algunos de los consejos  provenientes del saber popular que las personas suelen dar cuando el bebé demora en nacer.
Pero si no es con una caminata o comiendo algo picante, ¿cómo se inicia el parto? El parto se desencadena por acción del feto, quien al producir determinadas genera las contracciones en el cuerpo de la madre.
En aquellos casos que es necesario provocar el parto, los médicos obstetras utilizan la maniobra de Hamilton, que se trata de realizar la separación en el cuello del útero de la membrana y la bolsa amniótica. Si en el lapso de pocas horas no se producen contracciones, entonces los profesionales optarán por administrarle a la madre prostglandinas por vía vaginal, cuando el cuello del útero no se encuentre maduro, u oxitocina por vía endovenosa, cuando ya está maduro el cuello uterino.
¿Qué pasa si el parto tarda en producirse? Si el embarazo se extiende hasta las 41 o 42 semanas de gestación, pues no hay motivos para preocuparse ya que esto suele ser normal cuando se calcula de manera errónea la fecha probable de parto, por lo que aún se encuentra dentro de los tiempos normalmente previstos. Además, el médico llevará a cabo intensos controles para tener la seguridad de que todo marcha bien.

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El sexo no ayuda a desencadenar el parto

¿Quién no ha oído alguna vez que el sexo es el mejor modo de desencadenar el trabajo de parto? La razón es que hasta el momento se piensa que el sexo estimula la zona genital y logra que la embarazada se relaje, facilitándole de ese modo todo el proceso. Pero, según parece, esto no es así. Al menos es lo que revela un estudio realizado sobre 1.100 mujeres.

Los expertos creían que en el estudio iban a encontrar que el sexo era el método natural para anticipar el parto. Sin embargo, descubrieron que esto no funciona, por lo que la duración del embarazo no se ve afectada por mucho sexo que se tenga.

En síntesis, los investigadores hallaron la existencia de diferencias entre el momento del parto de las mujeres que mantuvieron relaciones sexuales durante la etapa final del embarazo y las que aquellas que prefirieron no hacerlo.

El obstetra y profesor de ginecología de la Universidad de Malasia, Tan Peng Chiong, admitió estar un tanto decepcionados con estos resultados. Durante mucho tiempo se creyó que el sexo podía servir para inducir el parto, ya que esta creencia estaba respaldada por diversas explicaciones, como que el semen contiene sustancias del tipo hormonal que también se usa en los tratamientos de inducción al parto.

En la etapa final de la gestación la inducción del parto es normal y muchas mujeres también buscan por diversas razones personales desencadenar el trabajo de parto en base a ciertas creencias.

Lo positivo de este estudio reside en que ayuda a fomentar la idea de que mantener relaciones sexuales durante el embarazo es realmente seguro.

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Alimentación del último mes de embarazo

Durante el último mes de embarazo es muy común que una se sienta cansada y con ciertas molestias, pero esta situación no puede servir de excusa para hacer a un lado la dieta.
En esas cuatro semanas, que restan para dar a luz, será cuando el bebé crecerá más. Razón por la cual, es indispensable que el pequeño reciba todos los nutrientes necesarios.
Debido a que sus órganos, particularmente sus pulmones y cerebro, todavía siguen desarrollándose, es necesario ingerir proteínas y Omega 3 que están presentes por ejemplo en el pescado, pues colaboran con la plasticidad cerebral.
Por otro lado, durante y después del parto, la madre experimentará un marcado desgaste físico. Para ello, precisa consumir alimentos ricos en hierro y proteínas, que intervienen en la producción de hematíes; y grasas e hidratos de carbono, para afrontar el gasto de calorías que implica un trabajo de parto.
No se trata de comer más sino mejor. Cada tanto no viene mal un antojo, pero no hay que abusar de ellos si no se desea engordar desmedidamente. Diversos estudios probaron que en el último mes de gestación es cuando la embarazada sube más kilos, por eso si se gana más peso del sugerido estará expuesta a tener problemas de tensión arterial alta, a presentar diabetes o a tener bebés muy grandes, que en ocasiones pueden complicar el parto.
En contrapartida, si no se gana el peso necesario, resulta fundamental comenzar a comer mejor, no sólo para asegurarse de llegar bien a la fecha de parto sino para contar con la energía suficiente para afrontar la lactancia.
Naturalmente, el metabolismo de las embarazadas se adapta a las nuevas necesidades que supone la gestación, por lo que se aprovecha mejor la energía que aportan los alimentos para proporcionarle la glucosa necesaria al feto. Al tiempo que reduce la motilidad intestinal para una mejor absorción de los nutrientes.

La duración del trabajo de parto se extendió en las últimas décadas

Dos Institutos Nacionales de los Estados Unidos a través de un estudio lograron determinar que las mujeres poseen un promedio de dos a tres horas más de trabajo de parto en contraste con lo que sucedía en la década del 60’.
Si bien se desconocen en verdad cuáles son las causas de dicho fenómeno, se piensa que la utilización de anestesia epidural puede estar relacionado con ello, puesto que en el 55% de los partos se emplea este método analgésico.
Por su parte, otras de las razones por las que las mujeres demoran más tiempo en dar a luz son los partos inducidos con hormonas artificiales y las cesáreas planificadas.
Asimismo, la investigación dio a conocer que el 12% de las mujeres consultadas tuvo un parto por cesárea, lo cual contrasta de forma notoria con el 3% de estos partos en los años 60’. Es importante destacar que en los partos por cesárea, al 31% de mujeres se le aplicó la oxitocina, una hormona que estimula las contracciones.
Según los obstetras estadounidenses, también los del resto del mundo tendrían que repensar la idea de trabajo de parto, pues es más que claro que un excesivo intervencionismo médico retarda en las mujeres el desarrollo de procesos naturales.

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Cómo reconocer las contracciones uterinas de falso parto

Hoy haremos referencia a las contracciones uterinas de falso parto, las cuales suelen despertar dudas sobre todo durante las últimas semanas del embarazo, ya que nos hacen pensar que ha comenzado el trabajo de parto. Aunque sólo se trata de una falsa alarma. Vale recordar que en los días anteriores al parto aparecen contracciones que poseen la función de ablandar y acortar el cuello uterino, con el propósito de que pueda dilatarse. Éstas son contracciones difíciles de detectar, en especial en las madres primerizas.
Las contracciones uterinas de falso parto, por lo general, son breves e irregulares, no poseen una duración o intervalos de tiempo establecidos, y  derivan en falsas alarmas que algunas madres pueden interpretar como el comienzo del parto. Lo importante es saber que, si las mismas no aumentan en intensidad y frecuencia, no se las debe tener en cuenta, sólo constituyen una  señal de que pronto se iniciará el verdadero trabajo de parto.
Estas contracciones de falso parto abarcan la zona del útero, desde la parte superior hasta la zona inferior del mismo. No son dolorosas y se las puede reconocer por algunos signos característicos como el endurecimiento del abdomen y el incremento de la tensión abdominal. Esta clase de contracciones pueden darse desde la semana 26 de gestación y a medida que el embarazo es más avanzado se tornan más evidentes.
Reconocer las contracciones reales no es algo difícil, por cierto, ya que presentan pautas de tiempo y duración, al contrario de lo que ocurre con las contracciones uterinas de falso parto. A esto se le deben sumar los dolores que sufren las futuras mamás con ellas, algo que no sucede con las falsas, las cuales sólo producen una leve molestia.
De modo que las señales que indican que el trabajo de parto está por desencadenarse son la sensación de que el bebé a descendido, el aumento de la secreción vaginal, la secreción de líquido amniótico por la vagina debido a la fisura o rotura de la bolsa amniótica y, desde ya, las contracciones de parto, acompañadas de dolores, con una duración e intensidad en aumento.
Por consiguiente, un falso parto se diferencia de uno verdadero por el tipo de contracciones indoloras, que desaparecen al descansar, caminar o cuando se cambia de posición. Mientras que en un trabajo de parto verdadero, las contracciones aparecen en intervalos regulares de entre 30 y 70 segundos, que aumentan su frecuencia de a poco y que no desaparecen por más que se cambie de posición, se descanse o camine.
Sencillamente, las contracciones uterinas de falso parto sirven de entrenamiento para el útero y representan una señal de que el verdadero trabajo de parto se aproxima.

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Vivir la experiencia de un segundo embarazo

En el segundo embarazo, la madre se encuentra más preparada tanto física como psicológicamente. No obstante, el desarrollo del embarazo y el parto no son iguales al primero, por lo que existen ciertos aspectos que es preciso tener en cuenta.
Los trastornos típicos del embarazo disminuyen a causa de que los tejidos poseen mayor elasticidad. Incluso, el dolor de espalda, al igual que las náuseas, la ciática o los problemas de circulación en las piernas, puede que aparezcan de manera diferente.
Además, el trabajo de parto suele ser más liviano. Por lo general, si para un primer hijo es posible que transcurran hasta 24 horas desde el inicio del trabajo hasta el parto, para el segundo, el tiempo se acorta a la mitad. La fase de dilatación generalmente es más breve ya que el cuello uterino se borra con rapidez. A su vez, las paredes vaginales se encuentran más distendidas y con mayor elasticidad.
Por su parte, el parto normalmente es más corto también debido a que el tiempo de adaptación del cuerpo de la mujer disminuye, puesto que el cuello del útero y los tejidos circundantes se hallan más blandos, facilitando así la dilatación y la expulsión del bebé. Al mismo tiempo, la mujer ya sabe cómo pujar, por lo que colabora mejor con el ginecólogo.
Por otro lado, en un segundo embarazo la barriga se nota antes, porque los músculos del abdomen están más relajados y se adaptan antes a los cambios del embarazo; los movimientos del bebé se perciben alrededor de la semana 14 de gestación, siendo que en las madres primerizas esto no ocurre hasta la semana 20 o 22; normalmente se adelanta la fecha de parto,  a causa de que el cuello del útero se halla más blando y le cuesta más permanecer cerrado hasta el final de la gestación; y hay menores posibilidades de episiotomía,  por la correcta distensión del tejido del periné.
En cuanto a la lactancia, como el pecho y los pezones se encuentran más curtidos y la piel posee menos sensibilidad,  la madre se adapta con mayor seguridad a las necesidades de su bebé.
Además de todas estas ventajas, en el segundo embarazo tienen lugar algunos inconvenientes. Por un lado, el útero demora más en regresar a su tamaño original por la distensión muscular. Asimismo, recuperar la línea no es tan fácil como la primera vez, aunque con  la ayuda de una dieta sana y ejercicio, el cuerpo vuelve a su peso anterior.
Por último, el cansancio es más notorio, ya que dormir pocas horas y de manera interrumpida por la lactancia y, a la vez, atender al hijo mayor genera un mayor cansancio.
De todos modos, más allá de todo esto, un segundo embarazo, aunque es bien diferente al primero, representa una experiencia maravillosa que vale la pena vivir. No hay nada que empañe la inmensa felicidad que conlleva la llegada de un nuevo hijo. Se los puedo asegurar.

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