Aproximadamente a los 15 meses de edad, puede llegar a suceder que tu hijo coma menos y eso te genere preocupación. Lo que sucede es que a esa edad, disminuyen los requerimientos nutricionales del niño, debido a que dejará de crecer de manera acelerada, como lo hacía hasta entonces, y por consiguiente necesita menos nutrientes.
De esta manera, la cantidad de alimento que tienen que ingerir es notablemente inferior a la que requerían hasta esa edad., ya que los niños no crecen ni aumentan de peso en la medida que lo hacían antes, durante su etapa de lactantes. A partir del año y medio, comenzarán a crecer más lentamente y, en consecuencia, su apetito será bastante menor.
No obstante ello, los padres pueden llegar a sentirse algo preocupados si notan que el pequeño ya no come igual que lo hacía antes. Por eso, es importante evitar caer en la angustia y malacostumbrarlo. Es decir, si se le da de comer únicamente lo que desea, no sólo perpetuaremos el problema sino que continuará creciendo como un niño que se alimenta poco y mal.
Vale decir que los niños de esa edad, pueden no comer a causa de que no tienen hambre o porque, sencillamente, no cuentan con ganas de hacerlo.
Puede suceder que los niños se nieguen a comer debido a que están atravesando alguna enfermedad, por lo que su decaimiento hace que se les cierre el estómago. Por ejemplo, en caso de estar resfriados, lógicamente van a querer comer menos, porque al presentar dificultades para respirar y tragar, se cansan y comen menos.
Por otro lado, la anemia puede ocasionar inapetencia, por ello es recomendable realizar una consulta pediátrica.
Si hay algo que no se debe hacer es forzarlo a comer, cambiar alimentos por otro, o presionar mucho para que coma. En éste caso el niño podrá interpretar que, utilizando la comida como arma, puede hacer con la familia lo que le plazca, convirtiéndose en una herramienta de verdadera manipulación.