Las rabietas, tanto en los bebés como en los niños pequeños, representan uno de los actos más indeseados por los padres, que no siempre saben cómo controlarlas.
Rabietas, pataletas, berrinches o como se las quiera llamar, varias pueden ser sus causas: aburrimiento, cansancio, porque quiere algo, como un dulce o un juguete, y no se lo dan; y muchos etc. Lo real es que las rabietas forman parte inevitable de la vida de todo niño, por lo que como padres es necesario estar preparados para afrontarlas.
No todas las rabietas son producto del capricho, sino que pueden indicar también una necesidad de comunicar algo, de modo que es preciso comprender por qué ocurren.
Las principales causas de una rabieta son:
– Deseo insatisfecho, por un juguete, un dulce, un objeto, un lugar al que quiere ir pero no se lo deja.
– Frustración ante algo que no les sale bien.
– Necesidad, ya sea de hambre, frío, malestar, sueño, etc.
– Negación, a comer, ir a dormir.
– Dolencias por algún malestar general o cólicos.
Las rabietas suelen ser comunes en los niños de entre 1 y 2 años, aproximadamente, y dejan de serlo a la edad de 4 años, pues el niño ya puede expresar con palabras lo que quiere y su personalidad está más formada.
Por más que las rabietas nos resulten molestas a todos, son muestra de crecimiento emocional, pues el niño a través de ellas expresa sus deseos, sus emociones y sus vivencias.
Ante las rabietas, algunos padres terminan cediendo, obteniendo así lo que el niño quiere. Por ello, es importante que los padres podamos definir los límites entre lo que es ser permisivo y la autoridad, pilares esenciales de su formación.
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