¿Qué denotan las rabietas de los niños?

Las rabietas, tanto en los bebés como en los niños pequeños, representan uno de los actos más indeseados por los padres, que no siempre saben cómo controlarlas.
Rabietas, pataletas, berrinches o como se las quiera llamar, varias pueden ser sus causas: aburrimiento, cansancio, porque quiere algo, como un dulce o un juguete, y no se lo dan; y muchos etc.  Lo real es que las rabietas forman parte inevitable de la vida de todo niño, por lo que  como padres es necesario estar preparados para afrontarlas.
No todas las rabietas son producto del capricho, sino que pueden indicar también una necesidad de comunicar algo, de modo que es preciso comprender por qué ocurren.
Las principales causas de una rabieta son:
Deseo insatisfecho, por un juguete, un dulce, un objeto,  un lugar al que quiere ir pero    no se lo deja.
Frustración ante algo que no les sale bien.
Necesidad, ya sea de hambre, frío, malestar, sueño, etc.
Negación, a comer, ir a dormir.
Dolencias por algún malestar general o cólicos.
Las rabietas suelen ser comunes en los niños de entre 1 y 2 años, aproximadamente, y dejan de serlo a  la edad de 4 años, pues el niño ya puede expresar con palabras lo que quiere y su personalidad está más formada.
Por más que las rabietas nos resulten molestas a todos, son muestra de crecimiento emocional, pues el niño a través de ellas expresa sus deseos, sus emociones y sus vivencias.
Ante las rabietas, algunos padres terminan cediendo, obteniendo así lo que el niño quiere. Por ello, es importante que los padres podamos definir los límites  entre lo que es ser permisivo y la autoridad, pilares esenciales de su formación.

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La importancia de los objetos de apego en la vida de los niños

Es muy común que los niños tengan algún objeto de apego u objeto transicional, como un peluche, una mantita, una almohada, un cojín, una sábana, un osito, el chupete, etc;  que responde pura y sencillamente a la necesidad innata de protección.
Durante sus primeros meses de vida, el bebé es totalmente dependiente de la mamá, lo cual comienza a revertirse a partir de los 4 o 5 meses, momento en el cual surgen los denominados objetos de apego que ayudan a facilitar dicha transición. De a poco, el pequeño empieza a desapegarse, buscando de ese modo protección en algún objeto de textura suave, pues la suavidad le recuerda a la madre y de cierta forma le brinda seguridad. Esto es algo que muchos padres pueden llegar a verlo como un problema o, incluso, como una preocupación, pero lo real es que el objeto de apego le aporta tranquilidad al bebe.
Por eso, es muy importante que los padres sepan que no se trata de ningún síntoma de algún problema, sino que tan solo es un objeto familiar que ayuda a los pequeños a afrontar las experiencias nuevas que tienen lugar en esta primera etapa de sus vidas.
Por lo general, es el propio niño quien escoge el objeto, de modo que no se le puede imponer uno por la fuerza. Dicho objeto, cobra un gran protagonismo en su vida y es de mucha utilidad sobre todo a la hora de dormir.
Normalmente, el niño tendría que desprenderse del objeto al alcanzar los 3 o 4 años. No obstante, en algunos casos la costumbre se prolonga hasta los 5 o 6 años.
Algunos especialistas aconsejan contar con más de uno de estos peluches o lo que sea que elija el niño, para poder lavarlo o usarlo de repuesto en caso de que se pierda. Sin embargo, hay quienes consideran que lo más indicado es no lavarlo para no sacarle su particularidad, su olor especial.
Lo importante es saber que el bebé es quien elije su objeto transicional, por lo que no puede cambiarse por otro salvo que el niño lo decida. Inclusive, si los padres compran uno igual, el bebé lo notará y le causará tristeza.
Los doctores, por lo general recomiendan intentar limitar el uso del objeto: primero solamente en casa, no pudiéndolo llevar más al parque por ejemplo; y después solo al momento de acostarse. Así, de forma paulatina, el pequeño deberá ir separándose de su objeto.

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Enseñando al bebé a dormir

La llegada de un bebé, sin dudas, marca un rotundo cambio en la vida de toda pareja, en especial a la hora de dormir. Pensar en dormir toda la noche como antes parece un sueño realmente lejano. De todos modos, hay algunas técnicas que pueden ponerse en práctica para enseñar al bebé a dormir. No olvidemos que a dormir se aprende, al igual que a comer o a caminar.
Una de las cuestiones fundamentales es la vestimenta. Asegúrate que el bebé posea una vestimenta apropiada para dormir.
También, es importante respetar los horarios de alimentación del pequeño, estableciendo una rutina en sus comidas, sobretodo en aquellos bebés que comienzan a comer sólidos. Además, prueba  con darle su última comida antes de las 22 hs, ya que después de este horario los cólicos o algunos trastornos digestivos podrían generarle molestias para dormir o, incluso, despertarlo durante la noche.
Otro aspecto esencial reside en enseñarle a diferenciar al bebé, desde bien pequeño, el día de la noche. Luz y ruido a lo largo del día, oscuridad y silencio durante la noche.
Un error muy común que cometemos las madres es acunarlo en brazos para que se duerma. Sólo hay que recostarlo en su cuna y darle unas caricias, cantarle una canción o contarle un cuento. De esa manera, se fijará una rutina que lo ayudará a dormir.
Al mismo tiempo, trata que un juguete que le agrade lo acompañe en la cama. Un juguete especial puede resultar una buena compañía al momento de acostarse, ayudándolo si se despierta por la noche.
Segundo error muy común: si llora, definitivamente no lo lleves a tu cama. Hazle compañía en su habitación, hasta que consiga dormirse de nuevo. En caso que vuelva a llorar, demora cada vez más en ir a su habitación, incrementando los tiempos de a 5 minutos. Así, el bebé no se acostumbrará a que alguien acuda a él de manera inmediata.
Asimismo, es de gran ayuda establecer una rutina para ir a dormir, como si fuera una especie de ceremonia, que se repita cada noche. Puedes contarle un cuento o ponerle un poco de música, a la misma hora todos los días.
Y, lo más importante, respeta y haz respetar estas reglas. No hay que permitir que las personas que lo cuidan cuando no estés quebranten estas reglas. Haz que las respete con firmeza, pero al mismo tiempo con afecto. De esta forma, el bebé aprenderá a conocer cuáles son sus límites.