La siesta infantil mejora la memoria y el aprendizaje

La siesta es muy beneficiosa para los niños, pues los ayuda a recuperar energía para afrontar el resto del día. A ello, ahora se le suma el hecho de que también permite mejorar la capacidad de aprendizaje, tal como ha sido demostrado mediante un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos).

Según dicho trabajo, los niños menores de tres años que acostumbran dormir la siesta evidencian una mejora en la memoria y el aprendizaje.  Para arribar a esta conclusión, los expertos analizaron el comportamiento de un grupo de niños que asistía una guardería, todos ellos de aproximadamente tres años de edad. Es interesante señalar que existen estudios previos realizados con jóvenes en los que se arribó a una conclusión similar, aquellos que dormían la siesta aprendían mejor en comparación con los que no tenían ese hábito.

Esta investigación es una buena manera de llamar la atención a aquellas guarderías de Estados Unidos que buscan eliminar la siesta infantil para dedicarle más tiempo a la enseñanza.  Según parece, ciertas administraciones y grupos de padres, en especial de las guarderías dependientes del estado, dudan de los beneficios de este breve descanso infantil pues argumentan que diversas investigaciones dan cuenta de los beneficios de la educación temprana, en la cual la siesta no está incluida. No obstante, este nuevo estudio ha logrado demostrar que las siestas son beneficiosas para, dado que les permiten desempeñarse con éxito en la primera etapa de la educación.

Durante la realización del trabajo, en el cual se analizó a unos 40 niños de distintas guarderías, no sólo se efectuaron pruebas para constatar la mejora de la memoria y el aprendizaje en los niños que dormían la siesta, sino que además se estudiaron las fases del sueño infantil y el procesamiento de los recuerdos. De este modo, se estableció la existencia de una relación positiva entre el sueño profundo y la memoria, ya que durante esta fase se fija la información recibida a lo largo del día.

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Niños sonámbulos por uso excesivo de la tecnología

Los profesionales médicos advierten que han aumentado  los casos de sonambulismo en niños y adolescentes, lo cual podría deberse al uso excesivo de la tecnología, como por ejemplo la TV, el ordenador o los videojuegos, desde edades muy tempranas.
Esta apreciación da cuenta de que el descanso infantil al igual que la calidad del sueño se han visto perjudicados en los últimos años, por lo que es común ver hoy a niños que duermen pocas horas, padecen de insomnio e incluso sonambulismo. Todo esto hace que se convierta en un problema crónico, propiciando los cambios de humor y alteraciones en las rutinas de estas personas somnolientas.
El doctor Gonzalo Pin, vicepresidente de la Asociación Española del Sueño y coordinador de la Unidad de Pediatría de Hospital Quirón Valencia, adjudica básicamente los trastornos del sueño en los niños al incremento del uso de tecnología, aunque pueden deberse también a otras cuestiones como la carga genética, lo cual es determinante en este tipo de problemas.
El sonambulismo puede ser definido como una parasomnia producida, en general, durante el primer tercio de la noche, momento en que se pasa de un sueño profundo no REM a un sueño más superficial. De este modo, mientras el cerebro descansa, el cuerpo realiza determinados movimientos sin control cerebral.
Lo cierto es que el 60% de los niños que son sonámbulos, tienen padres que han tenido antecedentes. Lo principal en estos casos es tratar la posible enfermedad de base, como puede ser la apnea del sueño o cualquier otro trastorno respiratorio.
Según datos estadísticos, los niños son los más afectados por el sonambulismo. De hecho, un 6%  de los niños de 6 y 11 años sufren estos episodios, los cuales van espaciándose durante su desarrollo. Así, transcurridos los primeros 5 años de la aparición de este trastorno, éste desaparece en aproximadamente un 65% de los niños afectados.
En general, los niños sonámbulos tienen episodios de 5 a 15 minutos, durante los cuales puede que caminen, coman o simplemente hablen. Pero es importante saber que mientras ello ocurra jamás se debe intentar despertarlos, aunque sí es conveniente observarlos para evitar el riesgo de que se lastimen.

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