Hay dos corrientes contrapuestas en relación a si los niños deben o no dormir con sus padres, ya sea en la misma cama o habitación o, bien, en dormitorios separados. Siempre hay que tener en cuenta que, más allá de los argumentos que defienden una y otra posición sobre este tema, la última palabra la tienen los padres.
Existen muchas opiniones encontradas acerca de si resulta conveniente o no que el niño comparta el dormitorio o la cama con los padres. Con frecuencia, tales argumentos se basan en modas o tendencias que carecen fundamento. Lo importante aquí es que, más allá de todo, es la familia quien debe reflexionar y obrar de acuerdo a la manera que le parezca más apropiada, conforme a su modo de pensar.
Por un lado, encontramos aquellos que defienden el hecho de que los padres y los niños deben dormir en dormitorios separados. Esta es una apreciación que suele ser defendida sobre todo por los pediatras. Según dicho argumento, a partir del sexto mes, el bebé tiene que aprender a dormir en su propia habitación, sin ningún tipo de excepción. Tanto el dormitorio como la cama de los padres pasa a ser un lugar “prohibido» para los niños.
Según este punto de vista, en cierta forma, se debe enseñar al bebé a dormir solo; ya que los bebés, que hallan la protección en sus padres, por lo general desean permanecer todo el tiempo con ellos.
Una de las ventajas de que los niños duerman en cuartos separados reside en que los padres recuperan de alguna manera su independencia por la noche. No obstante, cada vez que le den el consentimiento a su hijo para que duerma con ellos en su cuarto, no será muy fácil lograr que duerma luego solo en su cuarto.
La otra opción, un tanto más blanda o natural, es aquella que promueve el colecho. Hay que tener en cuenta que a lo largo de la Historia, ha sido muy común que los bebés durmieran con sus padres, e incluso al día de hoy continúa siendo la norma en diversas culturas.
Muchos padres, aún hoy, consideran esta opción como algo absolutamente natural. No existe una fecha precisa para que el niño pase a dormir solo en su cuarto sino que la decisión recae en cada familia, de acuerdo a sus necesidades y la evolución del bebé.
La cama de los padres constituye un lugar perfecto para compartir, ya sean mimos y cosquillas, o para consolar al bebé cuando esté lo requiera.
Si bien es real que los padres pierden de algún modo cierta intimidad, esto pasa a un segundo plano ya que la atención al bebé, al ser compartida por ambos padres, hace que ganen complicidad entre ellos y con su bebé.
En contra de lo que muchos creen, los niños que poseen esta relación tan cercana con los padres suelen desarrollar prontamente su independencia.