La mayoría de las mujeres nos hacemos a la idea de que, tras el nacimiento de nuestro hijo, volveremos a tener inmediatamente la figura de antes, ¿no es verdad? Pero a decir cierto, esto no sucede tan rápido como lo esperamos, ni en todos los casos.
Inmediatamente luego del parto, al pararnos frente al espejo podemos observar que, si bien no estamos a punto de explotar como hasta hace unos días, aún lucimos como con unos cuantos meses de embarazo. Es más, no va a faltar aquel desubicado que pregunte cuánto nos falta para parir. Pues, bien, es lógico que después del alumbramiento, la barriga regrese a su tamaño normal aproximadamente entre 6 y 8 semanas más tarde, cuando el útero recupera su tamaño normal previo al embarazo.
Durante el embarazo y mientras nos recuperamos del proceso del parto, el ejercicio y una alimentación sana y equilibrada constituyen la clave para lograr la mejor readaptación del cuerpo, pero siempre respetando la prescripción médica del obstetra o ginecólogo.
No obstante, en ciertos casos la recuperación puede no resultar tan sencilla, en especial si se ha engordado mucho más de lo aconsejable durante el embarazo. Además, muchas mujeres quedan con “piel suelta” en la zona de la barriga después del parto e incluso luego de que el útero retorne a su tamaño normal. Esto se produce porque el útero aumenta cinco veces su tamaño normal durante el embarazo, por lo que la piel se estira para acomodar a un órgano del tamaño de una sandía pequeña. El problema que a muchas nos preocupa es que la piel estirada puede permanecer así. En ese caso, debemos consultar a nuestro médico la posibilidad de someternos a algún tipo de tratamiento estético.
Lo importante es no desesperarse. Nuestro cuerpo ha cambiado, pero nada puede opacar la alegría irrefrenable que nos despierta la llegada de un hijo.