Alteraciones del cordón umbilical

Si bien las alteraciones severas del cordón umbilical no se dan con frecuencia, la mayoría de ellas se pueden detectar recién en el parto. El bebé permanece conectado a la placenta gracias al cordón, proporcionándole al pequeño el oxigeno y los nutrientes suficientes para su desarrollo.
El cordón umbilical se forma entre la tercera semana y el segundo mes de gestación, y sigue creciendo durante el embarazo, pudiendo llegar a medir aproximadamente cincuenta centímetros de largo y unos dos centímetros de diámetro.
Este tubo estrecho está conformado por tres vasos sanguíneos, a saber: una vena, que va  desde la placenta hasta el bebé y transporta el oxígeno y los nutrientes que provienen del flujo sanguíneo de la madre, y dos arterias que son las que conducen los denominados “productos de desecho”, que son eliminados al ser transferidos a la sangre de la embarazada.
Algunas de las alteraciones que suelen presentarse son:
Cordón de una sola arteria: cuando en vez de dos arterias se desarrolla solo una en el cordón. Esta anomalía, que se da en menos del 1% de los casos y que no es posible corregir durante el embarazo, puede ser detectada tempranamente y, en la mayoría de los casos, suele estar relacionada a malformaciones mayores, renales o cardíacas, o alteraciones menores, como parto prematuro o bajo peso al nacer.
Alteraciones en la longitud del cordón: según lo que mida el cordón, éste puede ocasionar ciertas dificultades. Si es demasiado corto, se complicaría el descenso del bebé mediante el canal de parto, al tiempo que podría indicar la existencia de malformaciones o problemas en el desarrollo debido a la falta de espacio. Mientras que un cordón de mayor longitud, si bien no está asociado con defectos, aumenta el riesgo de formación de nudos o de que se enrolle en torno al cuerpo del bebé, causando sufrimiento fetal en el preciso momento del trabajo de parto o incluso antes.
Nudos del cordón umbilical: Estos pueden formarse por los movimientos que realiza el bebé en el interior del útero. No es común que un nudo se llegue a apretar a tal punto de que restrinja el paso del oxígeno y los nutrientes al bebé. En ocasiones, los nudos pueden ser deformaciones en su estructura que no revisten importancia.
Circular de cordón: es cuando el cordón se enrolla alrededor del cuello del bebé o en cualquier otra parte de su cuerpo. Según datos estadísticos, entre el 20 y el 40% de los niños nacen con este tipo de alteración.
Prolapso del cordón umbilical: se da cuando el cordón se desplaza por la vagina antes de que nazca el bebé, lo que hace que se comprima de tal modo que el pequeño puede dejar de recibir sangre. Cuando se da una situación de este tipo, se le practica una cesárea a la madre.  Esta alteración suele presentarse en partos prematuros o cuando el bebé se encuentra de nalgas.

Parto vaginal después de una cesárea

En general, las mujeres que tuvieron hijos por cesárea pueden dar a luz por parto vaginal. Si bien posee una alta tasa de éxito, para algunas embarazadas esta puede ser una mala elección, por eso es importante consultar con el médico acerca de la posibilidad de elegir esta alternativa.
El parto vaginal conlleva diversos beneficios,  puesto que elimina las posibles complicaciones vinculadas a la cesárea, se pierde menos sangre, las lesiones y los riesgos de infección son menores y la recuperación es más rápida.
Un parto normal después de una cesárea puede acarrear ciertos riesgos. Además, dado a la cicactriz que deja una cesárea en la pared del útero, es común que los médicos recomienden una segunda cesárea en vez de un parto natural. No obstante, un parto vaginal es una opción segura para gran parte de las mujeres, excepto que hayan tenido dos o más cesáreas con anterioridad ya que aumentan las posibilidades de que se presenten complicaciones.
La cicatriz dejada por una cesárea es una zona débil y se puede romper en el parto. De darse esta situación, sería necesario realizar una cesárea de urgencia, e incluso una transfusión de sangre o una histerectomía, pudiendo llegar a perjudicar al bebé.

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La depresión postparto podría diagnosticarse con un simple análisis de sangre

Si bien el nacimiento de un hijo es el momento más feliz para cualquier madre, muchas mujeres suelen experimentar una profunda angustia tras el parto. Se estima que entre el 10 y el 18 por ciento de las madres sufre depresión posparto. Sin embargo, hasta ahora, poco y nada se sabía acerca del porqué algunas sufren de ello y otras no. Un nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad John Hopkins, de Baltimore (Maryland), develó que la causa se centraría en la alteración química de dos genes, algo que podría ser detectado mediante un simple análisis de sangre.
Los investigadores norteamericanos lograron determinar que, las modificaciones en la forma en que funcionan los genes en la secuencia del ADN, se puede detectar en un análisis de sangre en cualquier etapa del embarazo, el cual tendría un 85 por ciento de acierto.
De este modo, se lograría pronosticar de manera sencilla la depresión en las semanas posteriores al parto, dando lugar además a una intervención terapéutica previo a que los síntomas se acentúen.
Un grupo de 52 embarazadas participó del estudio, aunque los investigadores consideran que será necesario probarlo en más mujeres para constatar los resultados obtenidos.
A pesar que la depresión posparto es padecida por entre el 10 y 18 por ciento de las mujeres, la tasa asciende al 30 y 35 por ciento entre aquellas que contaban con un diagnóstico previo de trastornos en el ánimo.
Este tipo de depresión, que empieza cuatro semanas después de haberse producido el parto y puede llegar a prolongarse hasta un año, suele caracterizarse por la aparición de sentimientos persistentes de desesperanza, cansancio, tristeza y ansiedad.

Mantenerse de pie acorta la primera fase del parto

Permanecer de pie o caminar acorta la primera etapa del parto, mientras que mantenerse tumbada produce el efecto contrario, al menos así lo expusieron los miembros del  Instituto de Salud de Mujeres y Niños del Hospital Townsville en Queensland, Australia, que realizaron un estudio al respecto.
Los investigadores lograron descubrir que la primera fase del parto era notablemente más corta en aquellas embarazadas que permanecían de rodillas, de pie, sentadas o caminando en comparación con aquellas que se mantenían acostadas.
Para arribar a esta conclusión los investigadores se basaron en 21 estudios que fueron realizados en países desarrollados desde la década del 60 hasta la actualidad. A raíz de ello, pudieron descubrir que la primera etapa del alumbramiento se extendía hasta una hora menos en las mujeres que se mantenían erguidas con respecto a las que permanecían tumbadas.
Según los datos vertidos por quienes llevaron a cabo dicho estudio, en casi todos los países desarrollados las embarazadas pueden optar por mantenerse de pie o simplemente caminar durante las primeras fases de la labor de parto sin que ello les genere problema alguno. Por lo que los especialistas no dudan en afirmar que mantenerse en movimiento o erguidas de pie es beneficioso para las mujeres durante la primera etapa del alumbramiento.
Teniendo en cuenta estos resultados, sugieren animar a las mujeres a que adopten la posición que consideren más cómoda, evitando en cualquier caso tumbarse.
De todos modos, los investigadores sostienen la necesidad de ofrecer más información a las embarazadas para que comprendan cómo las posiciones adoptadas en el parto pueden influir en los niveles de dolor, satisfacción y control.

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¿Sirve caminar para desencadenar el parto?

Hay muchas mujeres que piensan que realizar actividad física de manera intensa, como por ejemplo andar mucho en bicicleta, puede llegar a desencadenar el parto. Sin embargo, no se han encontrado estudios científicos que avalen dicha creencia.
Realizar grandes caminatas o comer picante, son sólo algunos de los consejos  provenientes del saber popular que las personas suelen dar cuando el bebé demora en nacer.
Pero si no es con una caminata o comiendo algo picante, ¿cómo se inicia el parto? El parto se desencadena por acción del feto, quien al producir determinadas genera las contracciones en el cuerpo de la madre.
En aquellos casos que es necesario provocar el parto, los médicos obstetras utilizan la maniobra de Hamilton, que se trata de realizar la separación en el cuello del útero de la membrana y la bolsa amniótica. Si en el lapso de pocas horas no se producen contracciones, entonces los profesionales optarán por administrarle a la madre prostglandinas por vía vaginal, cuando el cuello del útero no se encuentre maduro, u oxitocina por vía endovenosa, cuando ya está maduro el cuello uterino.
¿Qué pasa si el parto tarda en producirse? Si el embarazo se extiende hasta las 41 o 42 semanas de gestación, pues no hay motivos para preocuparse ya que esto suele ser normal cuando se calcula de manera errónea la fecha probable de parto, por lo que aún se encuentra dentro de los tiempos normalmente previstos. Además, el médico llevará a cabo intensos controles para tener la seguridad de que todo marcha bien.

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Vencer el miedo al dolor del parto

Contar con una buena preparación física y conocer las técnicas de respiración y relajación sirven de mucho para aliviar los dolores de parto.
Estar en forma, aprender los distintos tipos de respiración para el parto y alcanzar una armonía entre la mente y el cuerpo a través de la relajación, supone dejar de tener una actitud pasiva y adoptar otra más participativa, lo que colabora en  reforzar la personalidad de la mujer, fin último de la preparación para ser madre.
El miedo al dolor no tiene que ser aceptado con resignación, puesto que existen ciertas formas de disiparlo. Lo ideal es que la embarazada comparta sus temores e inquietudes con su pareja, para hacerlo partícipe del embarazo.
Aliviar el dolor de parto
Entre los métodos que se suelen emplear más actualmente para calmar los dolores del parto se encuentra la anestesia peridural, que suele indicarse sobre todo en el caso de partos largos y trabajosos. Pero aparte de la peridural, existen muchos medicamentos que se pueden usar en pos de facilitar la relajación y atenuar el dolor e incluso la intensidad de las contracciones.
Cada parto es diferente
El parto constituye en sí mismo un acto fisiológico en el que el cuerpo materno experimenta un dolor al que no se encuentra acostumbrado. Sin embargo, a pesar de que muy pocas mujeres logran un parto sin dolor, muchas aseguran haber sentido molestias mínimas, en tanto que otras afirman haber experimentado solamente una sensación de tensión semejante a la de un gran esfuerzo físico. Pero más allá del dolor, cada vez son más las madres que recuerdan el parto como una experiencia maravillosa y única.
El dolor varía de una mujer a otra. De hecho, en él pueden influir ciertos factores como el estado emocional de la mujer, la maduración psicológica, la ilusión por convertirse en madre o la relación que posean con  la pareja, entre otros.
Es importante tener en cuenta que, en el embarazo al igual que en el parto, influye mucho la personalidad de la mujer, pues en esa etapa es cuando pueden aflorar algunos conflictos internos y pensamientos que no surgirían en circunstancias normales.

Parto inducido

Por lo general, el parto se produce naturalmente alrededor de la semana 40 de gestación. Pero si se excede  de la semana 41 y no existen señales de que vaya a producirse el parto, los médicos optan por inducirlo para evitar el sufrimiento fetal.
Existen determinadas técnicas que son empleadas por los médicos para provocar las contracciones. De este modo, si bien el trabajo de parto comienzo de manera artificial, pero el alumbramiento será igual a cualquier otro.
La inducción del parto es recomendada en aquellos casos en los que se produce la rotura prematura de membranas. Comúnmente, al poco tiempo de romper la bolsa de aguas empiezan las contracciones y la dilatación. Aunque no en todos los casos sucede esto. De ser así, la embarazada debe ser hospitalizada para mantenerla en observación durante por lo menos 24 horas, monitoreando con frecuencia el estado del feto y administrándole antibióticos a la mujer para evitar cualquier riesgo de infección. Si transcurrido ese tiempo no se desencadena el parto, entonces habrá que provocarlo.
Esta técnica de inducción suele ser empleada también en el caso que la madre posea alguna enfermedad, como diabetes, hipertensión arterial o problemas renales, pues las dolencias crónicas o agudas pueden afectar la salud del bebé e incluso de la propia embarazada.
Otro de los casos en que suele inducirse el parto es cuando el embarazo supera la semana 42 sin que la mujer se ponga de parto. En general, los médicos no suelen aguardar demasiado tiempo para provocar el alumbramiento, ya que ello aumentaría el riesgo de que se presenten complicaciones.
Cuando hay evidencias de meconio en el líquido amniótico, es fundamental provocar el parto ya que esto es señal de que el bebé no se encuentra bien.
También, se suele recurrir a una inducción cuando hay un crecimiento intrauterino retardado (CIR), donde el feto deja de crecer como consecuencia de que no se llega a nutrir correctamente; por preeclampsia, enfermedad que pone en riesgo la vida del bebé y la de la madre; o cuando la embarazada posee antecedentes de haber dado a luz a un bebé muerto en un parto anterior.

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El ejercicio físico ayuda a reducir el número de cesáreas

No caben dudas de que hacer actividad física es sumamente beneficioso para cualquier persona y más aún para las embarazadas, en especial porque ayuda a controlar el peso, reduce las probabilidades de sufrir depresión y disminuye el riesgo de obesidad en los bebés. Lo ideal es hacer ejercicio físico regularmente, sobre todo teniendo en cuenta que se descubrió que con su práctica puede reducirse la cantidad de cesáreas.
En tal sentido, un equipo de  investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid demostró que un programa de actividad física regular, realizado bajo la supervisión de especialistas, permite reducir la cantidad de partos instrumentales, en los que se usan fórceps y espátulas; al igual que de cesáreas, en comparación con aquellas embarazadas que no hacen nada de ejercicio.
Con esto, la idea es impulsar a las futuras mamás a que realicen una rutina diaria de trabajo para poder estar activas durante la gestación porque, además de los beneficios que ya mencionamos, permite  mejorar la postura y la apariencia, aliviar el dolor de espalda, fortalecer los músculos que participan en el trabajo de parto y reducir el riesgo de diabetes gestacional. De modo que, según los investigadores, practicar regularmente  ejercicio físico conlleva una mejora en la calidad de vida de los bebés y las mujeres, no sólo en el embarazo sino también durante la maternidad.
Durante el estudio se analizaron dos grupos de embarazadas, uno conformado por  138 mujeres que siguieron el plan de ejercicios pautado por los especialistas, y otro integrado por 152 mujeres que permanecieron inactivas.
Una vida sedentaria, una postura incorrecta o hábitos inadecuados de alimentación, resultan perjudiciales y pueden implicar riesgos para el desarrollo normal de la gestación. De manera que, aparte de hacer actividad física, también es conveniente llevar un estilo de vida saludable.

Causas más comunes de los sangrados en el embarazo

Más allá del estado de alarma que suelen generar en las futuras madres, los sangrados en el embarazo son más comunes de lo que se piensa. De hecho, una de cada cinco mujeres tiene sangrados durante el primer trimestre de gestación, sin que esto suponga un problema para el feto o la madre.

El sangrado, es una hemorragia o pérdida de sangre que se produce en cualquier estadío del embarazo. Ante esta situación, es de suma importancia consultar con el médico, sobre todo si se trata de una pérdida grande, intentando mantener siempre la calma pues el sangrado no siempre indica la existencia de un problema, aunque puede ser señal de aborto espontáneo o alguna otra complicación. Curiosamente, hay casos en los que las mujeres pierden a su bebé sin tener sangrados.

La mayoría de las mujeres tienen pequeñas hemorragias durante la gestación, sobre todo durante el primer trimestre y más aún cuando se trata de embarazo de mellizos o cuando el bebé es muy grande.

Diversas son las causas de los sangrados, una de ellas es la implantación del embrión en la pared del útero, que puede suceder en la segunda semana posterior a la fecundación. Otro de los motivos puede residir en los cambios en el cuello uterino propios del embarazo. En este caso, fluye más sangre al cuello del útero tornando el área más sensible y proclive a sangrados. El aborto espontáneo puede ser también otra de las causas, que generalmente se da  durante los primeros tres meses. Aunque en este caso, los sangrados suelen ir acompañados de dolores abdominales intensos, provocados por las contracciones uterinas.

Luego del primer trimestre, los sangrados pueden producirse por problemas en el cuello del útero, tales como infecciones, inflamación, etc; placenta previa, parto prematuro, aborto espontáneo, ruptura uterina o desprendimiento de la placenta. Incluso, una pérdida puede estar indicando el desencadenamiento del parto. También, es bueno saber que es común que una o dos semanas previas a la fecha probable de parto se produzca un sangrado de tonalidad rosada o rojiza.

El tratamiento dependerá exclusivamente de la causa del sangrado, del estado general de la madre y de si existe o no sufrimiento fetal.

Además, para prevenir la aparición de sangrados resulta esencial evitar consumir alcohol y cigarrillos,  realizar una dieta balanceada y tomar las vitaminas prenatales indicadas por el médico.

En caso de que existan sangrados en el embarazo y se desconozca su causa, es necesario no tener relaciones sexuales.

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Gimnasia hipopresiva para recuperar la figura tras el parto

Actualmente, hay diversas alternativas para que las mujeres que han sido mamás tengan la posibilidad de recuperar su figura de forma rápida y efectiva. Por eso, en esta oportunidad vamos a enfocarnos en los beneficios y características de la gimnasia hipopresiva.

La gimnasia hipopresiva consiste en un método que permite activar los músculos del abdomen y diafragma luego de sacar todo el aire de la zona abdominal. Es necesario realizar lentamente una serie de ejercicios en distintas posturas, sin dejar de controlar tanto el aire como la respiración. Esta gimnasia se diferencia del resto en que los todos los ejercicios se efectúan en apneas, esto es, sin absolutamente nada de aire en los pulmones.

Lo ideal para el aprendizaje de esta técnica es concurrir a un Gimnasio o algún Centro Profesional, para de ese modo evitar contracturas o dolores musculares. Es muy importante poseer un óptimo manejo de la respiración, expulsando la totalidad del aire mediante una contracción abdominal.

Los ejercicios son sumamente beneficiosos para la mujer, sobre todo a nivel de la musculatura. Es bueno saber que los efectos de los ejercicios hipopresivos pueden mantenerse a largo plazo si son practicados regularmente.

Entre las principales ventajas de la gimnasia hipopresiva pueden mencionarse el mejoramiento de la circulación sanguínea, corrección de malas posturas, prevención de la incontinencia urinaria, fortalecimiento de los músculos abdominales y tonificación de brazos.

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