Tomar ácido fólico, antes y durante la gestación, evita en un 70% los casos de espina bífida, la cual representa la segunda causa de discapacidad física infantil luego de la parálisis cerebral.
El ácido fólico es una vitamina que resulta fundamental para la prevención de los defectos del tubo neural, una anomalía que puede producir defectos tanto en el cerebro como en la médula espinal.
La dosis de ácido fólico que se recomienda es de 0,4 mg/día durante los tres meses previos y los tres posteriores al embarazo, dosis que se debe multiplicar por diez en caso que la madre cuente con antecedentes. Al producirse la malformación durante las primeras semanas de la gestación, es aconsejable que el organismo disponga de las reservas de ácido fólico que se necesitan para prevenir anomalías, puesto que el tubo neural se forma antes de que la mayoría de las mujeres sepan que están embarazadas.
La espina bífida constituye una anomalía que se produce en el primer mes de embarazo a causa de que uno o varios arcos vertebrales posteriores no han fusionado quedando la médula espinal sin protección ósea.
Dicha anomalía, por lo general, va acompañada de hidrocefalia, provocando la pérdida de fuerza y de sensibilidad en los miembros inferiores, además de alteraciones en el control de esfínteres.
Si bien la causa principal de la espina bífida es la deficiencia de ácido fólico, a pesar de que en un cinco por ciento de los casos se desconoce su causa.
El ácido fólico, a su vez, previene el labio leporino y retrasos en el lenguaje del bebé.
Imagen: