El lenguaje de los bebés

La emoción y alegría de recibir un bebé recién nacido es algo que no posee límites, siendo a la vez una experiencia maravillosa y compleja. Más allá de la enorme felicidad, se asume una gran responsabilidad: proteger y alimentar al bebé recién nacido.
Por consiguiente, aprender a conocerlo y comprenderlo de la manera más rápida posible se torna imprescindible y constituye para los padres primerizos un desafío para nada fácil. A esto, hay que sumarle una buena cuota de paciencia y comprensión, apoyándose mutuamente y gozando de este maravilloso momento más allá de los miedos y ansiedades.
Resulta algo increíble observar a los bebés recién nacidos, tan pronto como nacen ya son capaces de comunicarse con sus padres. Claro que a su modo, lo cual al principio no es para nada sencillo comprender. En tal sentido, existen ciertas señales básicas de comunicación que deben tenerse en cuenta para poder satisfacer las necesidades del bebé recién nacido.
El llanto es el principal modo de comunicación del recién nacido. Teniendo en cuenta que ellos no tienen otra forma de decirles a los padres lo que quieren, se deben conformar con el llanto. Por lo general, lo primero revela el llanto del bebé es hambre y la necesidad de contacto.
Por otro lado, cuando gimen y llorisquean es básicamente por falta de sueño. Los bebés suelen llorar cuando tienen sueño, los primeros meses después del parto tienden a dormir mucho, que es su segunda gran necesidad después de alimentarse. En caso de no conciliar el sueño se vuelven irritables y no en todos los casos son receptivos a las técnicas de relajación cuando tienen deseos de dormir.
En tanto que otra de las señales a tener en cuenta es el hipo. Los bebés no son capaces de almacenar mucha leche, por lo que el hipo es un signo del recién nacido que revela a los padres que hay que promover el proceso de eructos, lo cual se logra acariciándole  la espalda al bebé.
Si nada de esto funciona, pues habrá que armarse de paciencia.

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