El lenguaje de los bebés

La emoción y alegría de recibir un bebé recién nacido es algo que no posee límites, siendo a la vez una experiencia maravillosa y compleja. Más allá de la enorme felicidad, se asume una gran responsabilidad: proteger y alimentar al bebé recién nacido.
Por consiguiente, aprender a conocerlo y comprenderlo de la manera más rápida posible se torna imprescindible y constituye para los padres primerizos un desafío para nada fácil. A esto, hay que sumarle una buena cuota de paciencia y comprensión, apoyándose mutuamente y gozando de este maravilloso momento más allá de los miedos y ansiedades.
Resulta algo increíble observar a los bebés recién nacidos, tan pronto como nacen ya son capaces de comunicarse con sus padres. Claro que a su modo, lo cual al principio no es para nada sencillo comprender. En tal sentido, existen ciertas señales básicas de comunicación que deben tenerse en cuenta para poder satisfacer las necesidades del bebé recién nacido.
El llanto es el principal modo de comunicación del recién nacido. Teniendo en cuenta que ellos no tienen otra forma de decirles a los padres lo que quieren, se deben conformar con el llanto. Por lo general, lo primero revela el llanto del bebé es hambre y la necesidad de contacto.
Por otro lado, cuando gimen y llorisquean es básicamente por falta de sueño. Los bebés suelen llorar cuando tienen sueño, los primeros meses después del parto tienden a dormir mucho, que es su segunda gran necesidad después de alimentarse. En caso de no conciliar el sueño se vuelven irritables y no en todos los casos son receptivos a las técnicas de relajación cuando tienen deseos de dormir.
En tanto que otra de las señales a tener en cuenta es el hipo. Los bebés no son capaces de almacenar mucha leche, por lo que el hipo es un signo del recién nacido que revela a los padres que hay que promover el proceso de eructos, lo cual se logra acariciándole  la espalda al bebé.
Si nada de esto funciona, pues habrá que armarse de paciencia.

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¿Por qué mi bebé tiene hipo?

Los bebés, especialmente los recién nacidos, emiten ciertos sonidos que en ocasiones suelen asustar a algunos padres, sobre todo cuando se trata de primerizos. El hipo, que parece molestar e incomodar al pequeño, es uno de ellos. No obstante, lo que parece ser un fastidio en verdad no lo es ya que el bebé no siente ningún tipo de dolor ni molestia cuando tiene hipo.
Tener hipo es muy común. De acuerdo a lo revelado por algunos estudios, el 80% de los bebés recién nacidos llegan a experimentarlo. El hipo resulta inofensivo y no precisa tratamiento. Desaparece repentinamente, de la misma forma en que aparece. Su frecuencia comienza a disminuir desde los seis meses de edad del bebé.
Por lo general, el hipo es provocado por la inmadurez del sistema nervioso que, por la falta de control, genera contracciones repentinas del diafragma. Los músculos de la respiración se fortalecen e intentan funcionar de manera armónica. Por lo cual, cualquier cosa que produzca irritación al diafragma hará que el músculo sufra espasmos repetitivos. Dichos espasmos, son lo que conocemos como hipo. El diafragma puede verse alterado por una ingestión excesiva de alimentos, por un sorbo rápido o por tragar aire.
En la mayoría de los casos, el hipo dura muy poco en los bebés. De manera que no se precisan de grandes esfuerzos o técnicas para su eliminación. Sólo hay que esperar que se vaya de la misma forma que vino.
Vale aclarar que no existen fórmulas mágicas para quitar el hipo a un recién nacido.  Sin embargo, hay algunas claves que pueden usarse para evitar el hipo a los pequeños.
Un bebé corre un mayor riesgo de tener hipo si traga aire cuando es amamantado. Teniendo en cuenta esto, la mamá tiene que parar de dar el pecho al bebé y aguardar unos minutos, para luego proseguir cuidando evitar la entrada de aire. Lo mismo debe hacerse en caso que la mamá note que el bebé mama de manera rápida. Luego de dar el pecho, hay que dejar al bebé en posición vertical para facilitar la eliminación de aire.
En caso que el hipo no desaparezca y provoque molestias en el bebé, causándole llanto,  sería conveniente que los padres consulten con el profesional de confianza.

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