Desde el momento que nos enteramos de que vamos a tener un bebé, no falta quien nos advierta acerca de las náuseas, los mareos y los cambios en el cuerpo. Pero lo que más se siente es un arduo deseo de dormir, el mayor tiempo posible.
Durante el primer trimestre es muy común que sintamos un importante estado de somnolencia, lo cual se debe al aumento de la progesterona, una hormona que posee un efecto sedante sobre el cerebro durante el embarazo.
El segundo trimestre es, sin dudas, el más favorable debido a que el feto disminuye la presión que ejercía antes sobre la vejiga, cesando de ese modo las ganas de ir al baño a cada momento.
Por su parte, en el tercer trimestre la situación es un poco más complicada. Durante este último periodo, la panza habrá crecido mucho y resulta difícil encontrar la posición adecuada para descansar, por lo que resulta bastante complicado, por no decir imposible, dormir de corrido durante la noche sin despertarse.
Tales alteraciones del sueño y el estrés en el embarazo, por lo general, suelen provocarnos un estado constante de malhumor y malestar. Por eso, para facilitar el descanso es recomendable usar sábanas de raso, para tener un mejor deslizamiento en la cama.
Con respecto a la frecuencia de orinar, no existe una solución concreta más que evitar beber mucho líquido durante la noche, incluyendo bebidas que contengan cafeína o gasificadas.
Asimismo, para favorecer el buen descanso es aconsejable dormir de costado, si es sobre el izquierdo mejor, con una pierna flexionada y la otra extendida para estimular la circulación sanguínea.
Más allá de la ansiedad propia de toda embarazada, lo ideal es descansar lo suficiente para disponer de la energía necesaria para llevar una vida activa hasta el final del embarazo. Aprovechemos a descansar ahora, ya que después del nacimiento de nuestro hijo se volverá una misión casi imposible.
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