Los movimientos fetales empiezan a percibirse entre las semanas 18 y 24 de gestación.
Por lo general, las famosas «pataditas» del bebé son percibidas por la embarazada cuando reduce la actividad y permanece acostada. Usualmente, esto ocurre durante la noche, cuando se está más atenta a los cambios de posición del bebé.
Los primeros movimientos del bebé, se sienten como vibraciones o como una sensación de burbujeo dentro de la panza.
A medida que el embarazo avanza, los movimientos pueden ser identificados de manera más clara e, incluso, es posible visualizar alguna parte de su cuerpo, como un codo, un talón o la cola, o percibir que el bebé se está moviendo para cambiar de posición.
En algunos casos, el bebé se moverá como respuesta a un estímulo específico, como es el caso de la música, un sonido o las emociones.
Es a partir de la semana 24 cuando el bebé puede tener hipo. En caso de que esto ocurra, la mamá sentirá en el vientre leves y pequeños espasmos involuntarios y repetitivos.
Acercándose al final del embarazo, los movimientos tenderán a ser menos intensos y más definidos, debido a que el bebé cuenta con menos lugar para moverse.
Desde la semana 28 es de suma importancia reconocer y percibir cuando el bebé se esté moviendo. Un método casero que sirve para sentir los movimientos del bebé es comer o tomar algo dulce, aguardar unos minutos y recostarse, ya que en esa posición pueden distinguirse los movimientos con mayor claridad.
En caso que poseas la más mínima duda o sospecha de que el bebé ha pasado varias horas sin moverse, es importante que acudas al médico con celeridad para que pueda evaluar, a través de un ultrasonido o monitoreo, el estado de salud del bebé.