Los recién nacidos suelen dormir buena parte del día, entre 16 y 17 horas diarias. Aunque es extraño que lo hagan de forma corrida, pues en general no duermen más de 3 o 4 hs seguidas. Esto hace que los horarios de las madres se vean alterados, lo cual resulta muy agotador sobre todo teniendo en cuenta que sus horas de sueño se ven interrumpidas por las noches.
La explicación a esto reside en que los ciclos de sueño de los bebés son bastante más cortos en comparación con los de los adultos porque pasan más tiempo en sueño REM. Este tipo de sueño, tan importante para el desarrollo cerebral de los pequeños, tiende a ser más liviano y, por consiguiente, se interrumpe facilmente.
Recién a partir de aproximadamente las 6 semanas de vida, la mayor parte de los bebés comienzan a dormir menos durante el día y descansan durante periodos más largos por la noche. Pero en general no duermen de corrido. Además, los ciclos de sueño REM se acortan, extendiéndose los periodos de sueño profundo.
¿Cuándo empiezan a dormir entre 8 y 12 horas de corrido por las noches? Por lo general, esto se da entre los 4 y los 6 meses de edad. Pero no siempre es así, ya que algunos bebés continúan despertándose por la noche incluso hasta después de haber cumplido el año.
Es sugerible enseñarles a los pequeños hábitos de sueño saludables para que duerman toda la noche desde un comienzo. Por ejemplo, las primeras seis a ocho semanas, el bebé no puede estar despierto más de dos horas de corrido. De modo que si la madre demora en acostarlo, estará por demás cansado y le costará más conciliar el sueño.
Es importante observar al bebé para reconocer las señales que indiquen que tiene sueño, como cuando se frotan los ojos o se irritan. Si se identifican dichas señales, entonces hay que llevarlo de inmediato a la cuna. De a poco, la madre aprenderá a reconocer cuándo su bebé está listo para dormir.
También, una vez que cumplan sus primeras dos semanas, sirve de ayuda enseñarles la diferencia entre el día y la noche, lo cual se logra jugando con ellos todo el tiempo que sea posible, así como manteniendo su habitación iluminada. Mientras que por las noches, es necesario cuidar el nivel de ruido y mantener las luces bajas. Así, poco a poco comenzará a distinguir el día y la noche.
Aproximadamente a partir de las 6 semanas, lo ideal es dejar que se duerman por sí solo, acostándolos en la cuna cuando muestren señales de que tienen sueño y evitando mecerlos o alimentarlos hasta que se duerman.
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Investigadores del Instituto para el Aprendizaje y las Ciencias del Cerebro de la Universidad de Washington, en EEUU, desarrollaron un estudio según el cual los bebés pueden entender a sus madres desde el sexto mes de embarazo, pues mientras se halla en la placenta, es capaz de oírla dentro del útero materno e ir aprendiendo diversos sonidos de su idioma al oirlos y recordarlos.
Investigadores del Instituto para el Aprendizaje y las Ciencias del Cerebro de la Universidad de Washington, en EEUU, desarrollaron un estudio según el cual los bebés pueden entender a sus madres desde el sexto mes de embarazo, pues mientras se halla en la placenta, es capaz de oírla dentro del útero materno e ir aprendiendo diversos sonidos de su idioma al oirlos y recordarlos.
Expertos de la Universidad de Estocolmo (Suecia), de manera conjunta con el CREAL (Cento de Investigación en Epidemiología Ambiental), desarrollaron una investigación a través de la cual han podido concluir que la acrilamida se relaciona con el bajo peso de los recién nacidos. De acuerdo a este estudio, en función de la exposición de la embarazada a la acrilamida, el peso del bebé puede variar hasta 132 gramos, e incluso parecería que también afectaría el perímetro de la cabeza del bebé, puesto que se ha constatado hasta 0,33 centímetros de variación.
A pesar que ya se conocía que desde el momento del nacimiento existen determinadas áreas del cerebro que se activan al escuchar palabras, hasta el momento se ignoraba si el cerebro de los bebés recién nacidos tenía la capacidad de codificar y recordar el sonido de las palabras. Para dilucidar este enigma, un grupo de investigadores italianos realizó un estudio, cuyos resultados indican que los bebés, más allá de tener unos pocos días de vida, pueden recordar las palabras que escucharon desde el instante que nacieron.