Los recién nacidos suelen despertarse cada un lapso de dos o tres horas y no diferencian el día de la noche, algo que a los padres nos agota bastante. A pesar de que parece que el sueño del bebé no responde ninguna regla, en realidad hay etapas que son muy fáciles de reconocer.
Los patrones de sueño de todo recién nacido pueden sintetizarse en ocho horas de sueño en el día y ocho durante la noche, con interrupciones cada dos o tres horas aproximadamente. De todas maneras, no se puede generalizar sobre el tema, ya que cada bebé posee sus propios tiempos de sueño y vigilia. Es de importancia que los padres consulten al pediatra si notan algún cambio en ellos, como por ejemplo que el bebé no se despierte cada dos o tres horas para comer, sino que duerma unas cinco horas de continuado.
El sueño del bebé, al igual que el de los adultos, pasa por diversas etapas: el sueño REM, una clase de sueño ligero y un período en el cual se sueña. Los bebés permanecen casi la mitad del tiempo de sueño en la fase REM y conforme vayan creciendo esta etapa se va acortando. En tanto que el sueño NO REM, se reconoce porque los movimientos oculares son lentos y se divide en cuatro subetapas: la somnolencia, el sueño liviano, el sueño profundo y el sueño muy profundo.
Al dormir, el bebé atraviesa cada una de esas etapas y en el proceso de despertarse las recorre de manera inversa: del sueño muy profundo al profundo, después al liviano y al sueño REM. En caso que el bebé se llegara a despertar antes de haber dormido lo suficiente, es probable que le sea difícil conciliar el sueño nuevamente.
A diferencia de los adultos, los bebés no pueden darse cuenta de que tienen sueño y necesitan dormir, de manera que el sueño se percibe como una molestia que se evidencia cuando se frota los ojos y bosteza. Por lo que lo más conveniente es tomarlo en brazos y alejarlo de los estímulos para ayudar a tranquilizarse y entrar a la etapa de somnolencia. Así, al colocarlo en su cuna, se dormirá solo.
Una buena opción es acostumbrar al bebé a tomar el pecho o la última mamadera antes de dormir, estableciendo de ese modo una rutina útil que, de a poco, le ayuda al bebé a ir reconociendo cuando es la hora de dormir.
El bebé no tiene que acostumbrarse a dormirse en brazos, sino que hay que colocarlo en su cuna boca arriba, sobre un colchón firme, sin cojines, peluches o mantas que puedan resultar peligrosos.
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Enseñando al bebé a dormir
La llegada de un bebé, sin dudas, marca un rotundo cambio en la vida de toda pareja, en especial a la hora de dormir. Pensar en dormir toda la noche como antes parece un sueño realmente lejano. De todos modos, hay algunas técnicas que pueden ponerse en práctica para enseñar al bebé a dormir. No olvidemos que a dormir se aprende, al igual que a comer o a caminar.
Una de las cuestiones fundamentales es la vestimenta. Asegúrate que el bebé posea una vestimenta apropiada para dormir.
También, es importante respetar los horarios de alimentación del pequeño, estableciendo una rutina en sus comidas, sobretodo en aquellos bebés que comienzan a comer sólidos. Además, prueba con darle su última comida antes de las 22 hs, ya que después de este horario los cólicos o algunos trastornos digestivos podrían generarle molestias para dormir o, incluso, despertarlo durante la noche.
Otro aspecto esencial reside en enseñarle a diferenciar al bebé, desde bien pequeño, el día de la noche. Luz y ruido a lo largo del día, oscuridad y silencio durante la noche.
Un error muy común que cometemos las madres es acunarlo en brazos para que se duerma. Sólo hay que recostarlo en su cuna y darle unas caricias, cantarle una canción o contarle un cuento. De esa manera, se fijará una rutina que lo ayudará a dormir.
Al mismo tiempo, trata que un juguete que le agrade lo acompañe en la cama. Un juguete especial puede resultar una buena compañía al momento de acostarse, ayudándolo si se despierta por la noche.
Segundo error muy común: si llora, definitivamente no lo lleves a tu cama. Hazle compañía en su habitación, hasta que consiga dormirse de nuevo. En caso que vuelva a llorar, demora cada vez más en ir a su habitación, incrementando los tiempos de a 5 minutos. Así, el bebé no se acostumbrará a que alguien acuda a él de manera inmediata.
Asimismo, es de gran ayuda establecer una rutina para ir a dormir, como si fuera una especie de ceremonia, que se repita cada noche. Puedes contarle un cuento o ponerle un poco de música, a la misma hora todos los días.
Y, lo más importante, respeta y haz respetar estas reglas. No hay que permitir que las personas que lo cuidan cuando no estés quebranten estas reglas. Haz que las respete con firmeza, pero al mismo tiempo con afecto. De esta forma, el bebé aprenderá a conocer cuáles son sus límites.