Durante el embarazo la mujer experimenta muchos cambios en su cuerpo, además del evidente aumento de peso, provocados por los agentes químicos que liberan las hormonas.
De esta manera, el cerebro de la embarazada también se prepara y modifica al igual que el resto del cuerpo, para acoger el bebé en su interior. Es durante este proceso cuando desarrolla el sentido de la empatía y se pierde memoria.
De modo que la mente de la mujer embarazada se prepara para eliminar situaciones de estrés que puedan de alguna manera perjudicar al buen desarrollo del bebé. Pudiendo lograr una conexión tan cercana que le da la posibilidad de conocer cuáles son las necesidades del pequeño.
Los científicos de la Universidad de Chapman, en Estados Unidos, han sido quienes pudieron explicar como las hormonas de la madre, que se ubican en las zonas que trabajan las emociones, controlando el nerviosismo, la incertidumbre y el estrés; preparan su cerebro para el periodo de la gestación para fomentar la empatía ante las necesidades del bebé en camino.
Al coste de este desarrollo positivo se lo puede resumir en una leve pérdida de memoria, algo que no desvela a los investigadores pues, por la sensibilidad de la mujer embarazada, se consigue una conexión mayor con el bebé y, por ende, un desarrollo emocional marcadamente más efectivo.
Es por ese motivo que se conoce muy poco acerca del desarrollo del sistema nervioso central de las embarazadas, siendo que las emociones son claves en el embarazo y futura salud del bebé.
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Factores que desencadenan el parto
El inicio del parto se da en el sistema nervioso central de la embarazada. El hipotálamo manda una señal al sistema endocrino, el cual al liberar hormonas como la oxitocina, producen la aparición de contracciones, propiciando el parto. En ocasiones, es el útero el cual envía la señal al cerebro, para que este de inicio al proceso, tal como sucede en el caso de los embarazos gemelares, en los que el volumen del útero estimula las contracciones.
El parto es desencadenado por determinados cambios hormonales y endocrinos que surgen en el sistema nervioso central del feto y de la madre, más precisamente en el hipotálamo. Esta afirmación echa por tierra algunas hipótesis que planteaban que el parto se iniciaba a partir de cambios en la placenta, las membranas y en el líquido amniótico. Al mismo tiempo, situaciones de estrés o ciertas lesiones cerebrales de otras zonas del sistema nervioso pueden provocar el parto.
Por su parte, el útero también puede intervenir en este proceso, debido a que es capaz de mandar señales al cerebro, aparte de ser receptor de las mismas. De ese modo, por ejemplo, en los embarazos gemelares el volumen del útero es un factor que estimula las contracciones. Es el útero quien envía señales al cerebro para producir los cambios hormonales necesarios para el desencadenamiento del parto.
Incluso, hay algunos expertos que consideran que podrían haber, a su vez, factores psíquicos que participan en el inicio del parto. De ahí que los mismos se animen a pensar que se produce una sintonía cerebral entre la embarazada y el feto, de forma tal que cuando el feto ya no se hallara a gusto en el útero mandaría señales endocrinas tanto a la placenta como a la madre. Ésta las recogería y daría comienzo de manera inconsciente la segregación de hormonas, como es el caso de la oxitocina, que generan la aparición de contracciones, dando lugar al parto.