Cambios en el sistema nervioso durante el embarazo

Durante el embarazo la mujer experimenta muchos cambios en su cuerpo, además del evidente aumento de peso, provocados por  los agentes químicos que liberan las hormonas.
De esta manera, el cerebro de la embarazada también se prepara y modifica al igual que el resto del cuerpo, para acoger el bebé en su interior. Es durante este proceso cuando desarrolla el sentido de la empatía y se pierde memoria.
De modo que la mente de la mujer embarazada se prepara para eliminar situaciones de estrés que puedan de alguna manera perjudicar al buen desarrollo del bebé. Pudiendo lograr una conexión tan cercana que le da la posibilidad de conocer cuáles son las necesidades del pequeño.
Los científicos de la Universidad de Chapman, en Estados Unidos, han sido quienes pudieron explicar como las hormonas de la madre,  que se ubican en las zonas que trabajan las emociones, controlando el nerviosismo, la incertidumbre y el estrés; preparan su cerebro para el periodo de la gestación para fomentar la empatía ante las necesidades del bebé en camino.
Al coste de este desarrollo positivo se lo puede resumir en una leve pérdida de memoria, algo que no desvela a los investigadores pues, por la sensibilidad de la mujer embarazada, se consigue una conexión mayor con el bebé y, por ende, un desarrollo emocional marcadamente más efectivo.
Es por ese motivo que se conoce muy poco acerca del desarrollo del sistema nervioso central de las embarazadas, siendo que las emociones son claves en el embarazo y futura salud del bebé.

La altura de los niños

El estirón de los niños es algo que resaltamos con orgullo en las reuniones sociales. Hay que tener en cuenta que la cuestión de la altura de los niños está transformándose en una preocupación, la cual puede derivar en complejos, no sólo en los niños sino también en los padres.
Hay muchos factores que influyen en el crecimiento de un niño: los genéticos, que están  determinados desde la concepción y que tienen que ver con la talla de los padres, el sexo y la raza; la alimentación, el ejercicio, los hábitos de vida y las enfermedades que padeció el niño, entre otros factores externos.
En la primera infancia, el crecimiento se da como un proceso homogéneo, a pesar de que  hay algunos períodos en los que se puede acelerar provocando un estirón repentino. Está comprobado que la fiebre también estimula la hormona del crecimiento, por lo que es muy común que después de una enfermedad se note que el niño ha pegado un estirón. De todos modos, es bueno saber que un niño bajito puede llegar a ser alto cuando alcance la vida adulta, pues existen niños que, debido a distintas razones ya sean ambientales u hormonales, crecen a un ritmo más lento y, en cierto momento, alcanzan el ritmo normal logrando así una altura correcta. Asimismo, hay niños que, por diferentes causas patológicas, padecen una maduración ósea acelerada, que luego se detiene sin alcanzar mucha estatura. Después, durante la pubertad, el niño experimenta un crecimiento muy marcado producto de la acción de las hormonas y al concluir dicha etapa los cartílagos de los huesos se cierran, finalizando el proceso de crecimiento.
Una alimentación rica en lácteos, frutos secos,  sal yodada y huevos, favorecerá la fabricación de la hormona del crecimiento que, sumada al ejercicio regular, puede elevar la talla de los niños.

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Efectos del llanto del bebé al nacer

El llanto del bebé al nacer resulta beneficioso no solo para él mismo sino también para su madre. Aunque esto no implica que todos los bebés tengan que llorar, ya que muchos no lloran al nacer y son sanos.
El llanto del bebé posee efectos psicológicos sobre la madre, quien al escuchar llorar a su hijo, siente alegría y tranquilidad por igual, además de experimentar haber cumplido una meta, que no es otra más que el nacimiento, y enfrentarse a otra por cumplir, la crianza. Al mismo tiempo, se produce un efecto hormonal en la madre, lo que hace que su organismo comience a liberar hormonas que estimulan la producción y bajada de la leche.
Por otra parte, el solo llanto del recién nacido impulsa la respiración voluntaria del pequeño, quien comenzará a usar sus pulmones cuando deje de recibir oxígeno a través del cordón umbilical; a la vez que ayuda a eliminar el líquido y mucosidades que el bebé posee tanto en la boca, la nariz como en sus vías respiratorias.
Al nacer, el bebé segrega unas hormonas, denominadas catecolaminas, que se encargan de inducir a los pulmones a respirar por sí mismos. Tales hormonas, son liberadas frente a estímulos que reciben al nacer. Por ejemplo, cuando el nacimiento se produce por parto normal, el bebé debe atravesar el cuello del útero y el conducto vaginal, lo cual provoca una compresión en el cuerpo del bebé, especialmente en su tórax, y después de salir, su cuerpo se expande, lo que incita a los pulmones del bebé para comenzar a respirar de forma voluntaria.
Asimismo, al nacer, el bebé sufre un cambio térmico, puesto que la temperatura de la sala de partos será inferior a la temperatura del interior del cuerpo materno. A esto se le suma que el bebé está mojado, generando mayor sensación de frío; ante lo cual el bebé reaccionará abriendo la boca, estimulándolo de ese modo a empezar a respirar por sí mismo.
A su vez, el pequeño recibe otros estímulos como ser: cambios de luminosidad y  sonoros, manipuleo del médico, entre otros.
En el caso de un parto complicado, que conlleva sufrimiento fetal, el bebé nacerá cansado. Esto puede reducir su reacción frente a los estímulos, siendo necesario darle una nalgada para ayudarlo a reaccionar. Esta situación también puede darse en los bebés nacidos por cesárea o partos en el agua, donde el bebé es sacado del vientre materno tan relajado de modo que no segrega las hormonas catecolaminas, que inducen a los pulmones a respirar por sí mismos.

Primeros síntomas del embarazo

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Cada mujer es un mundo, esto está claro. A cada una, nos afectan las cosas de una manera diferente, normal… Lo que sí que es cierto, es que a la mayoría nos pasan cosas parecidas a la hora de quedarnos embarazadas, seamos famosas o no. Aunque haya matices claro.

Antes de saber que vas a tener un bebé, es probable, que los síntomas sean parecidos a los que tienes cuando te va a venir el periodo como:

Dolores de ovarios, molestias en el pecho, especialmente en los pezones (algunas mujeres sufren escozores) y los cambios en el estado de ánimo que solemos tener todas con el síndrome premenstrual… La que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Y es que nos estamos quedando sin estrógenos”. ¿Cómo no se van a tener cambios de humor? Si es algo físico y real.

Es muy posible también, que vayas al baño con mucha más frecuencia que de normal, sobre todo por la noches e incluso, que tengas pequeñas molestias (no lo vamos a calificar como dolor) en el bajo vientre, eso es porque los ligamentos comienzan a estirarse. Algo habitual casi al 100%.

Hay mujeres que en las primeras semanas, por el cambio hormonal, pueden sufrir jaquecas, el único inconveniente (o el mayor), es que solo se puede tomar gelocatil. Despídete de las medicinas durante el resto del embarazo.

Muchas además sufren al principio nauseas. También pasan. No hay que preocuparse.

Decir, también, que un punto en común de las embarazadas a partir de la semana 11 o 12 se les empiezan a acoplar las hormonas y todo funciona con otra normalidad, con mayor calma.

Eso sí, a partir de aquí prepárate para lo que se llaman los ascos… No te asustes, simplemente te repelerán algunos olores que antes no lo hacían.

Espero que disfrutéis mucho de la experiencia del embarazo y que no os preocupéis ni asustéis, si estáis al principio de este y os pasan cosas en el cuerpo y en la cabeza que no reconocéis como vuestras. Todo es normal. Todo está bien. Es que estáis trayendo al mundo a una nueva personita.