Trastorno obsesivo compulsivo en madres primerizas

De acuerdo a un estudio que fue publicado en la revista Journal of Reproductive Medicine, el porcentaje de aparición de síntomas obsesivo-compulsivos es mucho más alto en las madres primerizas que en otras personas, y tales síntomas giran básicamente en torno al cuidado del bebé.
Según los autores de la investigación, una madre primeriza puede preocuparse y verificar continuamente si su bebé respira, puede tener obsesión por los gérmenes y por la correcta esterilización del biberón, lavándolo una y otra vez; o puede estar preocupada al extremo por si le ocasiona algún daño a su pequeño.
Los expertos entrevistaron a un grupo de madres primerizas y descubrieron que el 11 por ciento de ellas evidenciaban síntomas obsesivo-compulsivos tanto a las dos semanas como a los seis meses de haber tenido al bebé, en comparación con la población general que posee una tasa que oscila entre el 2 y el 3%.
Comúnmente, tales síntomas se presentan de manera temporal y podrían ser producto de la adaptación al nuevo rol de madre o de los cambios hormonales. Los investigadores pudieron determinar que el 50% de las mujeres encuestadas habían experimentado una mejoría  a los seis meses de haber dado a luz. Sin embargo, algunas mujeres que no mostraban síntomas a las dos semanas, sí lo hicieron a los seis meses.
Es probable que ciertos tipos de obsesiones y compulsiones, como las referidas a la higiene y la limpieza, sean normales para una madre primeriza. No obstante, si dichos síntomas repercuten en el día a día y en el cuidado adecuado del bebé y la madre, esto podría estar dando cuenta de la existencia de un problema de salud mental.
Asimismo, aproximadamente el 70 % de las mujeres que presentaron este trastorno mostraron a la vez síntomas de depresión, aunque ello implica otro tipo de enfermedad mental.

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Medidas para la protección del bebé en el hogar

Si hay algo que devela a los futuros padres es convertir el hogar en un sitio seguro y cómodo para su hijo. Y no es para menos, un bebé necesita, al margen de ropa y los típicos preparativos en cuanto a decoración, algunas medidas de seguridad para su máximo cuidado.

Los niños hacen que los padres deban estar mucho más alertas ante ciertos detalles, como enchufes y objetos que los puedan dañar al caer. Los pequeños naturalmente tienden a agarrar e investigar todo cuanto esté a su alcance, por lo que es conveniente adoptar algunas medidas para su protección.

En primer lugar, debes decidir dónde dormirá el bebé. Por lo general, se recomienda que los bebés duerman durante los primeros seis meses de vida en una cuna que puede ser ubicada en la habitación principal o en una contigua. Así, te será más fácil oír si llora. Es importante retirar los cuadros o elementos decorativos que se encuentren cerca de la cuna, para evitar que sean agarrados por el niño.

Elegir el cochecito adecuado también resulta clave para su seguridad. Hay numerosos modelos de coches para bebés, aunque no todos poseen las mismas medidas de protección. Lo ideal es buscar un coche que disponga de cinturones fuertes y cómodos.

La limpieza de la casa es otro punto a tener en cuenta, para evitar la existencia de polvo tanto en el ambiente como en los objetos del pequeño, como es el caso de los peluches.

En cuanto a la cuna, lo ideal es comprar una que posea barrotes con no más de  6 centímetros de separación, pues de ese modo el niño no podrá meter la cabeza entre los mismos.

Por último, no hay que olvidarse de colocar protectores de silicona en los bordes de los muebles, para impedir que el pequeño se golpee o lastime sobre todo cuando comienzan a gatear o caminar.

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Existe una inclinación natural a cuidar a los bebés

Normalmente, los bebés nos inspiran ternura y nos dan ganas de protegerlo. Según un reciente estudio, que fue publicado en la revista “NeuroImage” y elaborado por especialistas de Estados Unidos, Alemania, Italia y Japón, ver el rostro de un bebé produce una respuesta cerebral que daría cuenta de la existencia de una inclinación natural a cuidarlo.
La respuesta se da en áreas del cerebro de los adultos que se relacionan con la emoción, así como con la recompensa y la planificación del movimiento. En este sentido, los investigadores pudieron observar este patrón en adultos que no conocían al bebé ni poseían hijos propios.
Los expertos, utilizaron imágenes por resonancias magnéticas cerebrales para poder registrar la actividad cerebral tanto de hombres como de mujeres mientras observaban rostros de bebés y de adultos, así como caras de perros y gatos, cachorros y adultos. De este modo, se observó que, en comparación con el resto de las imágenes, las caras de los bebés generaban mayor actividad en determinadas regiones cerebrales, incluyendo la corteza premotora y el área motora suplementaria, que se asocian con la planificación del habla y del movimiento; el giro fusiforme, que tienen que ver con el reconocimiento facial; y las cortezas insular y cingulada, las cuales están involucradas con la activación emocional, la empatía, la vinculación y la recompensa.
De todos modos, existen excepciones pues los investigadores indican que el impulso de proteger a los bebés tal vez no se halle en todos los adultos, lo que explicaría de alguna manera porqué ocurre el abuso o maltrato infantil.

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Masajes terapéuticos para la relajación del bebé

Para el cuidado de tu bebé, nada mejor que brindarle un buen masaje, el cual servirá no solo para relajarle sino también para demostrarle todo tu cariño. El masaje terapéutico para los niños es el denominado Shantala, una técnica que tuvo su origen en la India y que ha sido promovida por el  doctor francés F. Leboyer.
Ser cargados, acunados, acariciados, masajeados, constituye para los bebés algo igual de imprescindible que las vitaminas, las sales minerales y las proteínas.
De esta manera, el masaje infantil logra relajar a los niños, fomentando la resistencia de su organismo y permitiendo que posean un sueño tranquilo, además de un desarrollo psíquico positivo.
Sin lugar a dudas, los masajes representan uno de los momentos predilectos de los bebés ya que experimentan una sensación muy agradable, debido a que no se trata solamente del contacto corporal sino también de percibir sensaciones por medio del oído, el olfato y la visión.
Si la madre convierte al masaje en una rutina diaria, el bebé sabrá, por ejemplo, que luego del baño se le proporcionará ese momento tan ansiado. De modo que al escuchar a su madre esparcirse el aceite o la crema por las manos, el niño estará preparado para vivir la reconfortante experiencia que significa para él dicho masaje. En ese breve instante, el bebé encontrará la paz y gozará de un gran placer. Como es sabido, a la mayoría de los bebés les agrada el contacto físico. Por ello, no es de extrañar que los masajes posean un efecto calmante y relajante para ellos.

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